Su mismo nombre lo indica: Babel. Entramos en un espacio que sus propios fundadores definen como un espacio de diversidad. El Arca de Babel es uno de esos rincones "ocultos" que se pueden encontrar en Santa Cruz de Tenerife. Un rincón donde las sorpresas están a la orden del día y donde el visitante puede disfrutar de un ambiente de cordialidad social y laboral, difícil de encontrar en otros lugares.

Irene Fernández y Víctor Hernández son dos de sus fundadores. "Tratamos de que las cosas ocurran dentro de este espacio, eso nos ha llevado a que conecten aquí personas de distintas ramas profesionales y proyectos innovadores que fomentan que la comunidad sea cada vez mayor y más diversa, porque nuestro auténtico tesoro es esa comunidad y su diversidad", apunta Víctor.

Irene relata que "al principio surgió como una necesidad social porque había gente que se había quedado colgada profesionalmente. Éramos cuatro personas que veníamos de áreas laborales muy distintas pero, poco a poco y con esfuerzo, hemos ido sumando socios y accionistas".

A simple vista el Arca de Babel puede parecer una asociación como otra cualquiera, pero creedme que no lo es. "Nuestro punto común entre la visión que compartimos desde el principio es que debíamos tener un espacio de diversidad porque ese era el objetivo final para que, a partir de eso, se creará un proyecto abierto donde cupiese todo", "yo estoy convencido de que a cualquier persona que pase por aquí la puedo convencer de que aquí dentro puede hacer algo" me comenta muy seguro de sí mismo Víctor.

El Arca de Babel incluye dos conceptos: arca como contenedor y Babel como contenido. según me explica Irene. "De esta manera, en este espacio se crean diferentes proyectos muy innovadores y creativos con la interrelación de las disciplinas que se dan aquí dentro". "Aquí han trabajado mezclados diseñadores con arquitectos, sastres con diseñadores de moda, músicos y pintores, etc..."

Obra social y moneda propia

Pero el Arca no se estanca en un mero contenedor de proyectos que genera contenidos. Su ideología va incluso más allá y utiliza como caballo de batalla la autogestión. "Aquí todo el mundo intenta ser lo más sociable posible, nos respetamos y ponemos cosas en común. Eso hace que se creen relaciones personales muy intensas" me comenta Víctor.

"Hemos organizado lo que llamamos el Babel Camp, que no es otra cosa que un campamento en medio de la naturaleza donde los diferentes socios nos reunimos con un plannig de actividades y donde también invitamos a personas y amigos para que nos conozcan".

Actualmente el Arca cuenta con algo más de 120 socios, que por un módico precio de 60 euros al año pueden hacer uso del espacio y de las actividades que se organizan: talleres y cursos de todo tipo de disciplinas, proyecciones, exposiciones, salas de reuniones, proyectos de toda índole, etc...

Pero la auténtica estrella de esta comunidad es el Babel, una moneda complementaria que los propios miembros han acuñado como valor de cambio en la comunidad. Es cierto que en diferentes partes del planeta ya se han puesto en práctica este tipo de proyectos de economía colaborativa. "Queríamos que nuestra economía colaborativa tuviera un valor físico, para ello hemos acuñado cinco monedas diferentes, de 2, 5, 20, 25 y 50 babeles" dice Víctor.

De hecho, no hay más que verlas para saber que no estamos ante una moneda de cambio habitual. Cada una de estas monedas guarda un mensaje particular que se puede leer en su cuño. Desde "La unión hace la fuerza" hasta "gestión y pensamiento"

Víctor detalla que "con ellas circulamos dentro de la comunidad, aceptamos los pagos 100% en babeles. Los socios la pueden utilizar para abonar la cuota anual o comprar acciones. De este modo al socio le interesa cobrar en babeles porque al final eso atrae a clientes que solo poseen babeles y los han de invertir en nuestros servicios o actividades y esto hace que todos salgamos ganando. Además, damos libertad para pagar completa o parcialmente en babeles".

El tercer estadio de este proyecto de moneda particular es la que se lleva a cabo en el barrio donde se encuentra el Arca. De este modo, los negocios que ofrecen bienes y servicios también aceptan los babeles de cara a fidelizar nuevos clientes. Ya hay varios comercios que lo están implementando y comienza a funcionar muy bien.

Trabajo colectivo, asociación, cooperación e intercambio son algunas de las palabras que más suenan en el eco que desprende este Arca que poco a poco quiere crecer para convertirse en un referente y un modelo a seguir en las Islas Canarias.