Ante el temor de muchas personas sobre los posibles efectos nocivos de la vacuna contra la COVID-19, debo señalar que, en realidad, para el beneficio que dan, estos son relativamente poco frecuentes y la ventaja desde el punto de vista personal y global es inmensa. Es importante que la población entienda y sobre todo lea con cuidado las instrucciones de un medicamento si lo va a usar, ya que, no hay medicamento inocuo. Todos, hasta la simple aspirina o una vitamina pueden causar ya sea efectos secundarios leves o graves o, incluso, la muerte o, como en el caso de algunos productos antidepresivos o sedantes y analgésicos, pueden ocasionar adicción permanente.

Lo que voy a relatar no es ficción sino una triste realidad.

El 20 de octubre de este año 2020, la farmacéutica Purdue Pharma, se declaró culpable de tres acusaciones criminales que incluyen, fraude y soborno de médicos, para comercializar el fármaco OxyContin (Oxicodona), producto, que generó la crisis nacional de adicciones en los Estados Unidos, informó el Departamento de Justicia de esa nación. Por la desinformación, las mentiras y las falsedades que señalaba en su producto, y porque distribuyó sin permiso miles de millones de pastillas. Por todo lo anterior fue condenada a pagar $8,300 millones de dólares como multa y penalidad.

El Departamento de Justicia de Estados Unidos también informó que médicos en esa nación recetaban el producto sin un propósito médico legítimo. Esto sucede también con los médicos de otros países con este producto y con muchos otros.

Desde muchos meses antes de la sentencia, y para evitar pagar la multa, la farmacéutica se había declarado en quiebra. Otra compañía Johnson & Johnson (que produjo una vacuna contra la COVID-19 y que ya se está aplicando en el mundo), fue condenada por la misma causa y multada con $572 millones.

Gracias a una decisión del anterior secretario de Justicia, William Barr, nombrado por el presidente Trump, y, con la oposición de los demócratas, al parecer permitió un acuerdo y el gobierno negoció y no penalizó a la familia Sackler, solamente la llevó a un juicio civil.

Dice un periodista, que el narcotraficante mexicano, el «Chapo Guzmán» preso en una cárcel de EE. UU. y considerado el enemigo público no. 1, es un amateur en comparación con los dueños de Purdue, la familia Sackler, que aceptó pagar $280 millones como responsabilidad civil. De 1995 al 2017, ese producto le generó por la venta, entre $35,000 a $60,000 millones a la compañía y, ingresos comprobados a dicha familia por más de $13,000 millones. La familia Sackler son líderes en empresas farmacéuticas de opiáceos. Esta familia es intocable. Continúan haciendo su vida social pese a que su empresa, según la prensa, había causado la peor epidemia de adicción a drogas en EE. UU. Y para venderla la casa farmacéutica le daba como premio a los médicos regalos y hasta viajes a Hawái o Las Vegas. Varios médicos fueron condenados por excesos en las recetas de esta droga a sus pacientes. Se comenta por la prensa que la familia Sackler construyó su imperio farmacéutico gracias a la muerte de cientos de miles de personas.

La Agencia Federal de los Estados Unidos a cargo de la aprobación del uso de medicamentos llamada FDA, aprobó el OxyContin en 1995 y este se vendió hasta el 2017. En el juicio se puso en evidencia que esta agencia autorizó la venta del OxyContin, sin conducir estudios clínicos previos sobre la capacidad adictiva del medicamento (sin embargo, nadie la acusó a ella o sus directores), además, se señaló que podía estipular en sus indicaciones que era la «más segura» droga analgésica, comparada con otras del mercado. Los miles y miles de enfermos que murieron de una sobredosis, seguro vieron esa advertencia y la siguieron.

Diversos médicos, antes que la FDA diera el visto bueno para su venta, habían informado que era un narcótico muy potente y que causaba adicción. Sin embargo, el producto salió al mercado, no sabemos si Purdue no informó sobre esa prevención o si la FDA por algún motivo ignoró las advertencias de los médicos. La farmacéutica en su propaganda para los médicos nunca les mencionó eso, pero avisó que era un analgésico muy potente, capaz de causar adición y suicidio; sin embargo, la mayoría de la gente no lee con atención lo que indican los laboratorios sobre sus productos, ya que confían ciegamente en los médicos y no creen que les recetarían medicamentos de alto riesgo como este y, además, las letras suelen ser diminutas.

En el año 2007, la compañía Purdue y tres ejecutivos fueron condenados y pagaron una multa de $634 millones de dólares por engañar al público sobre los riesgos adictivos del analgésico OxyContin.

Finalmente, la FDA en el año 2016 «exigió» que los medicamentos opiáceos y adictivos trajeran una advertencia respecto a que: provocaban trastornos hormonales incluyendo disminución de las hormonas sexuales. Y que podían causar adicción, sobredosis y muerte. Por cierto, un año antes, en el 2015, esa misma FDA, y pese a que ya debía estar al tanto de los problemas ocasionados por la toxicidad del producto, autorizó su uso para menores de edad.

La Universidad Tufts de Massachusetts, que recibía generosas donaciones de la familia Sackler, logró que un alto ejecutivo médico fuese nombrado profesor adjunto de Salud Pública y, en el año 2003, afirmó que el OxyContin no era adictivo. En el año 2009, la Universidad homenajeó a la familia Sackler, señalando los logros de ella para programas contra el dolor en los Estados Unidos. Por ese tiempo, 11 millones de estadounidenses tomaban este producto y otros más.

Por cierto, luego la propia FDA calificó esta crisis de los opiáceos, donde el OxyContin fue la estrella junto con otras drogas, como la tragedia de salud pública más grande y compleja de los Estados Unidos. Del año 2000 al 2017 había dejado 470,000 muertes por sobredosis. Solo en el año 2018 este producto y los opiáceos provocaron 70,000 muertes, superando el total de muertes por armas de fuego, accidentes de tráfico y muertes por sida.

En el año 2019, miles de estadounidenses protestaron en Washington contra la FDA y el Departamento de Salud de esa Nación, por no haber reaccionado a tiempo y controlado la epidemia de opiáceos; lo único que se logró con el presidente Trump, fue la renuncia del director de la FDA, y, su sustitución por otro y la FDA continuó luego aprobando DSURIA fármaco dos mil veces más potente que la morfina según algunos médicos. Y para continuar, la FDA continua sin supervisar adecuadamente a los fabricantes y distribuidores de opiáceos, y ha autorizado a una subsidiaria de Purdue llamada Adlon Therapeutics, también de la familia Sackler, para comercializar medicamentos opiáceos, según señala el fiscal general de EE. UU. Este producto fue comercializado también, en América Latina y China.

En un documental de la HBO del 10 de mayo 2021, se informa que uno de los encargados de la FDA para dar permiso de salir al mercado a los productos de la compañía Purdue, renunció a la FDA y fue contratado por dicha empresa.

Si uno entra actualmente a Internet y busca dicho producto (ADLON), solo o asociado con acetaminofén, hay varias casas que lo venden para América Latina. (Cigna, Cima, etc.). En países como Costa Rica, se puede obtener con receta médica a un costo elevado $1 por mg o $10 para una tableta.

Nota

Se recomienda ver diversos artículos sobre el juicio en Google, y los de la Internacional Society of Drug Bulletin, en especial los de ética y derecho. También, The Crime of the Century, documental en HBO del 10 de mayo 2021.