El desasosiego mayor que se deriva de la sentencia sobre el juicio de la manada, donde los jueces no consideraron violación la violación que sufrió una chica a manos de cinco desgraciados en las mal llamadas fiestas de los sanfermines, es la certeza de que el juez que pedía la absolución tuvo obligatoriamente que sentir nostalgia viendo los videos que grabaron los violadores y que fueron presentados como prueba por la fiscalía, como si fueran los videos porno de su juventud, o no se entiende.

Ese juez no considera que hubiera violación porque la chica aparecía en los videos sin sufrir daño aparentemente, ya que no se quejaba y, por lo tanto, había excitación sexual: eso mismo le dijo a la chica en el juicio, juzgando el hecho de que no mostrara emociones como un signo de que lo hacía por voluntad. ¿Cómo puede una persona así ser juez en un juicio por violación en el siglo XXI habiéndose quedado él en la Edad Media?

Aun así, la sentencia dice que en otro de los videos sale acorralada por dos de ellos contra la pared y gritando, pero el juez obligatoriamente tuvo que pensar de manera comparativa al ver esto, con una expectativa previa, es lo único que se puede derivar, decidió que ese video no era de una violación. ¿Comparado con qué otro? Seguro que ha visto muchos videos así sufriendo esguinces del túnel carpiano.

Si los jueces aún no toman los cursos sobre violencia machista que se prevén cuando tienen juicios de este tipo y que se aprobaron hace un año con el Pacto de Estado contra la Violencia de Género y que está sin adjudicación presupuestaria, entonces el único criterio que tienen de interpretar las imágenes y de decir si es o no una violación es únicamente basado en la subjetividad personal. Es decir, parece que un juez debería ser un experto en videos de violaciones y de porno en general, para poder hacer la argumentación que se hace sobre esa supuesta excitación de la víctima, pero a la vez sometimiento, y el análisis absurdo sobre gestos y actitudes que no tiene sentido alguno a menos que la sentencia vaya a ser publicada como una crítica de cine X en la Deep Web. Es indignante que las leyes existan para que personas así puedan abusar de ellas, torcerlas, acorralarlas entre cuatro o cinco jueces en un portal y que hagan lo que ellos quieran.

Esa es la justicia española, donde el presidente del Tribunal Supremo sale en defensa diciendo que las críticas y las manifestaciones populares producidas en toda España en contra de la sentencia «comprometen gravemente» el sistema judicial, y donde no se ve que lo que compromete realmente el sistema judicial es que un impresentable con sotana no vea una violación cuando está viendo un video de una violación y haga un ataque directo a la víctima en el juicio cuestionando hasta su dia a dia, ¿Qué más pruebas va a necesitar en el futuro ante otro juicio por violación para convencerse? ¿Qué tipo de persona está tan insensibilizado o qué tipo de videos verá de consumo particular para haber llegado a este punto tan distante de la realidad?

Al expresarse el juez en esos términos en la sentencia deja claro que también, sin duda, el machismo y la simplificación de la violencia machista, que pone la acusación en la persona agredida, teniendo que demostrar ella su calvario en lugar de tener que demostrar la manada su inocencia, se instala en los tribunales y toma asiento como uno más en la mesa del jurado.

Da todo mucho asco, una sociedad violenta que rehuye del término y aun así se sumerge en él. Los sanfermines, una de las fiestas más patéticas de la, bien llamada, Marca España, violación y asesinato de mujeres y de animales. Porque no hay que dejar de lado el contexto en que se desarrolla todo, en una fiesta que consiste en llevar diariamente a un grupo de toros hasta el lugar donde por la tarde serán torturados, acribillados, espadeados, y todo bajo el aplauso de una sociedad que tampoco ve violencia en este acto. Es curioso que los que defienden la tauromaquia justifican todo lo que se le hace al toro argumentando que el animal no sufre, como si fuera el único mamífero sin sistema nervioso funcional. En algún tribunal podrían decir que han abusado del toro, pero nadie le ha agredido, es más, el toro parecía querer formar parte del espectáculo.

¿Qué es la violencia entonces? ¿Qué es una agresión? ¿Se puede decidir en un tribunal? ¿Puede un juez y su sentencia judicial ser complice no directo, pero sí bajo un concepto paternalista, de las futuras violaciones grupales?

Cuando un violador actúa en solitario, la reacción que más se da es la respuesta física ante el agresor, salga la mujer airosa o no, porque el instinto le dice que al menos tiene una oportunidad de escapar y tiene que aprovecharla, pero cuando es un grupo, cuatro, cinco, seis hombres, que te superan ampliamente en corpulencia, la reacción que el instinto saca a relucir para evitar morir o ser torturada es la sumisión en muchos casos, la pasividad, y el deseo de que termine lo más rápido posible. Esta sentencia, es más que una sentencia, es un precedente de complicidad. Estos jueces son cómplices involuntarios de poner ante la opinión pública la manera más efectiva de violar sin que tenga consecuencias, hacerlo en grupo, no habrá resistencia en muchos casos y después, los jueces machistas, que tengan en su biblioteca personal libros patéticos como El varón castrado, pedirán la libertad de esos violadores. ¿Os habéis parado a pensar cómo hubiera sido la reacción del juez que pedía la libertad de los violadores y cómo hubiera sido la sentencia en sí misma si los violadores hubieran sido cinco negros, o cinco gitanos, o cinco marroquíes, y no un guardia civil, un soldado del ejército nacional, y sus amigotes del fútbol y la burundanga? En fin, eso daría para mucho más...

Es como una trama sutil y encubierta, de la que pocos saben realmente que están formando parte. Es el miedo del hombre primitivo a perder la superioridad histórica y, para ello, como hace siglos, se tiene que iniciar una caza de brujas. La mujer como el elemento distorsionador, el mal encarnado, sin ninguna exageración, estos hombres escuchan que una mujer ha puesto una denuncia por violación y dicen: Iría vestida como una puta, yo la vi al día siguiente por la calle tan normal, lo hace para arruinarle la vida al pobre chaval... Automáticamente, como un instinto de defensa, quizás empatía, quien defiende a un violador es porque también ha tenido pensamientos oscuros sobre ese tema.

Cómplices de la violencia machista desde todos los estamentos y en este caso se dan muchos elementos, porque no sólo se defendían cinco individuos. Lo que se ha evitado es que desde la judicatura salgan perjudicados otros dos símbolos del Estado, la Guardia Civil y el Ejército, que también ha estado y estará en el punto de mira sobre esta violencia y estas continuadas violaciones. Después de que el juez dejara claro en el juicio que apoyaba la versión de la Manada, algo ocurrió al margen de todo eso. Un grupo de soldados, este pasado 12 de diciembre de 2017, mientras se esperaba la sentencia sobre la Manada, en el cuartel de Bobadilla (Antequera, Málaga), drogaron a una compañera y la violaron por turnos una vez inconsciente, instados por el sentimiento de impunidad que sentían, complicidad sin duda con el compañero preso en los sanfermines, porque el concepto de manada se puede poner de moda desde los tribunales, y créanme que no será la última violación grupal que se produzca. Y habrá culpables, pero también habrá cómplices, porque en lugar de dar ejemplo con ellos, se les ha dado una palmadita en la espalda.

Esto no ha acabado, a dia de hoy, el juicio sigue adelante porque ambas partes han recurrido la sentencia. Los jueces actuaron con cobardía, incluída la mujer que formaba parte, y les ha pasado el papelón al Tribunal Superior de Justicia de Navarra, para que estos sí, quizás, ya veremos..., hagan su trabajo. La fiscalía quiere conseguir la pena por agresión, que se ha descartado en esta sentencia porque lógicamente hay pruebas suficientes para ello, y los condenados piden la libertad y retirada de los cargos basada en las muchísimas notas personales que el juez que les apoya metió en la sentencia para que ellos, precisamente, tuvieran ahora esta oportunidad de oro.

Es difícil salir a la calle estos días, ver las aburridas y absurdas banderas de España colgadas aún de los balcones como reivindicando la mediocridad del que vive dentro, y no sentir un reflejo nauseoso, de desconexión con toda esa cultura del golpe en el pecho, y sentir que hay enfermedad en el hecho de sentir orgullo por un país que está podrido desde los reyes, pasando por la justicia, los cuerpos de seguridad del estado, los políticos, y la sociedad machista y complaciente en general... y que nunca cambie nada... y que la indignación sea ridiculizada y que el fuego de la reivindicación haga arder tan, tan lentamente los cimientos de esta civiolizacion.

Quizás poco a poco se derrumbe...

Yo sí te creo... (le hablo a la chica, no a la justicia)