En algún momento de nuestras vidas todos hemos tenido miedo….

Miedo al fracaso, a no estar a la altura, a dar todo por alguien que no te corresponde. Miedo a la oscuridad, a las noches frías, a la soledad, a las injusticias. Miedo por sentirte en el lugar equivocado y en el momento equivocado. Miedo a las mentiras, a la hipocresía y la falsedad. Miedo a que no te valoren laboralmente ni a que reconozcan tus fortalezas. Miedo a iniciar un nuevo camino solo sin una guía que te oriente. Miedo al fracaso, a la decepción y a la locura. Miedo a las inseguridades, a la falta de apoyo, a la pérdida de autoestima. Miedo a hacer el ridículo en público, a cantar en un karaoke, a bailar sevillanas. Miedo a no cumplir las expectativas que tenías de pequeño cuando creces. Miedo, miedo, miedo…

El miedo es un sentimiento de desconfianza que nos lleva a pensar y a creer que ocurrirá algo negativo, sin necesidad de que se corresponda con la realidad. En muchas ocasiones, el miedo es solo un mero producto de nuestra imaginación. Y es que tener un poco de miedo en determinadas situaciones es humano y real; pero no se puede convertir en un hábito o rutina de tu día a día.

Lo importante es disfrutar de tu día a día como si se fuera a acabar en un tiempo limitado y tuvieras que disfrutarlo al máximo, el llegar a aceptar tus imperfecciones hasta tal punto que llegaras incluso a amarlas, ser capaz de reírte cada día un poquito más, porque así es más fácil superar los momentos tristes que todos tenemos en algún momento. Poder cantar y bailar hasta el amanecer, ser capaz de compartir tardes y noches de risas y buenos momentos con la gente que te quiere, llegar a viajar sin parar por todos los rincones del mundo, disfrutar de la belleza de una playa, del campo o de una montaña y sentirte en esos momentos que eres realmente feliz.

Porque la felicidad, la alegría y las ganas impetuosas de vivir son la única fórmula mágica de hacer más pequeños los miedos, la tristeza, las inseguridades y las dudas. Porque lo bonito de la vida es que somos reales, no perfectos, con nuestros miedos puntuales y nuestras inseguridades, pero con muchas ganas de vivir y ser feliz.