El nü shu, ahora prácticamente extinto, fue una de las primeras reacciones subversivas contra la dominación patriarcal en el mundo. Originario de la región Jiangyong, en la provincia de Hunan, al sur de China, surgió hace alrededor de 1.700 años como respuesta a la exclusión educacional que sufrían las mujeres de la época.

Sometidas a la autoridad masculina, primero de sus padres y posteriormente de sus maridos, las mujeres debían permanecer encerradas en las casas para hacerse cargo de los hijos y de las tareas domésticas, mientras que la educación formal era una actividad restringida a la que sólo los hombres podían acceder. Como respuesta ante tal discriminación se fue inventando un idioma, de forma progresiva, al que los hombres no tuvieran acceso. Así apareció el nü shu, un sistema de escritura secreto a través del cual las mujeres estrecharon entre sí sus lazos de hermandad como respuesta a la fuerte represión que sufrían por parte del género masculino.

El aprendizaje del nü shu se llevaba a cabo de generación en generación, de madres a hijas o entre cuñadas. A través de este lenguaje, las mujeres vertían sus sentimientos, se daban consejos unas a otras, decoraban los abanicos con versos o bordaban sus ropas. Cabe de destacar que las mujeres de Jiangyong sólo empleaban el nü shu para comunicarse de forma escrita, ya que oralmente se relacionaban a través del dialecto Cheng Guan, igual que los hombres. Éstos, por otra parte, conocían la existencia de este idioma, aunque no le daban demasiada importancia y lo ninguneaban como “cosas de mujeres”. La representación más importante de este tipo de escritura son las “cartas del tercer día”, mediante las cuales madres y tías escribían a hijas y sobrinas diferentes consejos, canciones o advertencias.

A diferencia del idioma chino, que en su versión escrita es logográfico (cada carácter representa una palabra o la parte de una palabra en los vocablos compuestos), el nü shu es fonético, por lo que cada carácter representa un sonido o una sílaba (lo que hace que el número de caracteres sea mucho más limitado). A partir de la Revolución China, en 1949, la educación formal se extendió también a las mujeres y se perdió en gran medida la tradición de enseñar el nü shu, ya que además era una forma de expresión totalmente ninguneada por los varones.

Apenas se conservan testimonios del nü shu, ya que era costumbre quemar los escritos en el funeral de su autora, por la creencia china de que el fuego transporta lo material hacia el otro mundo para que acompañe a su dueño/dueña durante el resto de eternidad. Además, durante la Revolución Cultural (campaña de Mao Zedong, llevada a cabo entre 1966 y 1976, para minimizar cualquier rastro de disidencia) se destruyeron miles de manuscritos en nü shu por miedo a la propagación de culturas antiguas que pudieran ser contrarias a la Revolución.

En 2004 falleció Yang Huanyi, la última mujer conocedora del nü shu, por lo que ese año murió también, en parte, una tradición. Sin embargo, Huanyi, entusiasta de este lenguaje, había entregado una compilación de cartas, artículos y poemas en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Mujer de 1995, celebrada en Pekín, que la Universidad de Quinghua se encargó de editar un año después de su muerte, en 2005. Además, aunque el nü shu ha sido despreciado por las instituciones durante la mayor parte de su historia, en los últimos tiempos ha despertado el interés de multitud de estudiosos y filólogos. De hecho, actualmente el gobierno local lo considera como un atractivo turístico, por lo que se ha abierto un museo en Jiangyong en el que se exponen diferentes bordados, “cartas del tercer día”, poemas y utensilios tradicionales que empleaban las mujeres de la zona en sus actividades cotidianas.