Esta exposición está compuesta de cinco interpretaciones de la Cordillera de los Andes: Cicatriz, Ornamento, Cementerio, Lecho marino fósil y Lo sagrado. Cada una, una historia tectónica, geológica y arqueológica: una percepción imaginada. Formas de leer una geografía que enmarca la vida de quienes la habitan; relieves subjetivos que configuran una experiencia personal y fenomenológica del paisaje. Un resonar poético de sus formas, perfiles y contrastes.

Diversas muestras de tierras naturales, recogidas en la cordillera de Colombia y Bolivia, se convirtieron en el color de fondo de estas pinturas, formando el sustrato que da origen a cada narrativa e idea pictórica. Una vista a vuelo de pájaro que invita a repensar la escala de las montañas, redimensionando su volumen a través de fragmentos de pliegues y relieves de color. Un paisaje pictórico amplio pero contenido, donde el punto de fuga se intuye en un horizonte que parece alejarse.

Las obras se presentan como cartografías emocionales que entrelazan lo natural y lo simbólico, lo físico y lo espiritual. A través de una estética que oscila entre la abstracción y la evocación, la artista propone una lectura sensorial del territorio andino, donde cada capa de pigmento y trazo revela huellas de tiempo, memoria y pertenencia. Esta aproximación no solo observa la geografía desde lo visual, sino que la habita desde la intuición y la experiencia, invitando al espectador a contemplar la cordillera no como un objeto distante, sino como un cuerpo vivo y palpitante.