Las leyes protegen la intimidad de los afectados de EM y no les obligan a contar que padecen la enfermedad en la empresa y ofrece incentivos para adaptar el puesto de trabajo a las nuevas características de la persona trabajadora.

En el artículo anterior expliqué las causas más comunes que pueden aparecer cuando una persona que padece esclerosis múltiple se enfrenta al dilema de comunicar a sus jefes y/o a sus futuros empleadores que padece esta patología.

Aspirar a un puesto de trabajo que no está aconsejado para sus condiciones de salud en ese momento

Es conveniente no mentir a la persona que nos entrevista para ocupar un puesto de trabajo, sobre todo cuando nos pregunte si sufrimos alguna limitación para desempeñar las tareas del trabajo.

Como relaté en el artículo anterior, el afectado de EM no tiene la obligación de contar cuál es nuestro estado de salud a nadie si esa no es nuestra voluntad. La nueva legislación europea en materia de Protección de Datos (Reglamento General de Protección de Datos - RGPD), aprobada el pasado mes de mayo por el Parlamento de Estrasburgo, reafirma la salvaguarda su identidad.

Pero en España ya teníamos la integridad de los datos sanitarios altamente protegidos por la legislación. Se trata de la LO 15/1999 del 13 de diciembre, que considera los datos personales del campo de la salud de la mayor protección. Ésta sigue siendo una ley vigente.

Sin embargo, esta protección de los datos concernientes a la salud no significa que pueda mentir deliberadamente si es preguntado por este aspecto. Porque en este caso, la persona cuestionada sí está obligada a responder. Obviar a propósito esta información es motivo de exclusión del proceso de selección en el mejor de los casos. Pero existen ocasiones en las que puede ser considerado incluso como un delito.

Un simple reconocimiento médico puede valer para comprobar si las respuestas que ha ofrecido en la entrevista o en cualquiera otra fase del proceso son verídicas o no. Así que, en conclusión: conviene no mentir.

Desempeñar las mismas funciones que antes del diagnóstico de EM

Existen muchos casos que una persona es diagnosticada de esclerosis múltiple, pero no se encuentra en la tesitura de buscar empleo porque ya lo tiene. Sin embargo, las limitaciones que le provoca la enfermedad van dificultando sus tareas.

Entonces, ¿qué hacer? El temor a perder su puesto de trabajo es una razón más que suficiente para no comentar cuál es nuestro estado de salud en la empresa. Además, tenemos la normativa vigente que ya hemos citado.

Sin embargo, la persona afectada de EM debe de amoldarse a las nuevas circunstancias y evitar males mayores cuando su estado de salud se deteriore. Esta será la razón por la que empuje a desvelar su secreto más preciado: contar que tiene diagnosticada la enfermedad, «negociar» las nuevas condiciones de trabajo y solicitar una adaptación del puesto de trabajo. .

Muchas personas afectadas por una discapacidad sobrevenida (diagnosticada con posterioridad a la ocupación del puesto de trabajo) temen recibir la incomprensión del empresario o lo que es peor: que prescindan de ellos.

El consejo es perder estos miedos. Los trabajadores que sufren cualquier tipo de discapacidad (no solo la provocada por la esclerosis múltiple) pueden estimular el interés del empresario por mantener su puesto de trabajo con los incentivos que en España ofrecen los distintos Gobiernos (central y autonómicos) para la contratación de personal con discapacidad.

Reconocimiento de la discapacidad bonificado en el trabajo

En muchos países de Europa y de América existe un reconocimiento explícito de las limitaciones de cualquier tipo (física, psíquica, sensorial o intelectual). Es decir un certificado de discapacidad, que se basa en los conceptos aprobados por varios estados de todo el mundo en el seno de la ONU y que suscribieron la Clasificación Internacional de la Funcionalidad y de la Discapacidad el 13 de diciembre de 2006.

Poe su parte, en España, el porcentaje mínimo para tener el reconocimiento de ser una persona con una discapacidad es del 33%. Y ese grado mínimo trae aparejadas ayudas públicas para incorporarse al mercado laboral, tanto para el afectado como para el empresario.

Pero para beneficiarse de estos conceptos debemos de estar en posesión de este reconocimiento, que se llama Certificado de Discapacidad. Una vez que dispongamos de él, tanto nosotros como la empresa para la que trabajamos se beneficiará de lo que dispone la normativa vigente en cada país para la incorporación de las personas con discapacidad al mercado laboral.