En el marco del programa Flash del Barcelona Gallery Weekend, ADN Galeria presenta La paradoja del no, una exposición grupal que incluye obras de Carlos Pazos, George Brecht y Robert Filliou. La exposición, que cuenta con un texto de sala escrito por Manuel Borja-Villel, quedará abierta al público a partir del jueves 18 de septiembre a las 12 h.

¿Cómo evitar que una obra de arte se transforme en mercancía? ¿Necesita el mundo más objetos? ¿Se han de seguir produciendo compulsivamente cosas y experiencias? Estas eran algunas preguntas que no pocos pensadores y activistas se plantearon en la década de los años sesenta, cuando devino evidente que la economía y las relaciones sociales giraban en torno al consumo. La vida no se organizaba alrededor de la fábrica, sino del centro comercial. Y un nuevo proletariado, sin horarios fijos y con aparente libertad, empezó a ocupar la esfera pública, transformada ahora en un espacio de publicidad.

Robert Filliou, Georges Brecht y otros, como Dieter Roth, DorothyIannone o Marcel Broodthaers, conformaron un tejido de artistas que, desde diversas perspectivas y modos de hacer, propusieron alternativas a un presente en el que no se reconocían, creando una potente y activa comunidad, situada entre Amberes, Ámsterdam, Dusseldorf y Colonia. Carlos Pazos no participó de esta red. Pero, las inquietudes de los autores mencionados vibran en su trabajo.

Los artistas mencionados inventaron formas a partir de lo que ya existía. El trabajo de Pazos es, a este respecto, ejemplar. Colecciona de modo acuciante todo tipo de efectos: muñecos, muebles, libros, postales, etc. Los extrae del mundo, resignificándolos. Un mickey mouse o una vista turística tienen para él un alcance determinado. El espectador puede aproximarse más o menos, intuir la presencia de una idea o emoción. Aún así, es consciente de la opacidad de una obra que se resiste a ser aprehendida, puesto que no tiene función, ni utilidad. Lo poético surge de lo que la sociedad ya no quiere ni entiende.

Concretamente y para esta exposición, las obras de los tres artistas se organizan en base a cuatro líneas de trabajo no explícitas, pero fácilmente identificables: La escritura, la música, el cuerpo sexualizado y la comida. Son cuatro lenguajes (o cuatro formas de organizar el lenguaje) que tienen una relación privilegiada con la ausencia y la negación. En ellas el concepto de mercancía está y no está, desmintiéndose obsesivamente. Los tres artistas la subliman para poder abandonarla como desecho. Ejemplos de esto son obras con una clara referencia musical, como es el caso de Flute solo (1962) de Brecht, que fue un seguidor aventajado de John Cage e hizo de la partitura un elemento central en su trabajo.

Por otro lado, un claro ejemplo de la imagen del cuerpo sexualizado, la encontramos en la serie de postales Fucking Europe (1949) de Carlos Pazos, repletas de dibujos sexuales y convertidas en collage junto con los sellos. Estas piezas entran en dialogo con Monstersare inofensive (1967) de Robert Filliou, Daniel Spoerri y Roland Topor. Otra serie de fotografías de tamaño postal repletas de garabatos irreverentes que exploran la sexualidad y la censura del cuerpo. La comida está también muy presente a lo largo de la exposición, con diversas botellas en obras como Madame Brulée (2023) de Carlos Pazos o el objeto paradójico que conforma The bottle bottle-opener (1966-1980) de Brecht.

En todas estas obras observamos que el juego, la aleatoriedad, el capricho y el humor son disparos característicos de George Brecht, Robert Filliou y Carlos Pazos. De aquí también que su posición política- hacia cuestiones mencionadas, como la mercancía y la economía del arte, no dé como resultado un activismo contestatario que apuesta por la confrontación directa, sino más bien una forma de estar en el mundo sibilina, emperrada al aplazar el momento crucial donde el hecho artístico tiene lugar. De aquí el papel importante que tienen los actos colectivos como proceso creativo: la correspondencia, mail arte, encuentros artísticos organizados como happenings que finalmente no tienen lugar, etc. Otro ejemplo, la obra de Filliou junto con Emmett Williams, Spaghetti sandwich (1971), se encuentra en la intersección de categorías de comida y escritura, transformando una servilleta de tela en una pieza con texto compuesto por partes escritas a mano y partes mecanografiadas del programa de eventos en la GalerieRaymond Cordier.

Las prácticas de Brecht, Filliou y Pazos se sitúan fuera de las disciplinas. Se diría con Maurice Blanchot que para estos autores el hecho artístico es la experiencia del que no se deja sustraer, de aquello que siente presente no pasa, porque es solo tráfico. El arte es un fenómeno transicional. Genera en el espectador una ilusión que le impulsa a relacionarse con los otros y con un entorno que, aunque exterior, no se percibe como ajeno. Estamos ante tres artistas de dos generaciones distintas, que han percibido los problemas de nuestra época, y la necesidad de escapar al sistema del arte. No han buscado hacer una obra de arte, sino dejar de hacerla.