Giovanni Francesco Barbieri, apodado «El Guercino» (el Bizquito) pintor italiano (Cento – Ferrara, 2 de febrero 1591 – Bolonia, 22 diciembre 1666), considerado uno de los artistas más representativos de la fase madura del barroco: la habilidad técnica y la originalidad del toque tuvieron un notable influjo en la evolución de las decoraciones del siglo XVII. La producción del Guercino, totalmente exenta de las opacidades que estorbaban a algunos artistas contemporáneos suyos, está caracterizada por fuertes contrastes de luminosidad y de sombras aireadas que, aunque no siendo un medio para obtener valores constructivos como se presentan en el Caravaggio, crean una frescura y una transparencia características. Perteneciente a la escuela boloñesa, su obra acusó claramente la influencia de Carracci, Tiziano y Guido Reni.

Como afirmaba Ludovico Carracci a Don Ferrante Carli, refiriéndose a este maestro: «... gran dibujante y felicísimo coloreador; es un monstruo de naturaleza y un milagro capaz de dejar boquiabierto a quien vea sus obras».

Y ahora un centenar de obras de este maestro junto con artistas de sus tiempos, cedidas por más de 30 importantes museos y colecciones – entre los cuales, el Prado y el Monasterio de El Escorial- exponen el magnífico arte del maestro emiliano y al tiempo ilustran el oficio y la vida de los pintores del siglo XVII, en un fascinante fresco del sistema del arte.

Desde el importante núcleo de las colecciones saboyanas y muchas otras elegantes y monumentales obras maestras del Guercino, se revela una cita sorprendente por las novedades como la recomposición, por primera vez después de 4 siglos, del ciclo de pinturas encargadas en Bolonia por Alejandro Ludovisi, posteriormente elegido papa con el nombre de Gregorio XV.

Se hace hincapié en el atento enfoque y en los renovados estudios de la obra y la figura de Barbieri y tras la reapertura de la Pinacoteca Cívica de Cento, sobresale la valiosísima exposición que los Museos Reales de Turín presentan en las salas Chiablese. Se trata de un espectacular acontecimiento que despliega gran originalidad, comisariado por Annamaria Bava de los Museos Turineses y por Gelsomina Spione de la Universidad de Turín, con un prestigioso comité científico.

La muestra se centra en el oficio del pintor en el siglo XVII ejemplificado en la figura de uno de los mayores protagonistas del panorama artístico de la época. Así pues, repasando temas y aspectos que marcan toda la trayectoria del maestro, gracias a trabajos de primer plano, la exposición da cuenta en términos generales de la profesión del pintor en su época, centrándose en los retos del oficio, los sistemas de producción, la organización del taller, las dinámicas del mercado y de los encargos y los temas más solicitados.

En cuanto a su biografía: de familia modesta, Giovanni Francesco se dio a conocer con el apodo de Guercino (Bizquito) a causa de un estrabismo congénito. Habiendo mostrado desde la más tierna infancia un especial talento hacia el dibujo, su padre lo mandó a aprender el oficio a Bastia (Córcega) y después a Bolonia, donde pudo estudiar las obras de los Carracci. Digamos que su primera manera demuestra un naturalismo libre de academicismos, caracterizado por una fuerte huella luminística (esa que se convertirá más tarde en la famosa «mancha guercinesca»).

A partir de 1612, le llegan los encargos importantes: gracias al consejo de Ludovico Carracci, el arzobispo Alessandro Ludovisi adquiere algunas de sus obras y así Guercino decide fundar su propia academia de pintura en Cento (1617). En 1618 se encuentra en Venecia y puede empaparse de las obras de Tiziano y de Jacopo Bassano, de cuyos cromatismos saca la inspiración para San Guillermo tomando los hábitos (Pinacoteca Nacional de Bolonia) y San Francisco en éxtasis con San Benito y un ángel (Louvre), ambos de 1620. De 1621 al 23, reside en Roma donde realiza las decoraciones del Casino Ludovisi (Aurora y la Fama) y el gran retablo de la Sepultura de Santa Petronila (7x4 m.) para San Pedro (actualmente en los Museos Capitolinos de Roma).

A la muerte del papa Gregorio XV abandona Roma y vuelve a Cento, su ciudad natal. En Piacenza completa los trabajos dejados incompletos por Francesco Mazzucchelli, llamado el Morazzone y procede a pincelar (1628) marcando el principio de una nueva temporada del clasicismo barroco.

El recorrido inicia con la presentación del artista, que se nos aparece ya cuarentón, con los instrumentos del oficio en un raro autorretrato introductorio. Una obra privada que, por ello, no consta en el Libro de Cuentas1, y que testimonia el carácter de un hombre orgulloso y sencillo al tiempo. Sigue la fase de la formación con el estudio de trabajos de los grandes maestros y con el encuentro con personalidades que dejan huella en la madurez de un artista. En su caso, fue Ludovico Carracci.

Sigue el encuentro con la realidad y la clara vocación por el día a día, que al principio se abre a las obras de paisajes, propuestos ya por Annibale Carracci, Domenichino y Agostino Tassi. Continúa con la Academia del Desnudo, abierta en 1616, convirtiéndola en referencia para los artistas principiantes, que despliega 22 grabados de Oliviero Gatti sacados de los dibujos del Guercino, junto con trabajos de Annibale y Agostino Carracci. Y antes de afrontar el tema del taller, la exposición recuerda las fases de la afirmación del pintor y la geografía de los clientes, considerados en la carrera de un artista como personajes con un papel central. Como fundamental fue Alessandro Ludovisi, arzobispo de Bolonia y desde 1621 papa Gregorio XV.

Entre 1617 y 1618, el Guercino realiza para Alessandro Ludovisi y su sobrino Ludovico, cuatro grandes lienzos, reunidos tras cuatro siglos en esta cita turinesa: Lot y las hijas procedente de San Lorenzo de El escorial; Susana y los viejos prestado por el Museo del Prado; la Resurrección de Tabita del Palacio Pitti y el Retorno del hijo pródigo de los Museos Reales turineses, ya descrito en las colecciones saboyanas, quizás un regalo al duque Carlos Manuel I de parte de Ludovisi, nombrado en 1616 nuncio apostólico en la corte de Turín para dirimir las controversias entre las casas de Saboya y de España.

Las últimas secciones de la exposición están centradas en algunos temas más relativos a la realidad de la época o de especial éxito y mayormente ahondados por el pintor y su taller.

Notas

1 El Guercino junto con su hermano Paolo Antonio, administrador de los asuntos burocráticos, también pintor dentro del taller y especializado prevalentemente en la realización de bodegones, instituyó el 4 de enero de 1629 el Libro de Cuentas: una contabilidad de los pagos recibidos por sus lienzos y que, desde el punto de vista historiográfico, resulta ser sumamente valioso porque permite localizar las obras de El Guercino y las fechas de sendas composiciones.