“¿Esto es teatro?” era la pregunta lanzada por la prensa y el público, atónitos frente a las obras del Centro de Experimentación Audiovisual (CEA) del Instituto Di Tella, liderado por el director teatral Roberto Villanueva, a mediados de los años sesenta. En aquellos signos de interrogación, se afirmaba una tradición conservadora que rivalizaba con las nuevas expresiones. Los espectáculos, happenings y experiencias efímeras del CEA inventaron otros modos de hacer teatro, por fuera de la trama realista que dominaba la época. Los jóvenes ditellianos encabezaron una revuelta escénica en diálogo con la danza y la performance, con el teatro pop, con las neovanguardias europeas y con una libertad corporal sin precedentes, que forjó nuevos horizontes políticos, artísticos y vitales frente a la moral represiva de la dictadura del general Onganía.
Durante los años sesenta y setenta, con el mismo espíritu renovador y experimental, pero llevando su propuesta a una radicalidad visual inimaginable para el teatro de la época, el director tucumano Víctor García irrumpió en la escena internacional. Su obra constituyó un punto de intersección inédito entre las artes visuales y las artes escénicas. Esta exposición recupera con enorme orgullo su figura, que, a pesar de haber sido un verdadero parteaguas en la historia teatral contemporánea, sigue siendo todavía un secreto para el campo teatral argentino.
Este recorrido establece un puente con otro espacio fundamental de experimentación, que surgió en Buenos Aires al calor de la entonces reciente democracia (1983): el Centro Parakultural. Allí se mezclaron el teatro, el rock y las artes visuales, junto con el protagonismo de los cuerpos: la fiesta desatada tras el terror represivo desplegado por la última dictadura cívico-militar (1976-1983). Estas experiencias “parakulturales” llevaron al extremo la supresión de los límites entre el arte y la vida, y practicaron un fervoroso antiteatro: contra las prácticas de representación y los circuitos de producción tradicionales, contra el texto como garante de sentido y, otra vez, contra el realismo como estética oficial del teatro argentino.
Sin pretensión de totalidad, esta exposición histórica hace foco en once episodios que acercan algunos gestos vanguardistas del teatro de los años sesenta, setenta y ochenta al Museo Moderno y a nuestra propia contemporaneidad. Once escenas del Di Tella al Parakultural, once geografías sensibles que ampliaron para siempre el territorio del teatro argentino y transformaron aquella pregunta inicial en una afirmación: “Esto es teatro”.