El primer artículo de esta serie describió la consciencia como la capacidad de tener una experiencia interna basada en sensaciones y sentimientos, lo que los filósofos llaman qualia, y destacó las características de las cuatro categorías básicas de qualia, a saber, las físicas, emocionales, mentales y espirituales. Este ensayo explorará aún más las propiedades básicas de los qualia, la percepción y la comprensión que nos permiten experimentar la vida y encontrar significado y propósito fuera de la vida consciente.

Qualia no puede ser explicada por la ciencia

La naturaleza de qualia no puede explicarse científicamente ya sea como un fenómeno neural, informativo, químico o físico. Este simple hecho sugiere que nos falta algo fundamental en nuestra comprensión de la naturaleza.

Muchos eruditos nos están diciendo que la consciencia es solo una propiedad emergente de un complejo sistema de procesamiento de información. Si esta explicación fuera válida, ya deberíamos ser capaces de crear un robot con una consciencia primitiva, dada la sofisticación de nuestra tecnología de la información actual. El hecho de que ni siquiera sepamos por dónde empezar a diseñar un robot con sentimientos, nos dice que la consciencia pertenece a otro orden de la realidad, una realidad más allá de las máquinas reductivas, algo más allá del mecanicismo.

No hay evidencia de que los patrones eléctricos en la memoria de la computadora, o las señales eléctricas que viajan a lo largo de los cables eléctricos, no importa lo complejos que estos sean, puedan producir qualia. En un robot, estos patrones eléctricos pueden producir respuestas automáticas razonables y apropiadas, y la imitación de un comportamiento consciente puede ser tan buena como para engañarnos, haciéndonos creer que el robot está consciente. Sin embargo, los robots no tienen consciencia. Simplemente hacen lo que están programados para hacer, o lo que han aprendido a través de sus redes neuronales artificiales delineadas por diseñadores humanos conscientes con la intención explícita de imitar el comportamiento humano. En nuestro mundo físico, la consciencia solo puede existir dentro de los organismos vivos.

Nuestra proclividad para proyectar consciencia sobre cualquier cosa que se comporte como nosotros, nos induce a creer que los robots podrían estar conscientes. Los robots no tienen sensaciones, ni sentimientos, ni autoconocimiento, ni libre albedrío, ni significado porque estas cualidades no pueden provenir de algoritmos carentes de consciencia. Percibimos y entendemos solo porque sentimos, y nuestra consciencia es la evidencia más fuerte de que somos más que máquinas. Qualia pertenece a una categoría diferente de fenómenos que los eventos físicos que podemos medir.

Por ejemplo, el conjunto de voltaje creado en los millones de píxeles de un sensor de imagen no produce sensación de luz, color y formas en la cámara digital que graba la imagen. Sin embargo, cuando esos datos de imagen se procesan y se muestran correctamente en una pantalla que genera luz como objetos reales, experimentamos sensaciones como si las imágenes fueran producidas por cosas físicas reales, aunque lo que en realidad estamos viendo son puntos de luz encendidos y apagados para simular la realidad. Esa imagen es solo una realidad virtual, una imitación de lo real. Una imagen de un objeto o una persona no es el objeto real o la persona. Una simulación de la realidad no es realidad. La imitación de un comportamiento consciente no es una prueba de consciencia.

Una máquina no puede convertir señales eléctricas o de luz en qualia. La producción de qualia requiere «algo» que no esté presente en nuestros ordenadores digitales. Si los sistemas nerviosos humanos fueran sistemas de procesamiento de información verdaderamente reductivos como las computadoras, lo que muchos expertos creen, entonces la consciencia tampoco podría surgir del cerebro.

Creer que el cerebro, como un sistema físico que utiliza las leyes físicas que conocemos, puede causar una experiencia consciente, es como creer, que la información que se muestra en nuestro televisor se origina desde el interior del televisor.

El cerebro se asemeja más bien a una terminal inteligente que a una computadora; una terminal que traduce señales del mundo físico en símbolos que nuestra consciencia individual, existente en una realidad que actualmente no entendemos, percibimos y comprendemos. La consciencia es el «espacio interno» en el que la información externa procesada por el sistema sensorial-cerebral —realizando una función como lo que hace una computadora— se convierte en qualia y luego en el significado transmitido por el qualia. La conversión de señales a qualia se denomina percepción. La conversión de qualia a significado se denomina comprensión.

Esta simple analogía con la televisión puede explicar por qué nuestra experiencia consciente depende de que nuestro cerebro esté en buen estado de funcionamiento y, sin embargo, no es una propiedad del cerebro. Si el televisor funciona mal, no tenemos ninguna imagen. Del mismo modo, si el cerebro «terminal» funciona mal o su «pantalla» está apagada, solo llega a nuestra consciencia información corrompida o ninguna información, dependiendo de las condiciones del cerebro. Sin embargo, los qualia no están dentro del cerebro igual que las noticias no están dentro de la televisión. Esta es una explicación eficaz, pero cruda, porque yo pienso que la conexión entre la qualia y la realidad de la consciencia y la realidad física del cerebro es mucho más íntima y compleja que en el ejemplo de la televisión.

Percepción

La percepción es la capacidad de tener una experiencia sensible. Experimentamos el mundo a través de qualia, pero estos no son señales eléctricas ni patrones de bits en la memoria. ¿De dónde viene qualia? ¿Cuáles son los principios físicos que permiten que la actividad electromagnética cerebral se experimente como qualia?

No lo sabemos. Conocemos los principios físicos que pueden explicar los complejos patrones de actividad electromagnética en el cerebro, correlacionados con ver una copa de vino, tocarla, olerla y probarla. Pero ¿de dónde viene el brillo de la imagen de la copa, el «sentido» de sostenerla, la «sensación» del líquido en nuestra boca, el «aroma» y el «sabor» del vino? Nadie lo sabe. La física solo puede explicar cómo una máquina codifica información en algunas señales físicas para representar algunas variables, pero no puede decir nada sobre los sentimientos producidos por dicha información. No hay nada en las leyes conocidas de la física que pueda predecir o explicar los qualia.

También sabemos poco sobre cómo cualquier objeto específico está representado dentro de nuestro cerebro. Es ciertamente algo altamente dinámico y muy diferente de la «imagen del objeto» que percibimos en la pantalla de nuestra consciencia. Pero entonces, ¿de dónde viene esa «pantalla»?

Si cierran los ojos y examinan el espacio mental que parece estar vacío cuando quitan todos los objetos de la percepción, empiezan a reconocer que es como un campo de consciencia, similar a una pantalla de computadora, excepto que este campo es invisible, multidimensional, y parece ser infinito porque no tiene límites. En este campo, todo tipo de patrones internos y externos se «proyectan», no solo información visual, sino todo tipo de sensaciones y sentimientos, correspondientes a realidades internas y externas. Y cada tipo de patrón tiene sus propios tonos característicos de sensación o qualia.

La realidad externa se lleva a cabo adentro y se vuelve «subjetiva» a través de la detección única y el procesamiento de información realizado por el cuerpo —diferente para cada persona— y luego se proyecta hacia afuera en formas «objetivas». Ese campo interior de consciencia que parece extenderse más allá de nuestro cuerpo está iluminado por todo tipo de sensaciones y sentimientos provenientes de la imaginación gráfica de las señales electromagnéticas producidas por el sistema sensorial-cerebral conectado con nuestros sentidos internos y externos.

Los sentidos externos (visión, audición, olfato, tacto y sabor) toman señales del mundo externo y los procesan para producir una imagen compuesta de «objetos», que luego proyectamos fuera de nosotros mismos, como si existieran en esas formas, en los lugares del espacio que fueron calculado por el cerebro. Vemos y escuchamos un mundo «real» por ahí, cuando en realidad es solo una representación, producida dentro de nosotros, utilizando una cantidad infinitesimal de la información que existe en el vasto mundo exterior.

A su vez, los sentidos internos, llamados propioceptores, reciben señales físicas producidas por nuestro cuerpo las cuales una vez procesadas por el sistema nervioso, crean una imagen qualia de nuestro mundo físico interno. Y a todo esto hay que añadir las emociones, los pensamientos y los sentimientos espirituales, cuyo origen sigue siendo un misterio.

La integración perfecta de las cuatro clases de qualia genera una «realidad aumentada» que combina todas nuestras sensaciones y sentimientos en una percepción consciente unitaria que captura todo el estado de nuestro mundo interior y del entorno exterior. Este campo qualia multidimensional nos hace sentir como un agente consciente con libre albedrío interactuando con otros agentes y objetos en el mundo externo. Cada uno de nosotros es el «propietario» único y experimentador de nuestro mundo interior que es estrictamente privado, mientras que el mundo exterior es compartido por todos.

Sin qualia estaríamos inconscientes, traduciendo las señales del mundo físico a otros símbolos y comportándonos en el mundo exactamente igual que nuestros robots, zombis, sonámbulos, sin saber que existimos y privados de una experiencia interior, de significado y de propósito.

La consciencia es indispensable para el ejercicio de lo que consideramos características exclusivamente humanas: pensar, razonar, comprender, querer, imaginar, tener emociones y decidir. La maquinaria que controla los símbolos, por compleja y prodigiosa que sea, es irrelevante, en comparación con el significado inconmensurable de nuestra vida consciente que nos permite «vivir» la información que el cerebro presenta a nuestra consciencia. La consciencia es lo que nos hace experimentar cada momento en nuestras vidas y nos da la capacidad de entender el significado de nuestras percepciones y perseguir nuestros propósitos con intención, determinación y gusto.

Entender, comprender y conocer

Para este y los artículos posteriores, usaré las palabras comprensión, entendimiento y conocimiento con los siguientes significados específicos:

  • La comprensión indica la integración de todos nuestros entendimientos. También proporciona el contexto para que se produzca cualquier nueva comprensión.

  • El entendimiento requiere «obtener» intuitivamente cómo los elementos de un cuerpo de conocimiento están unidos entre sí en el contexto de la comprensión, capturando así el significado más profundo posible.

  • El conocimiento se refiere al proceso que aumenta constantemente la comprensión por la integración de nuevos entendimientos. Conocer es lo que impulsa la evolución y el crecimiento de una persona.

La comprensión generalmente se organiza jerárquicamente. En el primer nivel jerárquico uno entiende solo los hechos desnudos, las unidades «atómicas» de ese cuerpo de conocimiento. El siguiente nivel requiere conocer relaciones significativas entre las unidades atómicas. Usando la química como metáfora, el siguiente nivel de comprensión es como descubrir las «moléculas de significado» en las que esos «átomos de significado» se pueden organizar para obtener un significado más rico. El siguiente nivel implica descubrir relaciones entre esas moléculas. Y este proceso continúa en niveles cada vez más altos.

Cada vez que uno alcanza un nuevo nivel de entendimiento-comprensión, ese repentino «descubrimiento» se expresa por un «¡ajá!» que captura la sorpresa y la alegría de «obtener el nuevo significado» en un instante de deleite. La emoción es proporcional al grado de sorpresa en la manifestación de un entendimiento previamente incompleto. El «¡ajá!» expresa el logro de un nuevo «estado cuántico de conocimiento» que emerge en nuestra consciencia junto con una cuántica de autorrealización o alegría. Y aquí utilizo las palabras emergen y cuánticas intencionalmente porque el aumento de la comprensión aparece en sus propios términos, sin previo aviso, viniendo de nuestro inconsciente, en respuesta a nuestro deseo de saber.

Pero el deseo no es suficiente. El deseo solo actúa como un campo de fuerza, como una «oración» que invita al objeto de nuestro deseo de manifestarse. El deseo simplemente dirige la «capacidad inherente de saber» de nuestra consciencia para entregar el resultado deseado.

El proceso de conocimiento que siempre aumenta la comprensión es completamente desconocido. Ocurre bajo el velo de la consciencia, requiriendo una sofisticada combinación de diferenciación e integración. La diferenciación se basa en la capacidad de discriminar sutiles diferencias y similitudes entre los elementos que uno está tratando de unir a una nueva estructura cognitiva para dar a luz a una nueva comprensión. La integración implica la capacidad de sintetizar un nuevo conjunto de relaciones semánticas entre elementos cognitivos de nivel inferior «conectándolos» en una nueva estructura que, eventualmente, caracterizará la nueva comprensión.

El proceso de conocimiento también requiere una «reorganización» de ciertas relaciones entre los diversos niveles jerárquicos de significado, hasta que surja la configuración final. Esto sucede cuando «misteriosamente» surge una nueva estructura semántica coherente a un nivel superior. Tengan en cuenta que para que ocurra esta notable hazaña, nuestra consciencia debe ser capaz de «saber que sabe», así como de «saber que no sabe». Este tipo de conocimiento interior es aún más notable que el entender y comprender porque insinúa la existencia de algún tipo de «conocimiento directo», también sugerido por las experiencias místicas descritas a lo largo de los siglos.

El conocimiento

En este punto podemos resumir lo siguiente: el entendimiento es local, la comprensión es global, y el conocimiento es el proceso de diferenciación e integración de un entendimiento provisional dentro de la comprensión existente para realizar un nuevo entendimiento y una nueva comprensión.

En otras palabras, una nueva comprensión ocurre cuando un entendimiento provisional (la parte), tratando de autorrealizar e integrarse simultáneamente con la comprensión anterior (la totalidad), llega al punto en que «la parte se integra con el todo» y «el todo incorpora la parte» formando un nuevo todo en un instante de conocer. En ese instante, la nueva comprensión y la nueva comprensión toman su forma final al haberse «adaptado» el uno al otro.

El «¡ajá!» marca entonces el instante impredecible y fundamentalmente creativo de saber cuándo se ha producido la síntesis final. Por lo tanto, la nueva comprensión no puede ser simplemente la suma de un nuevo entendimiento con la comprensión anterior. Este tipo de síntesis requiere diferenciación, integración e intuición para guiar el proceso. Son propiedades extraordinarias que caracterizan la naturaleza más profunda de la consciencia.

Sorprendentemente, muchos eruditos tienden a valorar el razonamiento y el análisis mucho más que la síntesis intuitiva y creativa que vienen con el conocimiento verdadero, a pesar de que la mayoría de los descubrimientos e invenciones se deben a la síntesis creativa.

Es importante darse cuenta de que la percepción, el entendimiento, la comprensión y el conocimiento son procesos «subjetivos y creativos» que tienen lugar dentro de la realidad interior, y son inaccesibles a observaciones externas. Sin embargo, los seres humanos pueden encontrar acuerdos intersubjetivos que les permiten comunicarse entre sí y acordar una realidad común que se convierta en «realidad objetiva por convención».