Recientemente ha estallado uno de los grandes escándalos del deporte español; el Barcelona ha estado pagando casi dos décadas al vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros de la Federación Española de Fútbol. No se sabe aún para qué, aunque la deducción obvia es que para que les favorezcan.

Y la opinión pública, como de costumbre, ya ha juzgado. Da igual que se investigue y que salgan más cosas. Da igual que más equipos pudieran pagar a árbitros (aún está por verse, pero Bartomeu y Rosell afirmaron que así fue). Y da igual que en estos años errores groseros de los árbitros costaran títulos al Barcelona. El más recordado, el de Mateu Lahoz anulando un gol legal en el descuento a Messi en la última jornada de La Liga, en el Camp Nou, ante el Atlético, que quedó campeón. Lo más fácil, y más estando untado, era dejar ese gol valer. Que además en este caso era lo correcto.

Desde Barcelona se vende que es una campaña contra la institución orquestada por Tebas. Y, bueno, con o sin pagos, eso también lo es. Javier Tebas se la tiene jurada a Real Madrid, del que es fan, y, especialmente, al Barcelona. Por esa razón, algo inconcebible, no deja destinar dinero para fichajes dependiendo de dónde sea, en referencia a las palancas del Barça, un método de control insólito y que en otros lugares bordea lo ilegal.

El tema de Tebas con los dos grandes viene de la Superliga y del acuerdo, horroroso, con CVC, que otros equipos firmaron y que Tebas no convenció a Madrid y Barça de hacerlo porque, obviamente, podían obtener mucho mejor rendimiento de sus activos por otros lados. Eso encabronó al fascista presidente de La Liga Santander (es afiliado de extrema derecha), y también a otros clubes, que vieron las condiciones de su CVC menguar por la no inclusión de los grandes y se dieron cuenta de que podían haber obtenido mejores acuerdos por su cuenta.

Los medios de Madrid que, como todos los españoles, ya se olvidan de informar y solo crean polémicas y campañas, se subieron al carro rápidamente con bulos y opiniones infundadas. En algunos casos, como el de Tomás Guasch, incentivando a la violencia. Después, cuando ocurra alguna desgracia, se lavarán las manos, y hasta la próxima ocasión de meter cucharada. Nuestra España.

El caso es que no hubo tal campaña con otros escándalos que han afectado a Florentino Pérez. Lo de sus audios, que, en comparación pasó de puntillas, pero que contenían abusos terribles para la democracia. Que un empresario, y presidente de club de fútbol también, admita que puede poner y quitar directores de periódico y programas de la televisión pública, no la privada con contactos entre empresas, hablamos de la que en teoría es de todos, no afectará a los resultados deportivos directamente como sobornar a un árbitro o amañar un partido (de hecho, hay audios de que Athletic y Levante amañaron uno hace unos años y no ha pasado nada), pero si realmente hay empresarios con ese poder, que los hay, es horroroso para una sociedad democrática. Se mire por donde se mire. Y muy pocos recuerdan ya eso.