Ir cambiando el paradigma actual de «Lucha de los opuestos para prevalecer» es urgente. Lo «ingenuo» no es postular a ese cambio, sino el pretender que podemos seguir igual.

Antecedentes fundamentales

Faltan líderes con nuevas visiones acerca de cómo gobernar; no existen adecuados requisitos exigibles a quienes pretenden gobernar nuestras sociedades. La democracia tal como la conocemos está en grave crisis, en Chile y en casi todas partes.

Los personajes con ideologías rígidas, dogmáticas, ignorantes, ambiciosos de poder o figuración, han estado surgiendo como líderes de países, fenómeno acompañado del desgaste de los políticos y partidos tradicionales es una evidencia generalizada. La experiencia reciente del Rechazo abrumador que tuvo el texto propuesto por la Convención Constituyente en el plebiscito de salida en Chile que analicé oportunamente, es un testimonio de este tipo de situaciones.

La enorme desaprobación del gobierno del presidente Boric en Chile a solo 6 meses de ser electo, (60% de desaprobación según encuestas), entre otras ilustraciones, revelan que la ciudadanía clama por tener personas competentes para los cargos a los que se postulan y que además necesitan urgentemente ser escuchados en sus necesidades.

La necesidad de un nuevo paradigma para gobernarnos, que denominamos «Inclusión de los opuestos» que modifica drásticamente la manera de relacionarnos, de gobernar, de legislar, se hace urgente:

Se requiere atender las necesidades reales de la gente, sociedades que prioricen «el bien común ciudadano», que elijan vivir sobre la base de valores humanistas y éticos, amparados en el conocimiento científico y tecnológico generando una cultura donde los «derechos humanos» vayan de la mano con las «responsabilidades humanas»: respetar los derechos de toda la gente, en lugar de sólo exigirlos para sí mismos o para grupos o corporaciones. Ser consecuentes con lo valórico, lo ético, teniendo consciencia de nuestras limitaciones y fragilidades lo que facilita el respeto al prójimo y a nuestro entorno.

El Nuevo paradigma implica escuchar, empatizar, aceptar que como seres humanos somos frágiles, esencialmente ignorantes, limitados, pero también con posibilidades y libre albedrío dentro de las características que tenemos. Que nadie es dueño de la verdad, que no hay «iluminados».

Trabajar en equipo, empatizar, respetarnos en la diversidad de todo tipo, respeto al medio ambiente, a la ecología, al sustento planetario y de la humanidad. Que las decisiones de los gobernantes no ocurran sobre la base de sus prejuicios, fobias, creencias, exclusiones discriminadoras o acciones que generan privilegios a personas u grupos determinados, desde sus ignorancias y soberbias. Eso «no da para más».

Es fundamental tener consciencia que derechas e izquierdas, en el sentido tradicional, están obsoletas: alimentan el viejo paradigma de «Luchas por el poder». Suelen prevalecer ambiciones por figurar, de darse «gustitos» a costa del resto, en un tipo de comportamiento que no pertenece a ninguna ideología en particular dado que la búsqueda del poder por el poder parece «lo típicamente político» transformando su significación de «el arte de gobernar», en una relación de politiquería y desgaste inútil.

Derechas e izquierdas como solución a los diversos problemas que tenemos en los diversos países, no representan una salida efectiva para el siglo 21. Esas posturas ideológicas llevan 300 años de antigüedad y los conflictos violentos se mantienen. La realidad actual social, económica, productiva, del conocimiento, lo tecnológico, es muy cambiante y requerimos otras miradas relacionales.

Es urgente un cambio fundamental de la democracia, el reconocimiento de la obsolescencia de izquierdas y derechas y la necesidad de salirnos del paradigma de «Lucha entre opuestos por prevalecer» a fin de ir generando sociedades con otra manera de gobernar y relacionarnos. Gobiernos sin «oposición y oficialismo» sino de unidad para gobernar, legislar, legitimar la institucionalidad, atender el bien común ciudadano.

Pareciera que el desafío fundamental es altamente creativo: Ir generando democracias donde no sólo exista participación representativa, (solo poder sufragar cada cierto tiempo por candidatos que nominan los partidos políticos), sino democracias que además de ser representativas sean de participación activa voluntaria, con plataformas amigables, con retroalimentación a los mensajes que se envíen por parte de la ciudadanía.

La acción participativa no sólo es dar opiniones, sino tener retroalimentación: diálogos, preguntas, consultas, de lo que se requiera, e informes adecuados trasparentes, conocidos, para que la ciudadanía se informe e interactúe. El desafío es poder salirnos del actual paradigma de «Lucha entre opuestos por prevalecer» para otro swich relacional de «Integración entre opuestos».

Calidad humana como fundamento de un nuevo paradigma

La necesidad de nuevos liderazgos en Chile y en el mundo pasa por la calidad humana de quienes asumen los cargos tanto de elección popular como de funciones públicas. La calidad humana se relaciona al nuevo paradigma relacional y cultural: «La inclusión e integración de los opuestos a través de los acuerdos». No más «luchas». Priorizar el bien común ciudadano implica escuchar a la gente, empatizar con el otro, aun cuando se parta de visiones diferentes. Llegar a acuerdos revisables si se amerita en el tiempo. Gobiernos y sociedades funcionando sobre la base del «mejoramiento continuo».

Hay personas que desenvolvimiento humano, de consciencia, espiritual, de relación con lo diverso, de apertura mental, que los hacen más aptos para trabajar en equipo, practicar la empatía con quienes tienen diversas miradas de los aspectos que deben solucionarse en términos de gobernanza. En más de algún artículo he desarrollado la necesidad de una educación de calidad basada en los valores humanistas y éticos. Este enfoque puede colaborar en ser una referencia.

Pueden encontrarse «ideas fuerza» que son atingentes cuando se anhela una sociedad que priorice el bienestar de sus ciudadanos. Este artículo acerca de Indicadores de felicidad tiene una entrevista a Wenceslao Unanue vivió una experiencia única e irrepetible: conocer in situ al rey de Bután, un país asiático que hacía años medía la Felicidad Interna Bruta, en reemplazo del Producto Interno Bruto (PIB). Bután y la ONU convocaron en ese entonces a 50 expertos del mundo en felicidad -entre ellos Unanue- para conocer en terreno la experiencia e intentar extrapolarla a sus propios países. Es otro enfoque a considerar.

Lenguaje, conceptos y evidencias fundamentales

A veces hay que darle significación al lenguaje que usamos. Los seres humanos no somos «iguales». Todos somos diferentes al igual que toda la manifestación del Universo es diferente. Como seres humanos tenemos diversas características, vocaciones, credos, ancestros, pertenencias. Sin embargo, somos «similares» en nuestras necesidades fundamentales. Una sociedad de bienestar, priorizando el bien común ciudadano, genera condiciones para que los seres humanos tengan sentido existencial en sus vidas. Ha de ser solidaria, con respeto mutuo y al entorno, altruista, con sentido de comunidad. Se trata de no homogeneizar sino de incluir.

La denominada «igualdad» ha de entenderse como igualdad de oportunidades en un Sistema Nacional de calidad educacional básico, que genere la posibilidad para que cada ciudadano dentro de sus características se «realice»: brinde lo mejor de sí mismo. Así se aplica la «igualdad».

La equidad se refiere a repartir en mismas cantidades, por ejemplo, los cargos según géneros. Sólo se tendría que aplicar cuando hay similitud de competencias y características para determinadas funciones; la remuneración ha de ser similar para todos en esa función, independiente del género resultante para los electos. Profundizaremos en otro artículo.

Necesidad de requisitos para postular a cargos públicos

Requerimos generar requisitos adecuados para postular a cargos de todo tipo que estén vinculados a la Gobernanza del país, a la «política» como «el arte de gobernar». Basta de gente incompetente a cargo de gobernar, legislar y similares. Basta de amiguismos, o mero nepotismo. En Chile existen requisitos básicos, mínimos, para postular a la administración pública y para cargos denominados de «Alta dirección Pública». Pero es evidente que en esa materia hay mucho pendiente, muchísimo que mejorar.

Sin embargo, son los cargos sujetos a elección popular desde la presidencia del país, los ministros, los legisladores, los alcaldes, entre otros, que han de tener las competencias y antecedentes de calidad humana, experiencia, conocimientos, que sean necesarios. Revisaremos algunos aspectos a modo de «ideas preliminares y básicas».

Necesidad de «independencia»

Nuestra cultura cívica, nuestro modo de relacionarnos, nuestra actitud mental y emocional debe cambiar urgentemente. Necesitamos sembrar al cambio de paradigma de: «Inclusión de los opuestos en procesos de acuerdos de gobernanza».

Ese paradigma requiere personas independientes mentalmente para ser candidatos a elección popular. En el punto 3 señalamos que como seres humanos no somos «iguales».

Sin embargo, cada cual desarrolla competencias diversas, conocimientos, características personales en madurez, apertura mental, respeto a la diversidad.

En ese aspecto, es necesario descubrir entre quienes se postulen, si cuentan con «independencia» respecto a capacidad de superar posturas cerradas, dogmáticas, excluyentes, prejuiciosas. Los que denominamos «independientes» cuentan además de algo en común: viven en base a valores humanistas, éticos, que los capacitan a escuchar, empatizar, dialogar.

La independencia no significa no poder militar en un partido u organización, o el tener determinada ideología, sistemas de creencias, credos, formas de ver el mundo: de lo que se trata es de no estar ligado, amarrado, a una especie de dogmatismo mental. a una «dependencia decisional». La «independencia» así entendida es parte de los requisitos que se deberían exigir para postular a ser electos a cualquier cargo de elección popular en el más amplio de los sentidos.

Una cosa es darle participación activa a la ciudadanía, lo que es fundamental a fin de conocer sus inquietudes y necesidades, y otra muy diferente, es que sin requisitos previos puedan ser candidatos a cargos de elección. En una Junta de vecinos sin ir más lejos, se eligen como líderes a quienes han mostrado aptitudes para ello. Con más razón si pensamos en cargos de gobernanza de cualquier nivel.

De las competencias

Tener la capacidad por su formación, por sus trabajos y experiencia en trabajar en equipo, en tener las aptitudes para el cargo de elección popular al cual postula.

Antecedentes personales

La independencia señalada implica poder mostrar y evidenciar experiencia en trabajo en equipo, empatizar, respetar la diversidad, sin pretender imponer su propia visión al resto. Tener una visión de la sociedad que incluya la diversidad más allá de sus propias características. Ese requisito es fundamental para postular a cualquier cargo de elección popular acorde al «nuevo paradigma»: «Integración de los opuestos en base a los acuerdos». Los antecedentes tendrán que ser comprobados en base a protocolos de manera práctica y a través de diversos instrumentos que se apliquen a ello.

Claridad respecto a las tareas propias al cargo que podría asumir

Los candidatos a cargos de elección popular han de tener claridad acerca de lo que es fundamental para ejercer el cargo en caso de ser elegido. Esta ha de ser comprobada por la vía de instrumentos protocolizados a dicho efecto.

Nuevo paradigma y bien común ciudadano

El Nuevo paradigma obliga a que la sociedad chilena, del modo que lo decida, más allá de si se tendrá o no un nuevo texto constitucional, ha de tener una Orientación de la Institucionalidad, de legislación del país, orientándolo hacia privilegiar el bien común ciudadano sin privilegios para determinadas personas o grupos. postulo que es más urgente generar las modificaciones requeridas legalmente, a fin de posibilitar la creación de una nueva sociedad para chile que apunte hacia el nuevo paradigma.

Habrá que proceder en Chile, según se estime, dentro de la legalidad vigente para redactar un nuevo texto, para ir creando las bases para procesos que nos lleven hacia una sociedad de Bienestar, de priorizar en bien común ciudadano. Una sociedad que comience a funcionar sobre la base de «Integración de los opuestos». No más un país basado en «Lucha de opuestos»: requerimos dejar de tratarnos como potenciales «enemigos» que nos queremos «imponer luchando», en lugar de llegar a acuerdos que a todos nos hagan sentido. Y no menos importante: no podemos repetir la fracasada reciente experiencia de volver a una Convención con candidatos electos popularmente sin protocolos adecuados y sin requisitos para los mismos. Sería un nuevo fracaso y otro botadero de dinero.