En el actual momento del arte contemporáneo, la figura de Susie MacMurray emerge con una voz singular, tejida a partir de la delicadeza y la fuerza, la historia y la transformación.

Esta artista británica, con una sólida formación que abarca la música clásica y las bellas artes, ha conquistado la escena internacional gracias a sus evocadoras esculturas e instalaciones arquitectónicas que dialogan íntimamente con el espacio y la memoria.

Para aquellos que aún no han descubierto su obra, prepárense para un encuentro que desafía las convenciones y celebra la sorprendente poesía que reside en los materiales más inesperados.

Nacida en 1959, la vida de MacMurray dio un giro audaz cuando, tras una carrera en la música orquestal, decidió explorar las posibilidades expresivas del arte visual.

Esta transición, lejos de ser un abandono, se revela como una extensión natural de su sensibilidad para la armonía y el ritmo, trasladados ahora al lenguaje tridimensional de la escultura y la instalación.

Su paso por la Manchester Metropolitan University, donde obtuvo un Máster en Bellas Artes en 2001, consolidó una nueva etapa en su vida, marcada por una intensa exploración creativa.

La esencia de la práctica artística de Susie MacMurray reside en su profundo compromiso con los materiales.

Ella se concibe a sí misma como una alquimista, una figura capaz de combinar elementos dispares – terciopelo y alambre de espino, cera de abeja y astas de ciervo – de maneras que desafían nuestras percepciones y despiertan asociaciones tanto físicas como culturales.

En sus manos, lo humilde se eleva, lo frágil adquiere una nueva fortaleza y lo histórico se resignifica a través de una mirada contemporánea.

No existe una jerarquía de materiales en su obra; cada uno, con su textura, su historia y su potencial simbólico, es tratado con la misma reverencia y dispuesto en un diálogo que enriquece su significado individual y colectivo.

Gran parte de la reputación de MacMurray se ha forjado a través de sus intervenciones site-specific en espacios históricos. Estas obras no son meros adornos; son respuestas poéticas al espíritu del lugar, a su pasado y a las historias que sus muros silenciosos albergan.

La artista investiga la historia del edificio, sus particularidades arquitectónicas y el significado intrínseco de los materiales que emplea para tejer narrativas que exploran la relación entre el espacio y sus habitantes a lo largo del tiempo.

Un ejemplo paradigmático de esta habilidad para fusionar historia, espacio y material es su instalación "After Shell" (2006) para la Pallant House Gallery. Encargada para honrar la historia de esta casa del siglo XVIII, MacMurray creó una impactante obra compuesta por 20.000 conchas de mejillón, cada una de ellas rellena con un pequeño fragmento de terciopelo rojo.

La yuxtaposición de la fragilidad y dureza de las conchas con la suavidad sensual del terciopelo evocaba la tristeza y el desamor del matrimonio de los primeros habitantes de la casa, Henry y Elizabeth Peckham. La Dra. Catherine Harper describió cada concha como una "pequeña muerte", un "petit mort", sugiriendo la intimidad y el dolor silenciado en la historia del lugar. Visto en conjunto, la instalación transformaba la escalera en una suerte de papel pintado texturizado, inquietantemente bello y cargado de significado.

El dibujo también ocupa un lugar central en la práctica de MacMurray. Más allá de las tradicionales obras a pluma y tinta, la artista expande los límites del dibujo utilizando materiales no convencionales como tubos de goma, cabello y cera. Estas exploraciones demuestran su constante búsqueda de nuevas formas de expresión y su habilidad para dar vida y significado a elementos inesperados sobre el plano bidimensional.

La exposición "Strange Fruit" en el Centro de Artes Akbank Sanat en Turquía ofreció una perspectiva profunda sobre las preocupaciones temáticas de MacMurray.

El curador Hasan Bülent Kahraman destacó cómo la artista aborda la figura femenina desde una perspectiva mitológica e ideológica, cuestionando su rol como "extraña" a pesar de ser una "exterioridad fundadora".

A través de sus esculturas, MacMurray establece un diálogo entre lo lírico y lo visual, entre la realidad y la ficción, invitando a reflexionar sobre los límites impuestos a la mujer y la metafísica en la que se inscribe.

Más recientemente, la galería Pangolin London presentó "Murmur", una exposición que reunió nuevas esculturas, dibujos y obras en bronce y plata realizadas en colaboración con Pangolin Editions. Esta muestra evidenció la continua evolución de MacMurray en su exploración de la táctilidad, la reflexión y la singular combinación de materiales que la caracterizan.

Susie MacMurray no es solo una artista; es una narradora que utiliza el lenguaje silencioso de los objetos y los espacios para contarnos historias de fragilidad y resistencia, de memoria y transformación. Su obra nos invita a detenernos, a sentir la textura de los materiales, a escuchar el eco del pasado en el presente y a maravillarnos ante la alquimia que convierte lo ordinario en extraordinario. Descubrir su trabajo es abrir una puerta a un mundo de sensibilidad poética y profunda conexión con la esencia misma de lo que nos rodea.

Conclusión

La trayectoria de Susie MacMurray representa una fascinante hibridación entre arte e ingeniería, donde la sensibilidad estética se fusiona con una profunda comprensión de las propiedades intrínsecas de los materiales.

Su transición de la música a las bellas artes no supuso un abandono de la estructura, sino una metamorfosis de los principios formales hacia la tridimensionalidad escultórica y la instalación arquitectónica.

MacMurray se erige como una proyectista que, con la meticulosidad de una ingeniera de materiales, selecciona y ensambla elementos diversos – desde la suavidad del terciopelo hasta la rigidez del acero, la maleabilidad de la cera o la organicidad de las astas – para construir experiencias espaciales y conceptuales de gran calado.

Una característica distintiva de su obra reside en las intervenciones site-specific, donde analiza la historia, arquitectura y atmósfera del espacio preexistente para diseñar soluciones escultóricas que dialogan de forma coherente con el entorno. En su exploración del dibujo, MacMurray extiende su enfoque ingenieril al plano bidimensional, incorporando materiales no convencionales para desafiar las convenciones tradicionales y expandir el potencial expresivo.

Exposiciones como "Strange Fruit" revelan una dimensión conceptual donde analiza la construcción de la identidad femenina desde una perspectiva estructural y simbólica. Su reciente muestra "Murmur" en Pangolin London evidencia su continua investigación en la combinación de materiales, incluyendo bronce y plata, demostrando una constante búsqueda de soluciones innovadoras.

En definitiva, la obra de Susie MacMurray, desde una perspectiva ingenieril, se distingue por una planificación meticulosa, una selección informada de materiales y una ejecución precisa, invitándonos a observar el mundo con una renovada atención a las posibilidades que emergen de la combinación inteligente y sensible de sus elementos constitutivos.