Durante los últimos meses de 2024 y los primeros de este año, cuatro artistas de la galería tuvieron muestras individuales institucionales.
Sofia Bohtlingk presentó El ritmo es el mejor orden en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Silvia Gurfein exhibió en el Museo Larreta, con curaduría de Teresa Riccardi, directora del Museo Sívori, quien puso la obra de Gurfein en diálogo con la Agustín Riganelli, escultor argentino activo en la primera mitad del siglo XX. Rosana Schoijett y Amadeo Azar desarrollaron proyectos para ser exhibidos en Malba Puertos, que interpelan las reservas naturales y técnicas que allí se encuentran.
Del museo a casa se plantea como un ejercicio entre exhibición y trastienda, dándole una extensión de vida a las muestras institucionales. El contexto de la galería enfatiza con transparencia la trayectoria ideal de las obras: una vez legitimadas por la mirada institucional encuentran su camino a las casas que las acogerán. Al mismo tiempo, se provee al público la posibilidad de ver versiones condensadas y transformadas de lo que sucedió en los museos.
Sobre Sofia Bohtlingk, la curadora y directora del Museo Moderno, Victoria Noorthoorn ha escrito: “Desde hace más de una década, el arte de Sofia Bohtlingk responde a su accionar corporal. Sus pinturas y dibujos dan cuenta del ritmo corporal que rigurosamente se torna pincelada, trazo y gesto visual. Como si cada obra fuese la prolongación de su cuerpo, que necesita extenderse hacia el mundo, abrazarlo y, en ese proceso, devenir médium, dador de vida y de arte. El cuerpo de Sofia y el de su arte son, en su obra, indisolubles, y esa unión es una posición existencial fundante para comprender su práctica artística.”
La idea de tiempo es central a la práctica artística de Silvia Gurfein. El tiempo de la pintura —tan diferente a otros tiempos, como el de Tik-Tok—, el óleo como condensador de tiempo real y del tiempo de la historia del arte. Gurfein construye sus pinturas con capas laboriosamente superpuestas, acariciadas, lijadas, no permite que la pintura al óleo se acumule formando materia espesa, sino lo empuja a que juegue con sus transparencias a modular la superficie. Teresa Riccardi escribe: “Su pintura revela y eclipsa, a través de nébulas y círculos lumínicos los ecos del más allá. Así su pintura convoca una conversación elegante…Sus dibujos de papel y lápiz de color, Ecos e Interferencias- abren otros universos temporales algunos mas terráqueos donde deja en evidencia su materia encapsulando la historia de la pintura, y otros más celestes, donde enlaza formas humanas de intercomunicación danzante y performática que dejan como huella el tiempo y espacio en el papel.”
Rosana Schoijett tiene una amplia trayectoria como fotógrafa y exploradora de las formas que fueron apareciendo en la historia de este medio. En sus collages rinde homenaje a la fotografía impresa en libros vintage y revistas de alta calidad, así como a la tradición de mujeres artistas que realizaron collages desde las surrealistas a las conceptualistas de los 70. Schoijett recorta las páginas con bisturí y arma las imágenes cosiendo a mano los fragmentos. Esta técnica permite que sus collages tengan una tri-dimensionalidad sutil y particular. Sobre el proyecto para Malba Puertos, la curadora Alejandra Aguado escribió: “…el trabajo laborioso permite al reino vegetal crecer bajo las manos de los artistas, siguiendo leyes orgánicas y largos procesos de superposición, y adoptando las formas caóticas de lo primigenio. Una celebración de formas de vida que, como las llamó el filósofo Emanuele Coccia, son «divinidades inhumanas y materiales, titanes domésticos que no tienen necesidad de violencia para fundar nuevos mundos”.
La serie de acuarelas de Amadeo Azar fue comisionada para la inauguración de Malba Puertos. Cruzando el concepto de reserva técnica del museo –el espacio en que se resguardan las obras cuando no están en exhibición– con el de la reserva natural de Puertos, Azar creó una serie de acuarelas que relacionan una selección de obras de la Colección Malba con la flora y fauna autóctona de la zona. La singularidad de la reserva técnica de Malba Puertos está dada por una amplia vidriera que deja ver tanto lo que sucede adentro en un ambiente controlado y artificial, como lo que sucede afuera en la espontaneidad de la naturaleza. Como en las Wunderkammer –las cámaras de maravillas del siglo XVI en donde el público podía apreciar ejemplares exóticos del arte y de la naturaleza–, ambos mundos aquí se acercan y se encarnan en las pinturas de Azar.