Dicen que el filósofo francés Albert Camus dijo, escribió o susurró: «Porque, después de muchos años en que el mundo le permitió diferentes experiencias, lo que más supo, a la larga, acerca de moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debía al futbol (asociación o soccer)». Nunca olvidar que el filósofo del absurdo fue portero, la única posición que entra a la cancha a evitar el tan buscado gol. Una posición absurda.

Algo parecido puedo decir yo, que después de muchos menos mundos, lo poco que sé de moral y de las obligaciones del hombre, se lo debo al football americano. Y en el mes de la postemporada de la NFL y a unos días del Super Bowl (2 de febrero) es el pretexto para hablar de la moralidad que se encuentra entre las yardas. Y porque el americano es juego de exactitud y precisión encuentro cuatro lecciones virtuosas, como las cuatro oportunidades que se tienen para mover el balón.

Primera oportunidad: la eficiencia como virtud

En el football americano hay una máxima: haz lo que tienes que hacer, haz bien tu trabajo. Hay que lograr los objetivos, alcanzar las metas. El motto de Bill Belichick, entrenador de los Patriotas de New England y el entrenador más exitoso de la historia es: Do your job.

Es una virtud que versa sobre lo individual: sobre las responsabilidades y trabajos que cada uno de nosotros tenemos. De poco sirven las buenas intenciones sin una correcta ejecución no sirven de nada. El bien no solo hay que desearlo, hay que hacerlo, y hacerlo bien. Las excusas no sirven, justifican y buscan esconder el fracaso. Como decían los abuelos desde que se inventaron las excusas se acabaron los pendejos. Hay que ejecutar poniendo atención y cuidado en los detalles.

La eficiencia siempre se da en el contexto de la competencia, contra otros pero en mayor medida contra uno mismo. En ese sentido la eficiencia adquiere una dimensión distinta; es exigir lo mejor que uno puede dar. Cada uno de nosotros tenemos un límite o tope a nuestras capacidades y esos límites no definen nuestra valía como seres humanos, pero vergüenza nos debería dar enfrentar la vida con menos que nuestra mejor versión.

En la vida debemos cumplir con nuestras tareas. Vivir es luchar por esas cinco yardas enfrente de nosotros que nos separan de nuestros sueños, obligaciones y deseos.

Es un juego de alto rendimiento de máxima exigencia hacia lo que uno puede lograr. Dar lo mejor es considerado una virtud siempre necesaria. Pues así el emparrillado nos enseña que todo puede pasar en la cancha, uno siempre tiene la oportunidad de ganar.

Aristóteles definía la virtud como el punto medio entre dos extremos; uno por defecto y por exceso. La virtud de la eficiencia sería el punto medio entre el defecto del ineficiente y el exceso de la antisocial y egoísta aptitud descarnada.

Segunda oportunidad: trabajo en equipo

La eficiencia si no está subordinada al trabajo del equipo, al servicio de otros, se vuelve estéril y hasta peligrosa. Nuestros esfuerzos individuales adquieren sentido en la medida que colaboran a la consecución de las metas comunes.

Lo colectivo da sentido al esfuerzo personal. ¿Por qué quiero ser la mejor versión de mí mismo, sino para ayudar a los demás? El football americano es un deporte donde nadie gana solo, donde la división del trabajo y especialización llega a su máxima expresión, por lo que nadie juega ni gana solo.

El trabajo del Head Coach y los Capitales en el campo es lograr sinergia. El nivel y estilo de juego de un equipo es más que la suma de los esfuerzos individuales. Es el resultado de la subordinación libre de los intereses individuales al interés del equipo, pues jugadores y entrenadores ven que el equipo es la mejor vía para garantizar sus éxitos personales. Cada jugador sabe que debe pelear, sacrificarse, estar dispuesto a todo por darlo todo por su compañero. Porque sabe que su compañero, llegado el momento, haría lo mismo por él.

Tercera oportunidad: respeto a las reglas

En el campo existe un gobernante absoluto; las reglas del juego. En un deporte tan violento con jugadores con tanta fuerza y habilidades físicas el riesgo de lesiones graves, permanentes e incluso fatales es alto. En un juego de alta exigencia y rendimiento que necesita límites para evitar tragedias. Y el primer límite son las reglas del juego, que son innegociables; el sueño hecho realidad del Rule of Law liberal.

Romper las reglas genera sanciones no solo individuales sino colectivas. La falta de un jugador castiga a todo el equipo, incluso anulando una gran jugada o una anotación de fantasía. El pañuelo amarillo es la sentencia casi divina que anuncia que las reglas han sido rotas.

Son tan importantes las reglas y la legalidad del juego que el football americano fue pionero en el uso de tecnología para apoyar a los Referee en la impartición de justicia. La repetición instantánea en cada cambio de posesión y jugada de anotación ayuda a garantizar que la justicia humana se ha impuesto.

Por otro lado las reglas garantizan el orden, y la belleza, del juego. Las reglas son el incentivo que provoca que el juego sea espectacular. El Football Americano genera show y fantasía en un ambiente muy controlado, pues su reglas premia el juego atractivo al espectador.

En sentido más sofisticado las reglas del juego se parecen a la Ley Natural que propone Tomás de Aquino como criterio de moralidad. Para Tomás MVP de la Escolástica Medieval, el mundo tiene un orden impuesto, mismo que el hombre en uso de su razón puede conocer. Esa Ley Natural marca las normas morales y éticas que los humanos debemos seguir. Cuando seguimos las Ley Natural somos virtuosos cuando no la seguimos somos viciosos.

Para Tomás de Aquino la Ley Natural es impuesta por Dios, como creador y ordenador del mundo, mientras que las reglas las ponen los dueños de la NFL o directivos de la NCAA.

Cuarta oportunidad: kindness o amabilidad

Existe una realidad terrible que afecta a todos, la vida no es un campo de rosas, nadie golpea más duro ni es más despiadada. El football refleja muy bien esta realidad de la vida; es un deporte donde uno se golpea, donde las lesiones son un riesgo real, donde una mala temporada es un infierno, donde solo uno gana y se debe pelear por cada yarda.

Y ante la crueldad del juego y vida, el mismo football responde con un espíritu que trasciende la cancha y llega a las tribunas, fans, familias y comunidades: ser amable con los demás. La red está llena de videos o historias de actos de benevolencia por parte de jugadores, equipos o dueños hacia personas vulnerables.

La Universidad de Kansas organizó un último acarreo para un hombre octogenario, alumni de su Universidad y veterano de la Segunda Guerra Mundial, acompañado por los jugadores actuales quienes se tomaron en serio la jugada. Prácticamente todos los equipos de la NFL abren sus puertas y entrenamientos a niños enfermos o con discapacidad para que vivan la experiencia de ser parte de sus equipos. JJ Watt, uno de los mejores defensas en la historia, cada año lanza una línea de zapatos para apoyar a veteranos de guerra, e invita al calentamiento antes del juego a niños de todas las edades, situaciones y orígenes. O decenas de jugadores que en Navidad llevan a pequeños de orfelinatos a comprar todos los juguetes que quieran.

Uno de los trofeos más valiosos de la NFL es el Walter Payton NFL Man of the Year, que premia al jugador que con sus actos, fundaciones o iniciativas han tenido un mayor impacto en sus comunidades.

Quizás el ejemplo más fáctico de la amabilidad se presenta cuando un jugador sufre una lesión grave en el terreno de juego. El estadio completo guarda silencio, los jugadores de ambos equipos (de distintas fe) rezan juntos por su compañero mientras los médicos lo atienden. Y cuando el jugador lesionado sale del campo en camilla, todo el Estadio lo despide con aplausos. Esto no solo pasa en la NFL sino en todo campo colegial, hasta en los juegos de pequeños niños.

Posdata

Este texto se escribió el 21 de enero. Hoy conocemos a los equipos que jugarán el Super Bowl de este año. Pronóstico que los Chiefs de Kansas City resultarán campeones.