Durante veinte días de residencia artística en el mítico Edificio Copan, en el centro de São Paulo, llevé adelante un proceso de creación que fue tanto corporal como simbólico, sensible y arquitectónico. Este proyecto —titulado La Línea del Deseo— se desplegó entre pasillos, pasarelas al vacío y habitaciones detenidas. Lo comparto aquí como un archivo en expansión, como una forma de pensar con el cuerpo, desde el deseo y la fragilidad.

El Copan, ese monstruo modernista ideado por Oscar Niemeyer, fue nuestro territorio común: artistas de distintos lugares de América Latina habitamos sus curvas, sus luces y sus fisuras. Cada quien desde su lenguaje, su urgencia, su pregunta. Yo llegué con una: ¿cómo se escribe el deseo sobre la arquitectura?

El cuerpo como línea que interrumpe

El punto de partida fue una idea tomada del urbanismo: la “línea del deseo”, esos caminos informales que el cuerpo traza cuando ignora los senderos normativos. Esa metáfora se volvió clave. Me interesó pensar el cuerpo como un gesto que desborda la forma: no como objeto que transita el espacio, sino como presencia que lo interroga, que lo modifica.

Este proyecto se construyó en diálogo con la danza, la arquitectura y el lenguaje audiovisual. Cada capa aportaba su gramática, pero más que superponer lenguajes, ha sido un intento de que se contaminen entre sí. El cuerpo le hable al edificio; la cámara le hable al cuerpo; la luz filtrada desde las ventanas hable de otra historia, más íntima, más invisible.

Trabajé desde impulsos, improvisaciones guiadas por conceptos como vacío, pertenencia, abismo, encierro, inmensidad. El movimiento fue la manera de pensar, de habitar el Copan no como escenografía, sino como partitura estructural: subir, rodear, caer, esconderse. Acciones mínimas que, en su repetición o rareza, se pudieran volver gestos poéticos.

Este proyecto —actualmente en etapa de postproducción— presenta un conjunto de registros que forman parte de una serie de exploraciones performativas y visuales desarrolladas en el propio edificio Copan.

Las escenas registradas oscilan entre lo íntimo y lo abismal: un cuerpo que avanza por una pasarela suspendida, al borde del vacío, activa una imagen de deseo, vértigo y tensión. En contraste, las habitaciones interiores, con mobiliarios que remiten a una temporalidad suspendida, evocan rituales del cuerpo como archivo y como refugio. El tiempo allí se curva, se densifica, se vuelve piel.

La poética del encuentro multidisciplinario

Se parte del cruce disciplinario como método y como forma poética. Danza, arquitectura y audiovisual no se yuxtaponen: se implican, se modifican mutuamente, generando una indagación sensible en capas.

Cada gesto, cada plano, cada encuadre intenta ser el resultado de una escucha entre lenguajes. Como en un palimpsesto, la superficie visible oculta otras escrituras: movimientos descartados, luces que no se ven, ecos de otros espacios recorridos por el cuerpo.

El encuentro no es solo entre disciplinas, sino entre cuerpos, materiales, memorias y afectos. Esta poética, lejos de buscar síntesis o soluciones, se abre a la contradicción, al pliegue, al desborde.

La dimensión filosófica del proyecto atraviesa la pregunta por el cuerpo como territorio y acontecimiento. Siguiendo a Maurice Merleau-Ponty, el cuerpo no se reduce a objeto ni instrumento: es un sujeto perceptivo, un modo de estar-en-el-mundo. En esta línea, la performance aparece como un campo de conocimiento que se despliega en la experiencia, en la presencia encarnada.

La indagación performativa también se inspira en la noción de transgresión de Georges Bataille, donde el deseo no busca completitud sino el cruce de un límite: allí donde el cuerpo roza lo otro, se desborda, se transforma.

En el Copan, ese límite es espacial, pero también temporal, emocional, simbólico. El cuerpo, entonces, deviene umbral.

Capas creativas: espacio, tiempo e imagen

El trabajo se desarrollo como una investigación en capas: no hay una línea narrativa ni una lógica unitaria. La imagen audiovisual intenta construir una temporalidad propia, poética.

El uso de luz y sombra intenta un diálogo con el espacio arquitectónico y lo resignifica. El tiempo expandido y contemplativo, donde cada imagen es memoria, espera, revelación.

Lo inacabado

Finalmente concluyo esta sinopsis de mi proceso creativo La Línea del Deseo desarrollado en el Edificio Copan, compartiendo una pieza audiovisual “La Poética del Encuentro”, donde articulo con otros proyectos interdisciplinarios desarrollados en los últimos años, con la intención de abrir una reflexión sobre la creación como una experiencia filosófica en sí misma: el cuerpo que investiga, que se desubica, que se deja afectar por el espacio, la luz, el tiempo. Un cuerpo que piensa, que siente, que produce conocimiento más allá del discurso. En el fondo, se trata de sostener una poética del encuentro. Un modo de hacer que se construye en la deriva, en la escucha, en la convivencia con lo incierto.