El Realismo es una de las teorías clásicas de las Relaciones Internacionales propuesta por figuras tales como Hans Morgenthau y Kenneth Waltz, así como precursores tales como Nicolás Maquiavelo y Thomas Hobbes.

Este principio concentra su valor en la práctica del poder por parte de los actores del Sistema Internacional para condicionar sus acciones, así como en la idea que el sistema es anárquico y que no puede concentrarse el control en un solo actor supranacional.

El gobierno chino a través de los años, desde la Revolución de Mao Zedong, ha desarrollado una política cuyos enfoques pragmáticos se asemejan a un modelo de realismo propio, con algunos aspectos diferenciadores y también con bases filosóficas distintas a las que utiliza los principios occidentales sobre el tema.

Cabe señalar que, como disciplina, es hasta los años 90 que se empieza a profundizar teóricamente en la academia china el “realismo chino”.

Los pensadores clásicos de la filosofía china que inspiran el realismo desarrollado por el gobierno de Beijing incluyen personajes tales como Sun Tzu, autor del libro El arte de la guerra, donde menciona la importancia de la estrategia, la simulación y la flexibilidad en los conflictos para lograr un fin supremo.

Para Tzu, la victoria se logra a través de la inteligencia y la adaptabilidad antes que en la confrontación y, mientras no sea necesario, el conflicto directo no está entre las opciones principales.

Otro pensador fundamental en estos principios filosóficos chinos que inspiran el realismo en la República Popular de China es Confucio, quien, sin ser realista desde una perspectiva tradicional, afirma que por medio de la armonía social y la estabilidad interna se logra un equilibrio para posteriormente optar por el desarrollo del poder a nivel externo.

En este sentido, difiere de la visión occidental tradicional, centrada en la competencia entre actores y no en elementos de equilibrio internos.

Lo irónico de lo mencionado previamente es que existe una serie de teorías y elementos de estudio en occidente donde se insiste en mantener un equilibrio entre las fuerzas centrífugas y centrípetas que le pueden dar estabilidad o inestabilidad a un territorio o a una región, pero al concentrarse tanto en la idea de la competencia, olvidan incluso sus propias “notas mentales” para garantizar la estabilidad. Eso, o el caos es parte de los elementos que se suman a la competencia para lograr objetivos a muy corto plazo.

El tercer pensador chino tradicional es Han Feizi, quien abogaba por un gobierno fuerte y centralizado. De esa manera, habría un control y concentración del poder en una fuerza que garantizaría su administración. Sin ninguna duda, este ha sido el elemento que ha influenciado la forma de hacer política en el gobierno de China desde su revolución en el año 1949.

Si bien estos pensadores son muy anteriores a la República, se transformarían en alguna forma en parte de las influencias del desarrollo de este pensamiento político en el actual modelo estatal de China.

Durante la dinastía Qin, con el liderazgo de Qin Shi Huang, se consolidó la formación de las bases del Estado chino, inspirado con principios de este “realismo clásico” propio, unificando los territorios por primera vez a través del legalismo y el control estatal, así como el desarrollo en infraestructuras para demostrar el establecimiento de este gran poder, por ejemplo, a través de la Gran Muralla, que garantizaría el control territorial, mostrando poder y seguridad sobre sus poblaciones.

También en el siglo III de la Era Moderna, durante la dinastía Han, el pensamiento chino siguió enfocándose en el confucionismo y el legalismo para asentar las bases de sus pensamientos políticos, así como el crecimiento de su influencia en las cercanías de Asia, reflejando esa esencia realista en las relaciones exteriores de los gobernantes chinos, buscando llevar hacia otros territorios esa influencia, aunque desde una perspectiva pragmática y útil para los intereses internos desde una perspectiva de buenas relaciones y de comercio.

Es en el siglo XX que, por medio del Estado moderno chino, se empieza a consolidar este pensamiento realista a partir de la revolución.

Con Mao Zedong se aplicaron principios realistas para la consolidación del poder y la defensa de la soberanía nacional, sin alejarse de la idea pragmática e inclusive rompiendo el esquema de lo que eran las relaciones entre el socialismo soviético y el modelo socialista propio de los chinos, manteniendo el pragmatismo en sus relaciones con vínculos no invasivos con la Unión Soviética y, posteriormente, teniendo acercamientos con Estados Unidos para evitar cualquier amenaza que proviniera de la contra parte, como ocurrió en la década de los 70.

A finales de esa década, y hasta iniciados los años 90, con el gobierno de Deng Xiaoping, se introdujeron otras políticas importantes para mejorar la situación china frente al mundo.

Se dio una paulatina apertura comercial y reformas para priorizar el desarrollo económico como base del establecimiento del poder chino, encaminándose a convertirse en una potencia global, con “el despertar del gran dragón dormido”, como lo auguró en algún momento el propio Napoleón.

Con la llegada de Xi Jinping, se consolida la visión realista de la República Popular de China basada en elementos del realismo clásico, tanto occidental como chino, así como cuestiones asociadas al realismo ofensivo desde una reinterpretación propia, teniendo como elementos claves la seguridad como prioridad suprema del Estado, la hegemonía regional, la disuasión como elemento de poder, así como la expansión global y la creación de dependencias como herramienta del poder económico y base del poder estratégico.

El gobierno chino, con el aplomo en el poder de Xi, ha consolidado su modelo ofensivo expandiendo su influencia en el mar de China Meridional, aumentando el presupuesto militar, ejerciendo sanciones económicas contra sus vecinos para evitar que decidan alinearse a los intereses de Estados Unidos o los aliados en la región indo-pacífica, como Japón, India y Australia.

En cuanto a la formalización teórica del realismo chino, esta se dará primordialmente en los años 90 del siglo XX y a inicios del siglo XXI, con teóricos tales como el politólogo Yan Xuetong, quien señaló el realismo político chino como una corriente dentro de las RRII, en el cual se realiza una simbiosis entre los intereses nacionales del país, la práctica del poder, la filosofía china tradicional y el realismo clásico occidental, junto, por supuesto, con el realismo ofensivo que es principalmente expuesto por John Mearsheimer.

Los elementos fundamentales de este realismo chino moderno (ofensivo) en la actualidad se concentran en la competencia contra Estados Unidos por la hegemonía global, buscando en primer lugar romper con la dependencia del comercio en dólares, promoviendo alternativas monetarias para debilitar el poder que tiene el gobierno de Washington al respecto.

En segundo lugar, en este mismo apartado, busca la expansión tecnológica a través de la inversión en inteligencia artificial (como el bum en su momento de Deep Seek), el desarrollo de tecnologías de la comunicación controladas por el gobierno chino como la 5G de Huawei, el impulso de la computación cuántica y la biotecnología para desafiar la superioridad tecnológica de occidente.

Así también, apuntó a la creación y fortalecimiento de alianzas multilaterales alternativas a los modelos occidentales, no necesariamente democráticos, sino pragmáticos a sus intereses, como el impulso al crecimiento de los países considerados economías emergentes (BRICS+) o la Organización de Cooperación de Shanghái, donde buscan consolidar bloques de influencia en paralelo o en clara competencia a las fuerzas occidentales.

En un enfoque de estrategia global, se impulsa el proyecto de la Franja y la Ruta (BRI) como un elemento de poder, generando dependencia mediante la inversión en infraestructura en países de Asia, África y hasta América Latina (muy cerca de Estados Unidos).

A través de este proyecto, debilita la influencia occidental al dar beneficios con pocas exigencias a cambio que la presencia de elementos chinos por medio incluso de la implementación de un softpower cultural que han venido impulsando a través de las décadas en los diferentes países.

De este modo logran establecer vínculos entre el desarrollo de inversiones y la creación de dependencias económicas, impulsando la agenda china incluso en organismos internacionales en contraposición a las políticas de potencias occidentales, principalmente de Estados Unidos, con quien mantiene una clara competencia desde hace varios años indiferente del gobierno de turno.

Un objetivo que mantiene vigente China en todo su proyecto político es la reunificación y control de todos sus territorios considerados históricos (Macao, Hong Kong, Tíbet, Xinjiang, Taiwán), donde se plantean algunos como objetivos irrenunciables. El caso de Taiwán, por ejemplo, por cuanto el gobierno de Taipéi se ha convertido sin lugar a duda en un aliado y en una zona tapón para los intereses occidentales sobre las políticas de Beijing.

Por esta razón es que el gobierno chino decide presionar a través de ejercicios militares, incluyendo la violación al espacio taiwanés e incursiones en regiones para poner sobre la mesa sus condiciones.

China tiene claro que este objetivo de cara al centenario de la revolución de Mao está cercano, pero no tendría problemas en posponerlo si fuera necesario, porque la base del realismo chino en estos temas es que la espera no es mala por sí misma.

Un segundo autor importante en el realismo chino es el internacionalista Wang Jisi, quien, a diferencia de Yan Xuetong, ha desarrollado una visión más de realismo defensivo, pragmático estratégico y el excepcionalismo chino, que se basa más en un camino propio hacia el desarrollo enfocado en su historia, cultura y sistema político propio sin necesidad de buscar una hegemonía global al estilo estadounidense, sino un ascenso seguro y estable.

Para Wang, China busca primero la estabilidad interna antes que la expansión global, buscando consolidar su poder sin acelerar un choque inevitable (trampa de Tucídides) contra otras grandes potencias.

Ante esto, implementa la estrategia del ascenso discreto (Taoguang Yanghui), utilizando la doctrina de Deng Xiaoping, donde China oculta su poder real hasta que sea el momento adecuado y pueda utilizarlo para la influencia global.

Coincide el académico con Yan sobre el uso de la diplomacia, la economía y la disuasión en el modelo chino para lograr sus objetivos, pero incorpora un elemento adicional y es la importancia de Xi Jinping en un tono más asertivo que el propuesto por el realismo chino ofensivo mencionado previamente, lo que haría que esta visión sea un poco más efectiva.

De esta manera se puede explicar a grandes rasgos el realismo implementado por China a lo largo del tiempo, con sus bases filosóficas y sus principios geopolíticos, intentando reconfigurar el orden global bajo un modelo que fortalezca la idea de esa anarquía global en el sistema internacional o, en el mejor caso, que se transforme en un mundo con un potencial “sinocentrista”, ante lo cual se requiere seguir manteniendo el análisis abierto sobre otros elementos al respecto como el uso de softpower cultural, la disuasión económica, la cooperación y otros elementos que serán abordados posteriormente.

Referencias

Akdağ, Z. (2024). China’s Assertive Foreign Policy and Global Visions Under Xi Jinping. “Akademik İncelemeler Dergisi”, 19(1), 204-221.
Costantini, F. (2016). El Paradigma de Armonía en la tradición Confuciana. “Revista Estudios”, (33), 477-508.
El País. La irrupción de la IA china DeepSeek sacude las Bolsas al amenazar el dominio de la estadounidense Nvidia y otras tecnológicas.
Jisi, W. (2011). China's search for a grand strategy: a rising great power finds its way. "Foreign Affairs, 68-79".
Jordán, J. (2018). El conflicto internacional en la zona gris: una propuesta teórica desde la perspectiva del realismo ofensivo. "Revista Española de Ciencia Política", (48), 129-151.
Sing, T. (2014). Contemporary Foreign Policy of China: Legacy of Deng Xiaoping. Institute of Peace and Conflict Studies.
Sun, T. (2016). El arte de la guerra. Aegitas.
Winston, K. (2005). The internal morality of Chinese legalism. Sing J. Legal Stud., 313.
Xuetong, Y. (2012). Ancient Chinese Thought, Modern Chinese Power.
YAMAZAKI, A. The Rise of the Taoguang Yanghui in Chinese Diplomacy.