I

Es extraño, ¿no es cierto?, como las certezas se disuelven el pantano de la confusión. Es raro ver que somos capaces de hacer tantos esfuerzos para que la flama del amor sobreviva en medio del torbellino del dolor. Es inaudita la incertidumbre que provoca insistir en someterse a la indiferencia. Y, lo hacemos. Y, lo hago.

Insisto en amarte con una perseverancia que puede escandalizar al mismísimo Sísifo. Me quedo con la mirada estática, como si la concentración que me provoca mirar sin tregua esa pantalla del teléfono lograra el milagro expiatorio de recibir un mensaje que me restituya el alma, que me construya la certeza que yo sé que no existe. Porque, por más que espero y que siga esperando, eso no sucederá.

Es extraño, ¿no es cierto?, que yo insista en dejar que mi amor crezca como las enredaderas salvajes que se trepan por las paredes terrosas y se adhieren a los muros con una fuerza inaudita y sin razón aparente, mientras tú me sigues olvidando. Sacas la guadaña para cortar las ramas y extirpar las raíces del recuerdo o peor aún, de la proximidad... Es raro que yo asuma ese dolor como algo normal y que el escozor, lejos de hacerme dar pasos atrás, sirva de acicate para seguirte deseando.

Podas y las flores germinan, machacas y me dices mentiras que deberían ser obvias para mí, y lo son, pero me encierro en mis tinieblas hasta que no quiero ver que las cosas que haces y dices están diseñadas para pintar mi horizonte de azul y de gris, de miseria y hiel de angustia y desconsuelo. Debiera darte vergüenza, me dicen, me digo. No es ni orgullo ni dignidad ni nada de eso queda. Es una vergüenza perruna. Es una mancha hecha de tizne. Es sal con pus. Mi devoción por ti hace que todas tus mentiras parezcan verdaderas. Sé que no son verdaderas. Pero si la verdad hace que el amor dure menos tiempo, no la quiero ver ni la quiero cerca.

II

Cariño, es extraño, ¿no es cierto? Sé que me haces mal y aun así estoy loca por ti. Rendida, vencida, mi sangre ya no recorre las venas con la fuerza de antes ni reluce en mí el pensamiento inteligente alguno. Vencida y gris. Árida y sin tu presencia. Camino con la postura jorobada y las orejas metidas entre el hueco de los hombros. Mientes. Cada mentira hace que mi adhesión a ti sea más fuerte que antes. Todo el mundo sabe que la nieve se derrite en primavera, que las golondrinas se van en el verano, que el sol ya no brilla tanto en el otoño y que todo viene, va y se pasa. ¿cómo puede el amor pasar y sobrevivir tanto pesar? ¿Por qué las mentiras hacen que mi adoración sea más y más y más fuerte?

Lloro tanto. Lloro como un niño que ha perdido su juguete favorito, como una pequeña que se soltó de la mano de su madre y no encuentra la forma de regresar al hogar. Tal vez piensas que estas lágrimas las derrama un cocodrilo. Una criatura lista puede llorar tanto y tan fuerte hasta que logra todo lo que pretende. La diferencia es que mis lágrimas no me ayudan a salirme con la mía. Sé que el amor puede durar años. Pero ¿cómo puede durar el amor a través de las lágrimas?

No creas que ignoro que me adentro en una epopeya frustrada, en una gesta que se inició sabiendo que estaba perdida. ¿No es así el verdadero valor? Ir a la batalla que no se podrá ganar, ¿no es eso? Puede ser. Tal vez sea la auténtica representación de la necedad. Al principio todo fue una épica heroica y caí prisionera, luego la amargura de la reflexión y los lamentos que devienen de la imprudencia.

III

Mi vida, es extraño, ¿no es cierto? Es raro que bese tus zapatos vacíos, que almuerce tu ausencia, que almacene tus mensajes, que abrace ese pedazo de hoja arrugada con letras malhechas y que mire en secreto las fotos que subes a redes sociales. Empuño la mano del corazón y aprieto la garganta. El gris nunca fue el color de las grandes pasiones. Es una triste guerra que me tocó perder. Si me muero, la muerte me llevará con la cabeza gacha. Muerta, veinte veces muerta, cincuenta veces más muerta, con la boca llena de tierra y los suspiros que revelan el alma herida enredados entre las pestañas que me arranqué en la desesperación de no tenerte.

No hay sentido. Me abandono en ti. Estés o no estés a mi lado. Me imagino entre tus brazos mientras pasa la tormenta, mientras llega el olvido, mientras muero sin verte, mientras me alcanza el tiempo de dejar de pensarte, de vivirte y de acabar con este esperar a que me ames.

IV

Es extraño, ¿no es cierto? Que, por amarte a mi manera, me haya equivocado tanto. Te lastimé. Te inutilicé. Te herí con las palabras más sucias de mi boca. Por amarte, te denigré, para ser feliz, te humillé.