Los principales deportes de invierno, skeleton, patinaje sobre hielo, esquí alpino, snowboard, eslalon, etc., se dieron cita se dieron cita en la ciudad surcoreana de Pyeongchang con la celebración de los Juegos Olímpicos de invierno que se celebraron del 9 al 25 de febrero.

Una cita para la que, como gran parte de las de los deportes minoritarios, la repercusión mediática es escasa; sólo alguna noticia en formato breve, tanto en las noticias como en los telediarios, y poca cosa más. Un circulo vicioso que no hay manera de romper, ya que lo que nace y parte como minoritario seguirá siendo minoritario al no tener repercusión mediática, no llegar a la gente y, por lo tanto, no crear afición.

De hecho, tan minoritario que la delegación española era de las más pequeñas con sólo 13 deportistas, entre los que destacaban el patinador madrileño Javier Fernández o la snowborder Queralt Castellet, principales bazas para conseguir alguna medalla.

Una cita que pudo haber cambiado la historia y, digo pudo, porque a pesar que los deportistas españoles hicieron historia con dos metales, la visibilidad siguió siendo escasa como la de un deporte minoritario.

Primer fue el snowborder ceutí afincado en Sevilla, Regino Hernández, quien se colgó el bronce contra todo pronóstico y es que su nombre no entraba en las quinielas de podio y antes de esta medalla apenas era conocido, incluso en España; después, y haciendo buenas las apuestas, el patinador Javier Fernández, doble campeón del mundo y séxtuple de Europa, siguió los pasos de Hernández con otro bronce que le permitía sacarse la espina de los anteriores olimpíadas donde se quedó a las puertas del podio por centésimas.

Dos metales que hacen historia para la delegación española y es que hacía 26 años que no se colgaba una medalla en uno Juegos Olímpicos, después de las conseguidas por los hermanos Fernández Ochoa, Paquito y Blanca en Sapporo 1972 y Albertville 1992.

Y ahora que ya ha pasado la cita olímpica, ¿qué? Un par de entrevistas, un día de visibilidad y vuelta a la rutina, haciendo auténticas peripecias para compaginar los entrenamientos, la vida laboral y familiar. Un problema compartido por cualquier deportista de un deporte minoritario, pero que aún se complica más si se trata de un deporte invernal, ya que muy a menudo se tienen que emigrar a países con más tradición para poder realizar entrenos de calidad y aspirar, si es que hay alguna posibilidad, a poder conseguir una medalla.

Y si soy de deportes minoritarios…. ¿cómo lo hago?