La guerra comercial de EEUU con China se inscribe en el aislacionismo proclamado por Trump en su lema de campaña: EEUU primero. El aislacionismo no es nuevo en EEUU. Como tampoco lo es el proteccionismo comercial sobre el cual se han erigido las potencias económicas del siglo XIX y XX. Un ejemplo relevante es la construcción del Imperio británico. Consolidada su posición en el mundo devino un acérrimo partidario del libre comercio y de la circulación de bienes, servicios, mano de obra y de capital. Vencedor EEUU en la Primera Guerra Mundial, pero derrotada internamente la posición mundialista de Woodrow Wilson, la política estadounidense se volcó a ensanchar el mercado interno y a la práctica del aislacionismo internacional, opción de la cual sería dramáticamente despertado con el ataque de Japón a Pearl Harbour. En lo económico, la posguerra fue la época del arancel Smoot-Hawley que limitó por miles las importaciones de bienes, derivando así en una inflación incontrolable, manejada por especuladores que se beneficiaron de olas expansivas que finalmente terminaron con el estallido del auge. El alza de la tasa de interés, aplicada por la Reserva Federal, en lugar de restablecer un nivel de demanda efectiva aceleró la crisis con su secuela de paros masivos en el mundo. Fue la Gran Depresión de 1929. En 1936 Keynes escribía que si hay algo que la falacia proteccionista en su forma más grosera y cruda no puede curar es el desempleo1. Pero esa falacia tiene acérrimos partidarios sobre todo cuando los proteccionistas argumentan que invertir en el extranjero significa restarse a inversiones que dan empleo en el país –argumento imbatible para conseguir partidarios en el frente interno y que Trump aplica en la guerra comercial con China.

El factor Trump

EEUU primero en su versión más dura del aislacionismo e implicaciones políticas internacionales plantea de hecho el fin de la Pax Americana. Es el retiro de EEUU del escenario europeo en beneficio de Rusia. Por su relativa independencia energética –recordemos el petróleo de esquisto (shale oil)2 y la falta de compromisos con el cambio climático en la reunión de París en 2015– prescinde en sus preocupaciones de las luchas en el Medio Oriente entre sunitas y chiitas que Arabia Saudita e Irak libran mediante intermediarios en la zona. Como consecuencia del aislacionismo EEUU plantea rebajar su contribución a la OTAN y emplaza a las potencias europeas a cubrir el presupuesto de la organización.

Trump es un personaje impredecible que en repetidos volte face pasa de la amenaza a la amistad; sorprende a sus críticos en los dossiers de Corea del Norte, Europa y Rusia. A recientes amenazas sobre gravámenes a las importaciones de automóviles y barreras al acero y el aluminio de la Unión Europea decide un desarme arancelario a cambio de aumentar las importaciones agrícolas y energéticas de EEUU (soya y gas licuado) y de esa manera avanzar en la eliminación total de aranceles en bienes industriales y la rebaja de las barreras industriales.

Internamente Trump deslumbra a su electorado cuyo desinterés por cuestiones internacionales es conocido. Anuncia mayor crecimiento de la economía y pleno empleo en un esfuerzo por frenar el déficit fiscal. Reitera que la reducción de impuestos propuestos por la dirigencia republicana no tendrá efectos sobre los mayores gastos exigidos por el electorado y aprobados en la Cámara y el Senado pues el crecimiento de la economía se encargará de los mayores gastos y alzas en las tasas de interés. De hecho, las cifras de desempleo de 4% para este año y de un esperado 3,7% para el año 2019 señalan el papel de la deuda en el impulso de la economía –las cifras de empleo muestran una de las más altas tasas de los últimos 20 años. Sin embargo, recordemos que –según cifras de la oficina del presupuesto de la Casa Blanca– para el año fiscal que se inicia en octubre de este año se proyecta un déficit de US$ 1,1 billón o 5,1% del PIB. Cifra no lejana de lo que se vivió con el episodio de la crisis subprime en el período 2009 a 2012. Más aún, el descontrol en la deuda se refleja antes de la burbuja inmobiliaria (2007) con un ratio deuda-PIB de 210% (!). En 2017 ese mismo ratio fue de 100%.

De cómo desde el proteccionismo se llega a la guerra comercial con China

Trump candidato argumenta ante su electorado la degradación de la posición de EEUU en el comercio internacional. Advierte una balanza comercial negativa que en 1995 fue de US$ 124.000 millones y que en 2016, en dólares del mismo año, evolucionó a US$ 800.000 millones de importaciones netas. Las mayores importaciones en 2016 provinieron desde China, las que representaron 21% del total. Peor aún, argumenta, esta performance negativa se debe a prácticas desleales de China. Es más, la acusa de sustracción de secretos industriales y perjuicios a las corporaciones estadounidenses en lo referente a la propiedad intelectual; culpa a la UE y a China de manipular sus divisas y bajar sus tipos de interés para con eso restar competitividad a la economía de EEUU (2018). Según Trump las pérdidas de su país en comercio alcanzarían a US$ 817.000 millones lo que, arguye, justifica plenamente las alzas arancelarias impuestas para así reducir el déficit comercial de EEUU.

Washington anunció en julio 2018 dos paquetes de alzas arancelarias en bienes y servicios por US$ 34.000 millones; el segundo por US$ 16.000 millones para en el mes de agosto alcanzar un monto total de US$ 250.000 millones. Se mencionan aranceles de hasta 25% a una serie de productos chinos, entre ellos el acero y el aluminio. Bajo el argumento de afectar la seguridad nacional, la Comisión Federal de Comunicaciones de EEUU prohibió el gasto de fondos federales en Huawei, fabricante de teléfonos y el gigante de telecomunicaciones ZTE.

En su estrategia el presidente estadounidense reedita viejas prácticas proteccionistas del siglo XIX y de comienzos del siglo XX, cuando la economía internacional funcionaba bajo el patrón oro al que las monedas estaban relacionadas. La teoría de la época prescribía un equilibrio basado en tipos de cambio fijos y fluctuaciones de precios según las fuerzas del mercado libre. Lo cual funcionaba bajo el patrón oro al que las monedas estaban relacionadas. Esto acomodaba a Gran Bretaña que mediante la libra esterlina, moneda internacional preeminente de la época, determinaba el equilibro entre las necesidades de su mercado interno y el saldo de su mercado internacional. Su ventajosa posición financiera internacional así como su comercio exterior le permitía un equilibrio entre exportaciones e importaciones que regulaba la amplitud del crédito interno. En ese mundo la Bolsa de Valores de Londres jugaba un papel central atrayendo y liquidando fondos; casi a voluntad la libra esterlina fijaba el patrón de desarrollo de la mundialización.

Ese mundo feneció después de la Segunda Guerra Mundial, con las tasas de cambio fluctuantes y el fin del patrón dólar en 1971 cuando se declaró su inconvertibilidad. En el presente múltiples Bolsas de Valores y de commodities establecen precios relevantes para el comercio exterior, capitalizaciones y compromisos de deuda internacional, etc.

Un nuevo mundo que resitúa las antiguas guerras proteccionistas

En mayo de 2013 el Consejo de Estado de China anunció un plan operativo para hacer convertible el yuan bajo cuentas de capital. Nótese que el yuan ya era convertible bajo la cuenta corriente que cubre el comercio. En esa época quedaba por materializarse un calendario para liberalizar los flujos de capital. En 2015 el FMI acogió el yuan como moneda de reserva; China retiene la mayor reserva mundial de divisas, alrededor de 3 billones de dólares, y según datos del Departamento del Tesoro es el mayor inversor extranjero de deuda del gobierno de EEUU, con 1,19 billones de dólares en bonos del Tesoro (octubre 2017); además el valor del yuan ha alcanzado su nivel más bajo en los últimos seis años. Siendo China un activo mercado de commodities su evolución en la fase del multilateralismo global se sitúa en el marco de bloques y acuerdos regionales de la mayor importancia.

Mientras EEUU, el mayor socio de la región, se vuelca a sí mismo, la economía china ha expandido dramáticamente relaciones comerciales con los países del G20, el grupo de BRICS, la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS)3, iniciativa a la cual se suma el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura. Frente al retiro de EEUU del TPP, la OCS ocupa un lugar preponderante en las negociaciones por la integración comercial del mundo. La argumentación central en 2013 (año de las visitas del presidente y del canciller de Francia a China) con las potencias del G20 fue la interdependencia en un marco global lo que articula el crecimiento chino a la generación de empleos en Europa. En 2017 las compañías chinas realizaron fusiones y adquisiciones por cerca de US$ 38.000 millones en Europa. Cifra que en la última década se eleva a US$ 318 mil millones i.e., un 45% más de lo que invirtieron en EEUU, con al menos 360 empresas vendidas (Bloomberg). Ese mismo año en Latinoamérica, las fusiones y adquisiciones chinas alcanzaron US$ 11,500 millones. Entonces no es sorprendente que la proporción de ingresos que las estatales chinas generan fuera de su país alcance una cifra récord de 13%. Sin embargo, un efecto preocupante es la directa relación del precio de los commodities con el crecimiento de la economía china. Su ralentización afecta negativamente en los recursos fiscales de los países exportadores del Sudeste asiático, África y Latinoamérica 4.

Situación a la cual se agrega los efectos a nivel mundial del proteccionismo unilateral estadounidense y la ya declarada guerra comercial. Este es sin dudas el tema central de las discusiones en la cumbre de Johannesburgo. En el momento de escribir este artículo (26/07/2018) se abre la conferencia de los países del BRICS en Sudáfrica que representan 32% del PIB y 41% de la población del mundo; prefiguran el ascenso colectivo de los mercados emergentes y países en desarrollo. De esta cumbre se espera un frente unido contra las alzas arancelarias de Washington a través del fortalecimiento de las relaciones comerciales entre los miembros del bloque, tarea nada fácil si se consideran las disparidades de crecimiento, tamaño y endeudamiento de las economías del grupo.

La nueva orientación de la economía china ha tenido su contrapartida en la deuda pública que ha crecido sistemáticamente desde el año 2010 cuando llegó a 33% del PIB –en 2017 se elevó a 50%. El desarrollo del sector servicios y la ampliación del mercado interno, posteriores a la crisis subprime plantea nuevos desafíos que aún no han sido resueltos. La variación anual del crecimiento del gigante asiático desde el 2012 en adelante refleja una caída sistemática. Ese año el crecimiento del PIB bajó de 9,5% en 2011 a 7,9% para registrar en 2017 6,8%. Al mantenerse la estrategia de desarrollo de ampliación del mercado interno, alimentado por el crédito, el ratio deuda-PIB en 2017 registró un 250% es decir US$ 25 billones (millones de millones). Según cifras del FMI los créditos potencialmente en riesgo otorgados a las corporaciones provienen de bancos comerciales, lo cual representa 12% del PIB cifra preocupante que augura eventuales burbujas.

Una nueva fase del multilateralismo global: bloques regionales y divisas relacionadas con commodities

La política de Trump amenaza el multilateralismo global acordado y practicado por la OMC lo que hace prever una reacción fundamental en el mediano y largo plazo. Cuando el yuan fue aceptado por la comunidad financiera y monetaria como moneda de reserva (2015) se abrió la puerta para que los intercambios comerciales a nivel internacional fueran regidos por divisas basadas en commodities, o margen alternativo al comercio basado en el papel moneda dólar. La primera divisa de ese tipo fue el petroyuan, reconocido como tal por el Banco Popular de China y el Banco Central de la Federación Rusa, medio de pago para las transacciones de crudo entre Rusia y China. Nace así la petrodivisa y un terreno de negociaciones que en el largo plazo podrá concretarse ante el recrudecimiento de guerras comerciales.

Esa moneda está referida a un commodity y es aceptada en un mercado entre dos naciones bajo el control y administración de dos bancos centrales. Si existiere el mismo tipo de acuerdo referidos a commodities y en el marco de un bloque de naciones, representadas por sus bancos centrales, podrían concebirse transacciones como aquellas a que da origen el petroyuan. Al igual que el petroyuan, podríamos conjeturar un cobrepeso; un gasrublo, un litiopeso, etcétera. Divisas bajo el denominador de un commodity y que no excluyen en las transacciones del mismo bloque otras ya existentes y que en muchos casos se realizan bajo los compromisos de tratados de libre comercio. Esta divisa-commodity en los hechos asume el rol de una moneda de reserva que si bien puede constituir un espacio restringido de la balanza de pagos, en crisis constituye una última línea de defensa. De esta manera se abren alternativas al papel moneda dominante, el dólar, en rangos limitados del comercio internacional a saber, la comercialización de un commodity y su articulación a una cadena de valor.

En su materialidad la divisa-commodity representa beneficios emanados de la propiedad del commodity involucrado lo que explica no solo el interés en los acuerdos sino además el sustento real de los mismos. Realidad que se reduce a un potencial de intercambios basado en unidades de energía ya sea fósil (petróleo) o renovable (solar, eólica); unidades de electromovilidad (conducción de calor y electricidad con el litio) y conductores (cobre); unidades de comunicación de fibra óptica (componentes de óxido de silicio y germanio); unidades de construcción (madera); unidades de dispositivos electrónicos portátiles, condensadores electrolíticos (coltan) etcétera. Enumeración que señala créditos del bloque comercial y un potencial de intercambios libre de fluctuaciones especulativas; tipos de cambio, pagos y procedimientos que serán acordados entre los bancos centrales del bloque.

En síntesis, se trata de una nueva multilateralidad basada en grupos de países con recursos naturales, base de la divisa-commodity aceptada al interior del grupo. Last but not least, las cadenas de valor inherentes a la explotación del recurso natural y que permiten la internacionalización de la explotación del recurso amplifica el radio de acción de la divisa-commodity. Se abren así horizontes en investigación, tecnología, industria, finanzas, transporte, comunicaciones, al servicio de un commodity que se incorporan al valor del producto final. La cadena de valor de la cual forma parte el commodity permite situar en términos no especulativos el valor real del commodity.

La divisa-comodity se constituirá en un activo financiero al igual que aquellos denominados en moneda extranjera por los Bancos Centrales. Se asegura así el normal funcionamiento de los pagos internos y externos. La relación entre la divisa-commodity y la moneda local se traduce en el crédito interno, garantizado y controlado por el Banco Central.

Es interesante leer a un hombre del poder financiero de comienzos del siglo XIX y que nos sitúa en la realidad del papel moneda en sus orígenes de la época moderna. En 1815 Nathan Mayen Rothschild escribía:

«el hombre que controle el suministro del dinero en Gran Bretaña controla el Imperio británico, y yo controlo el suministro de la moneda inglesa».

El poder financiero de Rothschild, como poder originario del suministro de dinero le permitía el control y garantía sobre la circulación del mismo. La soberbia de su determinación se parangona con la fragilidad de las instituciones bancarias que administran el funcionamiento del papel moneda. Por eso el Banco de Pagos Internacionales (Basilea, Suiza) interviene en las reglas que regulan el coeficiente de cobertura de liquidez y herramientas de seguimiento del riesgo de liquidez. Siempre ha existido esta preocupación. Charles De Gaulle, presidente de Francia lo manifestó en un famoso discurso en 1965.

«Un sistema monetario basado en la moneda de una sola nación es un peligro para el mundo. El hecho de que muchos países acepten que el dólar es tan bueno como el oro, ha llevado a los estadounidenses a endeudarse de manera gratuita a expensas de otros países, porque los Estados Unidos son los únicos que pueden pagar con dólares que solamente ellos pueden emitir».

La inconsistencia del papel moneda explica la sistemática adopción de reglas e instituciones que la cautelan, lo que no logra ocultar la fragilidad de los sustentos del papel moneda. La divisa-commodity entra en los sustentos mediante la propuesta de un Bien Público (commodity) administrado en el comercio internacional por un banco central con las garantías que regulan el crédito interno.

La nueva divisa-commodity en el bloque comercial estará restringida al grupo o bloque de países que la adopte. Las economías emergentes y en desarrollo de Latinoamérica, África y Sudeste asiático encontrarán una solución a intercambios que actualmente se encuentran limitados por el tipo de cambio o fluctuaciones de precios especulativos en el mercado internacional.

Pienso que esta será la respuesta a mediano y largo plazo de este desgraciado episodio de la guerra comercial iniciada por Trump. EEUU refugiado en su proteccionismo aislacionista operará en definitiva en relaciones bilaterales entre la potencia (intermediada por las grandes corporaciones) y el país exportador de algún commodity.

Las relaciones entre países adheridos a una divisa-commodity no les impedirán profundizar relaciones comerciales con aquellos que carezcan de dicha divisa puesto que el dólar papel moneda continuará operando. Pienso que en el largo plazo veremos la constitución de bloques negociando entre sí, con la clara opción a relaciones comerciales protegidas y otras sometidas a la potencia dominante.

No podemos excluir en el futuro proyectos basadas en el poder pagador de la divisa-commodity que consagra complejas cadenas de valor. No olvidemos que tras el papel moneda EEUU esconde deudas impagables.

Tampoco olvidemos que el rasgo central del capitalismo del siglo XXI es la administración de la deuda.

Notas

1John Maynard Keynes:The General Theory of Employment, Interest and Money. Macmillan & Co. 1936 p. 334

2Las cifras de 2017 presentan una espectacular producción de shale oil en EEUU. Según la Energy Information Administration (EIA). Su producción total se situó ese año en 9,9 millones de barriles diarios (Mb/día). Entre enero de 2011 y mediados de 2014, la producción de petróleo en EEUU pasó de 5,4 millones de barriles al día hasta 9,5 millones de barriles. En diciembre de 2017 respecto a diciembre de 2016 se registró un notable aumento de 1,15 Mb/día.

3Ocho países se integraron al OCS en diferentes épocas. China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán formaron parte como fundadores de la organización en 1996. Uzbekistán entró a la organización en 2001, seguido de India y Pakistán que forman parte desde enero de 2016.

4La merma en los recursos públicos es una situación que se ha presentado sistemáticamente en las cumbres entre África y China (Foro de Cooperación China-África, FOCAC) que abordan los temas de comercio, inversión y financiamiento. Siendo 2012 un año de inflexión a la baja en el crecimiento de China (7,9%) en el Foro de 2015 la desaceleración del crecimiento (6,9%) se tradujo en una fuerte caída en los precios de los commodities.