En el Perú, con absoluta certeza, Isaac León Frías es uno de los referentes ineludibles de la crítica cinematográfica. Posee un prestigioso recorrido profesional de varias décadas como docente universitario, ha sido jurado de importantes festivales de cine en diversos países y es autor de numerosos y valiosos libros sobre cine, como Tierras bravas. Cine peruano y latinoamericano (2014), Imitación de la vida. Crónicas de cine (2012), «Grandes ilusiones. De Eisenstein a la neo-comedia romántica» (2008) o El nuevo cine latinoamericano de los años sesenta. Entre el mito político y la modernidad fílmica (2013), entre otros. En el año 2017 recibió, en Ciudad de México, el Premio Iberoamericano Fénix por su trayectoria en el trabajo crítico y en el año 2015 fue reconocido como Personalidad Meritoria de la Cultura por parte del Ministerio de Cultura del Perú.

Uno de sus últimos libros es Desde la ventana indiscreta. Páginas de cine (2021, Fondo Editorial de la Universidad de Lima), el cual comentaremos con detalle en el presente artículo. Sus 355 páginas son una reflexión permanente, un análisis exhaustivo y una clase magistral sobre la industria del cine desde diversos ángulos, países y momentos históricos. Aquí encontraremos más de 40 artículos suyos escritos durante las dos primeras décadas del tecnológico siglo XXI.

Por ejemplo, en su muy revelador texto La mujer en el cine: una guía de entrada (páginas 141 a 146), nos acerca a la evolución que la presencia de la mujer ha tenido en el séptimo arte. León explica que la mujer siempre ha ocupado un espacio en el campo de la interpretación, pero no tanto detrás de cámaras. Afirma que ellas han sido editoras, asistentes de producción, pero han tenido poca presencia en la dirección de fotografía o de la música. Y recuerda que hubo muy pocas directoras hasta la década de 1960 (una de ellas fue la alemana Leni Riefenstahl, de quien el destacado documentalista chileno Patricio Guzmán aseveró que «triunfó porque era una gran realizadora, al servicio de una ideología terrible»). Además, propone razones por las cuales habría que «contrapesar y relativizar esa presunta condición de inferioridad familiar y social» de la mujer en la pantalla grande. Para empezar, considera que las mujeres han tenido en el cine un grado de visibilidad negado en muchos otros terrenos profesionales. Es aquí donde ellas han sostenido «a través del tiempo una exposición constante e ininterrumpida». Incluso, a dicha visibilidad permanente se le puede atribuir hasta un cierto nivel de reivindicación frente al «silenciamiento o la exclusión sufridos en muchas otras actividades y espacios sociales».

Aparte, un dato bastante sorprendente es que en el top 100 de las mejores películas silentes (según el sitio web «Silent Era») no hay una sola con una mujer directora. Aunque este es un criterio evidentemente discutible, ya que la historia del cine ha sido elaborada básicamente por hombres.

Otro artículo destacado es Fronteras lejanas: el cine de América Latina y el de otras partes (páginas 49 a 55), donde el autor explica que las supuestas afinidades entre las cinematografías de nuestra región fueron mayores en el pasado que en las últimas décadas, porque «las industrias mexicana y argentina dejaron de ser lo que habían sido». Señala que «en estas últimas décadas se instala un cierto panlatinoamericanismo en el sentido de que se habla como nunca antes de un ‘cine latinoamericano’, categoría muy vaga que envuelve las manifestaciones cada vez más diferenciadas de lo que se hace aquí y allá. El rótulo del ‘nuevo cine latinoamericano’ haría pensar en una ‘unidad’ mayor de la existente». Y más adelante, en el mismo artículo, el autor indica, sugerentemente, que «si se me pidiera escoger un cine de resonancias cercanas a nuestro universo cultural e incluso algunas opciones expresivas, escogería el de Rumania» y menciona la obra de varios cineastas destacados de dicho país, como Cristi Puiu (Bucarest, 1967), Corneliu Porumboiu (Vaslui, 1975) y Cristian Mungiu (Iasi, 1968).

Asimismo, los artículos donde realiza breves y acertados perfiles de directores y analiza sus trayectorias fílmicas resultan muy valiosos. Por ejemplo, del mexicano Guillermo del Toro señala: «Rara avis surgida en el cine mexicano contemporáneo, pues sus inquietudes creativas se orientan por el terreno de las fantasías bizarras. A contrapelo de las tendencias mayoritarias en su país, proclives a diversos modos del realismo». Por su parte, de la japonesa Naomi Kawase (ganadora de premios en el Festival de Cannes en los años 1997, 2007 y 2017) opina que «con solo cuatro largos de ficción se ha convertido en uno de los nombres más importantes del cine japonés más reciente (…) Por cierto, no se conoce a ninguna otra cineasta japonesa de antes o de ahora que haya alcanzado el nivel creativo de la que motiva esta nota». Y del inglés Alan Clarke (de quien el magnífico actor Gary Oldman comentaba que tenía la capacidad de entender y hacer sentir especial al actor durante el rodaje) expresa que «arraiga en la tradición social del cine británico, aquella que ha estado muy presente a lo largo de su historia (…) El acercamiento realista que utiliza Clarke, por su parte, es el realismo de la mirada, de la observación, con una clara tendencia a destacar a los personajes o las situaciones que se ubican en el centro de la acción».

En lo personal, de su obra resalto el mediometraje Elefante (1989), que carece de diálogos, que no muestra ningún personaje principal sino un colectivo de fríos asesinos, y la filmación parece casi un puro ejercicio de travellings del director (el más extenso, el de los minutos finales, es realmente sorprendente). Y también rescato Made in Britain (1982), con un joven y extraordinario Tim Roth en el papel de un incorregible e insoportable skinhead que no desea reformarse ni reintegrarse a una sociedad ‘normal’ que detesta. Llama la atención (por lo visto en la cinta) cómo el Estado británico intenta salvar, de muchas formas y a través de sus instituciones educativas, a sus jóvenes desadaptados o antisociales. Ese Estado protector con sus jóvenes más problemáticos es algo impensable en una sociedad como la peruana, por ejemplo.

Y no quiero dejar de reseñar el artículo Agnes Varda y Jonas Mekas: vocaciones irrenunciables (páginas 253 a 256), donde León rinde un sincero homenaje a estos ilustres y condecorados realizadores, fallecidos a inicios del año 2019 y cuyas carreras se extendieron por más de cinco décadas, durante las cuales dirigieron cintas de ficción y documentales: «Pero hay algo más que acerca obra y vida en los dos cineastas y es ese magisterio que, así como atraviesa sus respectivas filmografías, así también marca su andadura en el campo del cine: un magisterio estético pero también ético, no solo al interior de sus películas, sino igualmente como línea de conducta y propuesta de vida. Es un liderazgo moral que no está hecho de proclamas, declaraciones fuera de las películas, o de gestos ostensibles al interior de ellas. Un liderazgo no desde el centro, sino desde los márgenes, aunque ellos no hiciesen de esos márgenes (salvo Mekas en sus primeros tiempos de joven combativo) una bandera reivindicativa».

Por otro lado, en la sección Algunas películas del libro, se realizan observaciones muy originales acerca de films como En la ciudad de Sylvia del español José Luis Guerín, Inland Empire del estadounidense David Lynch, Copia certificada del iraní Abbas Kiarostami o La danza de la realidad del chileno Alejandro Jodorowsky. Así como también del magnífico documental argentino Yo no sé qué me han hecho tus ojos de Lorena Muñoz y Sergio Wolf. Esta última obra trata acerca de la estupenda cantante de tangos Ada Falcón, que fue una estrella muy popular en su país durante la década de 1930, pero se refugió inesperadamente, en 1942, en un retiro religioso. León Frías menciona que «es el registro de una indagación, de una pesquisa sobre el pasado de la intérprete tanguera y los posibles motivos de su repentino alejamiento y su prolongado ostracismo». En lo personal, debo decir que es uno de los documentales más conmovedores que he visto en las últimas décadas. Logra momentos de muy significativa emotividad, como los documentales de la chilena Maite Alberdi, aunque sin el vuelo poético de los trabajos del gran Patricio Guzmán.

Además, al comentar la peculiar cinta Jamás llegarán a viejos (They shall not grow old) de Peter Jackson, León Frías asegura que «es una rareza absoluta. No porque sea una pieza extraña a la que se accede con dificultad, sino por tratarse de un documental que registra personajes y escenas de la Gran Guerra que se inició en Europa en 1914». Agrega que «Jackson altera también la duración de los planos e incorpora voces, ruidos y los relatos verbales de veteranos excombatientes grabados en los años sesenta». Es un documental que muestra la dureza de la vida cotidiana de los soldados británicos antes y durante sus enfrentamientos contra los alemanes. De visión obligatoria para todo verdadero interesado en la historia militar del conflictivo siglo XX.

Finalmente, el recordado crítico e historiador de cine mexicano-español Emilio García Riera (1931-2002), de quien el reconocido y multipremiado poeta José Emilio Pacheco decía leer sus críticas diariamente, estaba convencido de que el cine era mejor que la vida, porque evitaba todos los tiempos muertos que nos ofrece la existencia cotidiana. Esa misma percepción es la que nos transmite la lectura del libro Desde la ventana indiscreta. Páginas de cine: se siente que no hay ningún artículo que sobre, que de cada uno podemos aprender algo, que estamos ante un crítico de cine de talla internacional. Todos los textos proponen puntos de vista aleccionadores, útiles, sobre films, directores, actores, géneros cinematográficos o las recientes tendencias en las maneras contemporáneas de hacer cine.

Andréi Tarkovski (1932-1986), el legendario director de cine ruso, manifestó en su libro póstumo Esculpir en el tiempo. Reflexiones sobre el arte, la estética y la poética del cine (1988) lo siguiente: «Debo confesar que las explicaciones e interpretaciones de los críticos profesionales me suelen decepcionar, aun en aquellos casos en que alaban mis películas». No obstante, si Tarkovski hubiera tenido la oportunidad de leer Desde la ventana indiscreta. Páginas de cine, seguramente habría encontrado muchas apreciaciones, análisis y observaciones bien fundamentadas y hubiese entablado un diálogo cinéfilo más que interesante y productivo con el excelente crítico peruano Isaac León Frías.