Pocos instrumentos médicos tienen una historia tan terrible y misógina como el espéculo, y el terror que genera hasta el día de hoy está profundamente justificado.
Los espéculos existen desde hace miles de años. De hecho, ha sido encontrada en las ruinas de Pompeya una versión que utilizaba un tornillo para la dilatación. Se cree que siempre tuvo un objetivo médico, ya sea para atender temas asociados al embarazo, poder realizar exámenes médicos relacionados con posibles infecciones e incluso para tratar afecciones del ciclo menstrual y la fertilidad. Hoy en día se utiliza para hacer la citología cervical (Papanicolaou), que es una prueba para detectar el cáncer de cuello uterino.
La razón por la que existen instrumentos ginecológicos desde tan temprano en nuestros tiempos es porque la reproducción siempre fue un elemento clave para todas las sociedades, por lo que asegurar la descendencia era tema importante para toda la rama médica. Esto, por supuesto, sin importar la comodidad o seguridad de las mujeres involucradas en el proceso.
Hay libros escritos por Hipócrates antes del 370 a.C. que dan cuenta de investigaciones en este respecto, y a Sorano de Éfeso, quien vivió antes del 138 d.C. se le considera uno de los padres de la ginecología, su obra más importante es el Gynaikeia (Sobre las enfermedades de las mujeres), uno de los primeros tratados sistemáticos de ginecología, obstetricia y neonatología. Él utilizaba el espéculo y en sus escritos indicaba que el examen debía hacerse con delicadeza.
El espéculo empezó a utilizarse significativamente menos cuando se extendió el catolicismo en Europa y la virginidad, asociada al himen en ese momento, se volvió un elemento moral. Además, los médicos tenían pudor de explorar de esa forma el cuerpo femenino y solo lo utilizaban cuando era estrictamente necesario. Durante los siglos XVIII y XIX se estableció la ginecología como disciplina médica formal y, con esto, se retomaron los estudios anatómicos y se volvió a popularizar el uso del espéculo, aunque con mucha reticencia aún.
La parte más terrible de esta historia llega alrededor del año 1845, cuando James Marion Sims diseñó una nueva versión del espéculo, que es el que se sigue utilizando hoy en día, 180 años después. El diseño lo hizo para hacer cirugías experimentales en mujeres afroamericanas esclavizadas. Una de ellas recibió al menos 30 cirugías. Las realizaba sin anestesia a pesar de que esta ya se utilizaba médicamente en esos años, porque, según sus registros, esta interfería con sus observaciones quirúrgicas. Las mujeres esclavizadas no podían consentir así que lo hacían sus dueños, sin ningún miramiento sobre el dolor o las consecuencias en su salud física y mental.
Teniendo esto en cuenta, está claro que ese espéculo, también conocido como El espéculo de Sims, no fue diseñado teniendo en cuenta la comodidad o sensibilidad de la paciente sino solamente la necesidad médica y la practicidad para el que observaba.
El espéculo también fue un elemento de discriminación. Recién cuando había avanzado en sus estudios y empezó a tratar mujeres blancas, James Marion Sims decidió utilizar anestesia. Asimismo, el gobierno británico entre 1864 y 1869 aprobó leyes de enfermedades contagiosas que estaban dirigidas a regular las enfermedades de transmisión sexual, como medida para proteger específicamente a los militares. Consistían en que las mujeres que se sospechaba que podían ser trabajadoras sexuales debían someterse a un examen con espéculo obligatorio, cosa que no sucedía con las mujeres de clase alta. Y si las sospechosas se negaban eran enviadas a un hospital venéreo por mínimo tres meses. Por supuesto, no era requerido que los hombres se evaluaran ni eran sancionados. En 1870 surgió un fuerte movimiento de mujeres que exigían abolir estas leyes por ser una forma de violencia y discriminación, y las leyes fueron derogadas 16 años después.
Hoy en día seguimos utilizando un espéculo que fue diseñado sin pensar en las mujeres, de la misma forma que lo ha sido toda la historia de la ginecología. En esta, las mujeres han sido meros instrumentos de fertilidad más que personas de derecho.
Afortunadamente, y gracias al aumento en la participación de mujeres en la ciencia, por fin hoy en día existe una nueva propuesta. Ariadna Izcara Gual, ingeniera en diseño industrial, y Tamara Hoveling, investigadora en diseño médico, ambas de la Universidad de Delft, decidieron rediseñar este utensilio pensando, por primera vez en casi dos mil años, en la paciente. Esta nueva propuesta se llama Lilium por su semejanza con la flor que lleva el mismo nombre y por su mecanismo.
Está hecho de caucho TPV semiflexible de grado médico, un material mucho más agradable que el metal o plástico duro del espéculo actual. Tiene una estructura de tres “pétalos” que se abren suavemente cuando ya han llegado a la ubicación necesaria, y un tubo que permite una apertura controlada. Este diseño mejora la visualización del cuello uterino, hace técnicamente más fácil el procedimiento y además es mucho más amable y respetuoso con la paciente. Asimismo, es más fácil de desinfectar, pues solo tiene dos piezas (a diferencia del espéculo actual, que puede tener hasta nueve).
Este invento puede tener un impacto global enorme, no solo en mejorar la experiencia ginecológica sino también en motivar a que más mujeres se hagan los exámenes necesarios, pues actualmente entre un 30% y 35% de las mujeres evitan sus controles ginecológicos por el malestar que provoca el espéculo.