Todos tenemos un pueblo, o todos deberíamos tenerlo. Hay un lugar en algún rincón de los recuerdos donde volvemos con el pensamiento, o aparece como un regalo recurrente en el más dulce de los sueños.

Todos tenemos un pueblo al que siempre queremos volver, donde las tardes de hastío se acompañan con un poco de café y pan, donde la tierra huele a lluvia y miel, la hierva perfecta acaricia nuestros pies, donde nuestra mirada inocente se deslumbraba con la belleza de un arco íris que significaba pura magia, donde eternamente seremos niños.

¿Es posible volver a ese lugar de nuestros años verdes y sentir el mismo frescor de la mañana? ¿Se pueden sentir las olas del mar con el mismo asombro de que cada una trae algo nuevo, una sonrisa, una mirada al cielo? ¿Qué daríamos por regresar?

Por sentir la misma euforia al correr las calles, los campos, pisar los charcos y comer helado hasta que nuestros cerebros se congelen en un subidón inigualable.

Todos tenemos ese lugar donde somos lo que siempre hemos sido y volvemos a recordarlo. Rememorar las sonrisas entre amigos que recuerdan cosas que creíamos olvidadas y con ellos entremezclados en el ámbar de los recuerdos tristes que nos hicieron fuertes para nuevamente mirarlos a la cara declarando: contigo soy y he sido, aún te llevo conmigo, aunque ya no pesas tanto.

Solo te pido que viajes por un instante al pasado; pero no te quedes en él. Pueden ser caprichosas sus redes que nos envuelven y no nos dejan avanzar. No pido que olvides esos fragmentos de la vida; ya son parte arraigada de tu alma, de tu caminar sereno que las horas te han enseñado, de esa luz que te hace brillar. Sigue adelante, sigue construyendo nuevos recuerdos que solo el futuro guarda.

Todos necesitamos un pueblo en donde la mente encuentra sosiego y el corazón rejuvenece. Por eso debes saber muy bien a dónde quieres ir, y más aún jamás olvidar de donde has venido.

El mundo es tan grande, tan abrumador, las oportunidades inagotables, ciudades llenas de caos, de rostros distintos y a veces distantes, aún así puedo andar el camino que me ha tocado en este intrincado viaje, puedo encontrar la belleza en el día que nace, tengo la fuerza de mis raíces, tengo el tesón, tengo todo lo que mi pueblo me dio.