Las palabras, las imágenes o los gestos cambian de significado según el contexto. Desde los albores de la humanidad, los seres humanos han creado fábulas, mitos e historias para explicar, asustar, consolar o inspirar. A través de estos esfuerzos, diversos sucesos, seres o acontecimientos adquirieron nuevas connotaciones, convirtiéndose a menudo en símbolos. Sin embargo, debido al contexto mencionado (quizás cultural o histórico), estos símbolos pueden variar de forma significativa.
El perejil, la salvia, el romero y el tomillo son plantas comunes que se utilizan como hierbas aromáticas. Cuando se mencionan juntas, suenan triviales y banales. Sin embargo, cuando se incluyen en una canción tradicional inglesa, Scarborough Fair (más conocida por la versión de Simon & Garfunkel de la década de 1960), adquieren un significado simbólico arraigado en el folclore, la herboristería y las connotaciones espirituales. En este sentido, el perejil, la salvia, el romero y el tomillo simbolizan virtudes esenciales para las relaciones: el consuelo, la sabiduría, el recuerdo y el coraje, y como tales, ayudan a tejer historias atemporales de amor y añoranza.
Este fenómeno se ha utilizado ampliamente en diversas formas artísticas para subrayar, minimizar o alterar significados concretos o narrativas completas. En la literatura, los acontecimientos o los lugares se describen en un contexto concreto, lo que permite al lector visualizar incluso los más imposibles. Como ya se ha mencionado, en la música, las palabras o frases adquieren un significado completamente nuevo debido a la atmósfera de la melodía en la que se expresan. En la pintura, se pueden representar imágenes específicas en un entorno extraordinario o dentro de un ambiente particular que cambia su significado inicial o arraigado. Todo ello permite que se entrelacen y existan historias familiares y fantásticas, tocando diferentes aspectos de la persona que las experimenta.
Los artistas que participan en esta exposición suelen adoptar estos métodos para evocar sus narrativas visuales. Sin rehuir la construcción de atmósferas enredadas, extrañas, divertidas u oníricas fuera de los circuitos lógicos habituales o del folclore, las pinturas se basan a menudo en nociones de identidad e historia personal. Haciendo referencia a todo tipo de elementos, desde mitos hasta símbolos de la cultura popular o actividades comunitarias, construyen sus narrativas a partir de las sutiles relaciones entre sus experiencias personales y colectivas. A partir de ahí, los rasgos particulares de los sujetos, los matices del lenguaje corporal y el diálogo con fondos elaboradamente perfeccionados o semirrealistas trasladan estas ideas a contextos sociales y culturales más amplios. Empleando el infinito potencial de la pintura para hablar de las complejidades atemporales de la existencia, desafiar las normas sociales o resaltar los aspectos fugaces de la condición humana, las obras reflejan sus experiencias como seres humanos y artistas que navegan por la vida cotidiana.
(Texto de Sasha Bogojev para la exposición Parsley, sage, rosemary, and thyme [Perejil, salvia, romero y tomillo]).
















