La historia no se repite, a lo sumo puede multiplicarse y hacerse más vergonzosa. En Afganistán los Estados Unidos y la OTAN, han sufrido luego de combatir la guerra más larga de toda su historia, 20 años, una derrota total, que ni siquiera tiene la épica del anterior Apocalypse, Vietnam.

De Saigón, los norteamericanos y sus aliados, se fueron combatiendo hasta el último momento contra un ejército formidable, comandado por un estratega que ha pasado a la historia, el general Võ Nguyên Giáp y un líder político excepcional Ho Chi Ming, de Kabul se fueron con la cola entre las patas, expulsados por tribus armadas y pequeños señores tribales de la guerra.

En Vietnam dejaron un Estado victorioso, un país unificado y, la historia ha demostrado que a partir de esa unificación se ha transformado en uno de los países de más rápido crecimiento y desarrollo en toda Asia y del mundo y que ha ido cambiando al ritmo de los tiempos. El único Apocalipsis fue para los norteamericanos y sus servidores locales y aliados.

En estos días cayó Kabul, sin pena ni gloria, con su presidente títere Ashraf Ghani Ahmadzai, sostenido por miles de millones de dólares «donados» y por EE.UU. por las tropas de la OTAN y que apenas iniciaron su repliegue. En solo 10 días de ofensiva, los talibanes conquistaron casi todo el país y todos sus centros vitales. En Kabul residía un poder incapaz, por si solo, de resistir una ofensiva de los talibanes, que divididos en etnias y en poblaciones diversas y muchas veces enfrentadas, fue capaz de una resonante victoria militar y de darle una lección aplastante al mayor poder militar del mundo.

En diciembre del 2001, en reacción a los atentados del 11 de septiembre en las Torres Gemelas y el Pentágono, una coalición internacional de la OTAN liderada por Estados Unidos invadió el país, derrocó a los talibanes y colocó en el poder a un gobierno prooccidental que constituyó la actual República Islámica de Afganistán. En estos 20 años la guerra nunca cesó y, recién en septiembre de 2020, el gobierno y el Talibán -que controlaba más de la mitad del territorio nacional- iniciaron negociaciones consideradas «históricas» con el fin de alcanzar la paz y constituir un nuevo régimen constitucional, que pueda combinar la visión islámica y la visión occidental. La guerra de 2001 a la fecha, produjo más de 90 mil muertes relacionadas directamente con la guerra, que incluyen los insurgentes, los civiles afganos y las fuerzas gubernamentales. Más de 100.000 personas han resultado heridas.

Afganistán ha sido, desde la antigüedad, un lugar de encuentro de imperios y civilizaciones, así como espacio de intercambio y comunicación de importantes polos culturales y comerciales, entre ellos se destaca la ruta de la seda. Este hecho, así como su estructura tribal, hace difícil la definición de Afganistán como Estado. En este contexto, el territorio recibió tres denominaciones principales en su evolución: Ariana (asentamiento de tribus arias en el II milenio a.C.), Khurasán (Medioevo) y Afganistán en la Edad Moderna. La historia del territorio que ocupa hoy Afganistán es vasta, hay indicios de quienes habitaron estas tierras desde la época de la Prehistoria. Desde la Edad antigua, pasando por la Edad Media, Edad Moderna y hasta la Edad contemporánea ha sido parte de muchos imperios y reinos.

Las excavaciones de los yacimientos prehistóricos permitieron saber que los humanos vivían en lo que hoy es Afganistán hace al menos 50.000 años, y que las comunidades agrícolas de la zona fueron de las primeras en el mundo.

La historia de las invasiones derrotadas en Afganistán, a lo largo de su historia, es muy amplia. La URSS, a partir de abril de 1978, desplegó hasta 120 mil soldados y culminó con la derrota y la retirada soviética en abril de 1992. El gobierno de Kabul y los soviéticos controlaban las grandes ciudades y los ejes de comunicación, la resistencia dominaba el campo. En el interior del país, la resistencia se dividió en centenares de pequeños frentes, correspondiendo a menudo a la segmentación por comandantes locales, en general, intelectuales venidos de las ciudades, mullahs o pequeños notables. Los insurgentes muyahidines, grupos de guerrilleros afganos islámicos fueron apoyados por numerosos países extranjeros, en especial Estados Unidos, Pakistán, Irán, Arabia Saudita, China, Israel y el Reino Unido, quien les proporcionó ingentes cantidades de armas y dinero . En este cuadro es que los Estados Unidos apoyaron y financiaron a Osama Ben Laden, el que posteriormente se transformó en el líder de Al Qaeda.

La población de Afganistán pasó de 13,41 millones en 1979 a 11,61 millones en 1988 como consecuencia de la violencia de la guerra y la crisis de refugiados.

Esta es la guerra más prolongada que hayan perdido los norteamericanos y sus aliados, superando la que combatieron en Vietnam, Camboya y Laos, Fecha (noviembre de 1955 a abril de 1975).

Un gigantesco fracaso político y militar, con un menor saldo de muertos norteamericanos que la guerra de Vietnam, pero la invasión y la derrota en Afganistán dejan detrás una situación muy comprometida en la zona. Irán en un constante enfrentamiento con occidente y en especial con EE.UU. e Israel; Pakistán retaguardia de los talibanes durante toda la guerra y con amplios sectores civiles y militares que respaldan la reconquista talibán del poder; la destrucción de Siria y su ocupación por fuerzas aliadas de occidente, le transformó en una guerra contra el ISIS y fuertes tensiones con su aliado: Turquía y un incremento de la presencia e influencia rusa, que ahora incluso dispone de la base naval de Tartús en el Mediterraneo. China, que durante la invasión soviética apoyó a los insurgentes, hoy es notoriamente una potencia que disputa la hegemonía mundial con los EE.UU. y ese antiguo territorio, base de la ruta de la seda, con un gobierno adversario de occidente, es una nueva oportunidad. China ya comenzó hace más de un mes las conversaciones directas con los talibanes, lo que da una fuerte señal de a quien ya consideran como ganadores de esta guerra y quien asumirá el control del país. Rusia, que refuerza sus fronteras con Afganistán, ahora no tiene en su seno las repúblicas musulmanas de la antigua URSS.

Otro enfoque necesario es el balance que tendrán que hacer los mandos políticos y militares de EE.UU. y la OTAN, que utilizando la más avanzada tecnología bélica disponible, en todos los terrenos, fueron arrinconados y vencidos por milicias armadas notoriamente con otro nivel de armas muy inferiores. Los mejores cazas bombarderos, drones, bombas inteligentes, sistema de comunicaciones y vigilancia, helicópteros y unidades de élite de sus fuerzas armadas y miles de millones de dólares invertidas en los militares y fuerzas de seguridad afganas, no lograron derrotar a los talibanes en más de 20 años de guerra. Lo que sí es seguro, es que los contratistas de la muerte occidentales se enriquecieron a cuatro carrillos. El control del territorio, las tropas con pie a tierra, siguen siendo insustituibles y fundamentales, y no hay electrónica que pueda substituirlas.

Ahora, después de la derrota que demuestra la poca confianza que tienen los líderes occidentales, Trump y Biden (en tándem) que dejaron a sus aliados a los países de la OTAN ligados a tremendo desastre, dejan detrás a los talibanes que volverán a aplicar la ley coránica con la misma o mayor ferocidad. Se tomarán venganza de todos los crímenes que cometieron las tropas occidentales y sus aliados locales en estos 20 años y que fueron prolijamente documentados por decenas de películas y libros, y una sociedad que retrocederá nuevamente al peor medioevo. Con más odios acumulados.

Según el Departamento de Defensa de EE.UU., el gasto militar total desde que comenzó la guerra en octubre de 2001 en Afganistán hasta marzo de 2019, fue de US$760.000 millones. Otros estudios indican que si se hubiesen tomado en cuenta otros elementos adicionales, el costo de la guerra sería cercano a US$1 billón (Un millón de millones de dólares).

Durante esta guerra murieron 2.451 soldados norteamericanos, y en total 3.595 de los otros 31 países que enviaron tropas: (158 Canadá); (455 Gran Bretaña); (86 Francia); (Alemania 54); (48 Italia); (43 Dinamarca); (40 Polonia); (España 34), etc.

Es cierto que la imagen de los EE.UU. ha sido revocalda por el barro, incluso por el ex presidente Donald Trump, pero ahora el mundo entero deberá tomar muy en serio esta lección de que es un país poco confiable, incluso en sus alianzas militares y que todos, absolutamente todos, lo pensarán mil veces antes de embarcarse en cualquier aventura con el liderazgo de los Estados Unidos. Hoy el mundo ya es diferente. ¿Hasta dónde?

Un cambio a nivel local, tendrá sin duda algunas repercusiones en el tablero global.

Notas

Los talibanes (en pashto, transliterado ṭālibān, «estudiantes»), son una facción política-paramilitar fundamentalista islámica sunní de Afganistán. La palabra proviene del vocablo árabe ṭālib, es decir, estudiante, en el sentido más general de la expresión. La forma plural ṭālibān «estudiantes», se traduce del árabe al pastún en un sentido más específico como «estudiante religioso», «novicio» o «seminarista». Las escuelas coránicas son las madrasas, muchas de ellas en territorio de Pakistán.

Fundados por veteranos de la guerra de Afganistán contra la invasión de la Unión Soviética por grupos muyahidines, siguen una doctrina islámica cuya idea central está basada en la interpretación estricta de las vida y obligaciones de un musulmán, para combatir el «libertinaje» considerado normal en las sociedades occidentales.