Este es el séptimo artículo donde hago referencia a la gobernanza planetaria orientada hacia el Bien Común, de la necesidad de que el actual paradigma mental de par de opuestos en el que estamos insertos vaya siendo desplazado por un nuevo paradigma que lo denominamos de inclusión y respeto y que se vaya formando una Escuela Formativa de Conciencia para que lo anterior sea posible que además entregue elementos que deberían formar parte de las bases fundamentales de una educación integral pública planetaria del futuro.

He señalado que si bien parece un sueño o una utopía, parece al mismo tiempo ser una urgente necesidad a la luz de las amenazas destructivas que se ciernen sobre el planeta Tierra y la humanidad que la está habitando.

No sabemos qué tipo de acciones específicas serán necesarias en sus detalles más finos para que lo anterior sea posible ni tampoco de cuánto tiempo sería el proceso. Pueden ser unos cientos de años. Intuyo que este proceso si bien requerirá de acciones por parte de seres espiritualmente evolucionados en el más corto plazo posible, abre un proceso de trabajo interior a nivel individual y global que necesariamente ha de ser de un plazo más largo. No me atrevo a señalarlo cuantitativamente.

Este es un proceso de reflexión, de dudas, de diálogos, de tomar consciencia. De ser osados en nuestra imaginación creativa y de pensar en un mundo mejor.

Quienes piensen que «estamos condenados» a ser estúpidos ya que el «ser humano es así» no tienen evidencia científica para afirmarlo. Tampoco las tengo para invitar a este tipo de reflexiones creativas pero lo que si tenemos son evidencias de que como seres humanos nos podemos relacionar mejor, podríamos tener solucionadas nuestras necesidades básicas y no necesariamente tenemos que tratar de manipularnos y mantener conflictos y guerras puntuales de manera sostenida y en diversos lugares. A lo menos podemos soñar que es posible tener un mundo y una humanidad mejor que la actual.

Los últimos 8.000 años que hemos vivido sobre la base de un paradigma de los opuestos, que es un reflejo de una relación en que prevalece la estupidez humana, pueden ser sólo un período de esta humanidad. Un período que con expansión de nuestra conciencia podríamos superar ya que están los medios tecnológicos y científicos que se siguen desarrollando.

Aunque las actuales religiones nos señalen que hay aspectos fundamentales, que son «palabra de Dios», que son «la verdad», que sin duda no nos han servido para ser mejores personas ni para generar una relación armónica planetaria que muchos estamos extrañando, no es síntoma de que necesariamente esas creencias sean algo verdadero e insalvable, dado que las religiones finalmente son invención de los seres humanos que han vivido dentro de este paradigma de los opuestos del cual ellas mismas han surgido.

Nadie es dueño de la verdad ni nadie puede decir no se puede superar un estado de cosas que nos tiene al borde de un colapso planetario.

Estos artículos son una «provocación», un desafío para pensar que como seres humanos podemos y necesitamos generar un mundo mejor que el actual porque de manera objetiva ya están los medios para hacerlo. Lo que nos impide es nuestra mentalidad encerrada en un viejo paradigma que impide desarrollar las bases fundamentales para cambiar dicho paradigma por otro diferente y generar un planeta y una humanidad mejor, más desenvuelta en lo integral, personal-espiritual.

Propiedad privada y responsabilidad social

En el modelo de gobernanza al que aspiramos, la propiedad privada debe pasar de un derecho sacrosanto a ser reemplazada por la responsabilidad social desde lo individual a lo colectivo.

Uno de los sustentos del actual paradigma del par de opuestos es la propiedad provada. Desde la misma propiedad de la tierra, a veces del agua, del aire por la acción de contaminarlo, hasta la propiedad de los activos denominados «bienes» («¿bienes o males?») de los recursos naturales de manera constitucional o por la vía de concesiones a «privados» y así sucesivamente, se incentiva la profundización del paradigma de los opuestos actualmente vigente que se estima que lleva vigente en este planeta unos 8.000 años de antigüedad.

Existen países como el caso de Chile donde prácticamente todo es privado, hasta el agua que se prioriza muchas veces para fines «no consumibles para las comunidades humanas» sentenciando a grandes poblaciones a depender de camiones aljibes para su consumo básico, mientras unos pocos privilegiados del sector privado que son sus dueños, los utilizan en sus predios agrícolas comercializando y exportando los productos desde sus campos. En el ministerio de Piñera hay varios ministros dueños de derechos de agua.

Eso sucede acá en Chile mientras el presidente Piñera en la ONU pide perdón por las «zonas de sacrificio» (todas fuera de Santiago), pero el agua la mantiene en manos privadas como ha sucedido en estos últimos 29 años ya transcurridos desde la dictadura de Pinochet. Es interesante lo que señala el ingeniero agrónomo chileno Rodrigo Mundaca, reconocido en Alemania con el Premio Internacional de Derechos Humanos de Núremberg, por la lucha que mantiene como secretario general del Movimiento de Defensa por el acceso al Agua, la Tierra y la Protección del Medioambiente (Modatima), trasformado en una de las personas públicas que exponen con mayor claridad el drama de este tema.

El paradigma de los opuestos es la base mental que privilegia «lo privado, el derecho de propiedad por encima del Bien Común».

¿Se da cuenta el lector que el no robarás es un mandato indiscutido de las religiones monoteístas? Eso es un fenómeno planetario. Lo de Chile es sólo una ilustración más. Ciertamente que hay países en el mundo que no tienen el derecho de propiedad en un nivel de categoría casi sacrosanto, pero sin duda que llama la atención que sean las religiones y sus Instituciones quienes defienden a ultranza este supuesto «derecho». Un derecho que surge de la «palabra de Dios»: uno de los mandamientos.

Sin embargo la humanidad se está dando cuenta de esta tragedia y de que es posible comenzar a salir a conquistar un paradigma diferente al que nos rige lo que nos da esperanzas de poder llegar alguna vez a vivir en armonía, paz y respeto mutuo.

Reemplazar el paradigma de los opuestos es ir terminando con lo mío y lo tuyo, con ellos y nosotros; con la ambición de poder para manipular a otros y en lo posible la sociedad en la que se vive, pero en la que no se convive.

Desplazar el paradigma de los opuestos y entrar a un paradigma de inclusión en la diversidad es irse sintiendo parte de un conjunto planetario sin tener que abandonar las pertenencias, las identidades, a sus culturas, países, o a lo que a cada cual les haga sentido, sin que dichas pertenencias impliquen una «oposición» a otras, sino más bien un complemento. Como cuando alguien es hincha o socio de un club de futbol y reconoce en su rival de turno, quien le hace posible jugar y gozar (o sufrir) un determinado encuentro. A mí me gusta el club Santiago Wanderers de Valparaíso pero cuando juega con otro equipo no es «mi enemigo» sino mi rival de turno que hace posible ese encuentro y disfrutarlo.

Preguntémonos qué pasaría si en lugar de «propiedad privada» nos esforzamos en relacionarnos con la tierra, con los bienes, con el ambiente, con el resto de la humanidad, desde una óptica de nuestra responsabilidad social. Una responsabilidad que nos lleva a ser «administradores» de lo que producimos, de lo que usamos, de lo que requerimos. Administradores de «lo social».

No implica que la ropa que cada cual usa, o la casa que habita no la pueda mantener a su manera, a su forma de adornarla y habitarla disponiendo de la misma, que es de su uso personal y/o familiar. Pero se les estaría concedida para cuidarla, administrarla para un uso responsable mientras la necesite.

El agua, el aire, la tierra, los mares, los recursos naturales, todo lo existente pasaría a ser un Bien Común planetario, de la humanidad que habita, respeta y protege el planeta.

El respeto mutuo pasa a ser una actitud determinante y natural entre los seres humanos donde nada le pertenece a nadie. Todo se administra y para todo hay responsables encargados de su usufructo y cuidado. Un mundo u una humanidad muy diferente.

La inexistencia de propiedad privada lleva a una conciencia de integridad e inclusión. Nos hace conscientes de ser parte de un mismo planeta que es un granito que flota en el Universo y de que cada uno de nosotros forma parte de una gran Comunidad diversa y variada que allí habita y se relaciona con respeto y dignidad.

Una economía al servicio del Bien Común donde lo monetario deje de ser un elemento especulativo. Otro tema que puede ser relevante es el tema de la economía y especialmente el papel del dinero, de manera que vuelva a ser lo que fue en sus orígenes: un medio para facilitar la adquisición de productos, un medio para que los productos se transen en “el mercado” y no un medio que además permite apropiarse de riquezas que no necesita, a través de la especulación. Hay referencias de personas que han trabajado en ese campo y que en algún momento habrá que desenterrar para diseñar una economía planetaria que facilite la orientación hacia el Bien Común. Pongo a modo de ilustración para reflexionar en este tema el conocimiento de las propuestas de Silvio Gessel: El Orden Natural.

Existe una antigua experiencia en este campo de lo monetario a principios de los años treinta en el pequeño municipio austriaco de Wörgl am Inn, en donde se introdujo oficialmente y dentro de un marco regional limitado una nueva moneda con tasa de garantía de circulación. El trasfondo venía dado por la crisis de la economía mundial con sus terribles consecuencias en forma de desempleo masivo. Y fue muy exitosa hasta que intervino el Banco Central Austríaco que a través de recursos legales logró impedir que esta exitosa experiencia se sostenga. Así funcionan las Corporaciones que priorizan la ambición de poder en lugar del Bien Común.

Puede conocerse más de esta experiencia en el siguiente link.

Sin duda que hurgando se puede encontrar más material de economías alternativas o herramientas que humanicen la economía existente. Es parte de lo que se deberá crear y diseñar en la economía de la sociedad del futuro.

Los sistemas económicos a nivel mundial, las diversas instituciones financieras que aconsejan mantener economías sobre la base de la propiedad privada, manejadas de modos monetaristas susceptibles de ser trasformados en fuente de especulación y apropiación del trabajo de otras personas auspiciando economías neoliberales crueles, indiferentes, promueven y fomentan una enorme desigualdad en lo económico- social y un incentivo a la acumulación de poder por la vía de una ambición desmedida. Es la expresión del actual paradigma en el que estamos insertos.

Sistemas económicos donde lo fundamental es el crecimiento independientemente del costo ambiental y social que podría conllevar. Este tipo de economía es el que está causando la tragedia de la destrucción ambiental y del cambio climático que aparentemente no cabe lugar a dudas respecto de su existencia.

Se trata de «crecer por crecer» porque «el rebalse» le puede llegar al resto. Es la esencia de lo que postulan quienes aconsejan medidas que finalmente no sólo no solucionan los problemas de los pueblos sino que los agravan.

El papel nefasto que ha significado las «ayudas financieras condicionadas» de los Organismos Financieros Internacionales es bien conocido. Sus medidas monetaristas, rígidas y depresivas a las economías donde esas supuestas «ayudas» (préstamos con intereses que deben devolverse), aumentan los efectos de la contracción de los países donde se aplican y generan un visible aumento de la pobreza interna sin corregir en absoluto los aspectos estructurales de esas economías. La aplicación de préstamos del Fondo Monetario Internacional (FMI) en los diferentes lugares es bastante ilustrativa. Últimamente uno de sus «beneficiados» fue la Argentina de Macri, donde sus «recomendaciones obligadas» generaron un aumento de la pobreza que llega al 34% de los habitantes de ese rico país. Y sin esperanza alguna de cambio gracias a las medidas monetaristas aplicadas.

La Gobernanza planetaria que será posible gracias al cambio del actual paradigma mental, significará un manejo del Planeta de modo tal modo que la economía esté al servicio del ser humano, priorizando el Bien Común, sin enfrentamientos conflictivos motivados por ambiciones de poder sean estas de tipo material, político, religioso o una combinatoria de todo ello.

La elaboración de bienes se ha de determinar según las necesidades del Bien Común y la relación de cada cual con los mismos será de respeto y cuidado. Todo ello genera además una relación amistosa y empática con el resto de las personas. Los productos se elaboran con el concepto de que sean durables, evitándose una chatarra innecesaria y una artificial manera de producción priorizando la rentabilidad de ciertas corporaciones en detrimento del medio ambiente y del Bien Común.