La llegada de Internet a la sociedad, sin lugar a duda, ha permitido una infinita variedad de transformaciones y cambios en diversas áreas del conocimiento. Ha democratizado muchos aspectos de nuestra vida y la información es uno de los que notablemente se ha favorecido de este avance.

Pese a que muchos medios de comunicación (prensa, televisoras, estaciones de radio e incluso la publicidad) dieron este gran «salto cuántico» a la era digital, también han puesto en cuestionamiento este modelo, con información a todo el mundo, creando un sinfín de contenidos (cotejados o no).

No todo es maravilloso. El ciberperiodismo o «periodismo en internet» como refieren algunos teóricos, enfrenta serios desafíos (uso de fuentes informativas, empleo de herramientas digitales, condiciones éticas, evidencias, etc.) que afecta desde profesionales de la comunicación hasta la sociedad que consume la información.

El modus operandi de los medios y los periodistas ha cambiado con la aparición de este nuevo paradigma tecnológico a través de un modelo insostenible de excesiva atención al clic, lo que representa también un reto para la humanidad.

Ante la constante y acelerada evolución que está experimentando el mundo producto de la incorporación de la Inteligencia Artificial a nuestras vidas ¿los ciudadanos estamos preparados para responder a situaciones donde la información cuelga de una delgada línea entre la verdad y el engaño?

Veamos más adelante.

Presentadores «falsos» de noticias

A principios de febrero de este 2023, uno de los significativos periódicos estadounidenses, New York Times, dio a conocer una información en la que explica que los supuestos presentadores de noticias del canal Wolf News, eran falsos.

Según Graphika, empresa de investigación americana que estudia la desinformación, la sincronización del movimiento de las bocas de los presuntos presentadores, las irregularidades en sus voces, los rostros pixelados y las anomalías en algunas partes del cuerpo, fueron evidencias que reflejan la utilización de deepfake en la conducción del noticiero en 2022.

Graphika señaló que estos avatares generados con el uso de la informática y creados por programas de inteligencia artificial se trata del «primer caso conocido de uso de tecnología de video deepfake —marionetas digitales parlantes— para producir personas ficticias como parte de una campaña de información alineada a un Estado (China)».

«Esta es la primera vez que vemos que una operación alineada con el Estado utiliza imágenes de video generadas por IA de una persona ficticia para crear contenido político engañoso», dijo Jack Stubbs, vicepresidente de inteligencia de Graphika a la agencia internacional de noticias AFP.

Ante este tipo de circunstancias, es evidente que está surgiendo una nueva corriente que intenta formar vidas paralelas, a propósito del avance de la tecnología.

Aunque parezcan «divertidas», y aligeren la carga laboral en ciertos aspectos, las deepfakes pueden llegar a perjudicar a las personas, empresas o a la sociedad en su conjunto provocando mayor desconfianza y escepticismo en los medios de comunicación.

«Face-ing Our Realistic Digital Self» con Koki Nagano de TEDx Charlottesville, Carolina del Norte, EE. UU.

Periodismo a la marcha

Aparentemente el periodismo está mucho más atento a lo que demanda el lector. Se necesita mucho más contenido multimedia, textos más breves y concisos para que el consumidor de noticias comprenda lo que está ocurriendo en poco tiempo de lectura.

Sin embargo, esto no debe ser combustible para que a la sociedad le cueste distinguir lo real de lo ficticio. Más bien todo lo contrario, que sea mecanismo para seguir consolidando diversos métodos de verificación de la información.

Desde que se aplicó Internet en este periodo de la humanidad, es evidente que hemos podido acceder a la información casi desde cualquier lugar y ya no conocer los acontecimientos en 24 horas, sino de manera instantánea.

Esto ha provocado que el ciberperiodismo contribuya a la carrera alienada hacia la exclusividad o ser los primeros en publicar el contenido.

Pero este elemento irrumpe con ciertos elementos como la precisión de la información e implica que muchas veces se comentan errores, lo que incita al lector a sentir mucha más desconfianza con los medios de comunicación y a la praxis periodística en sí.

Siguiente paso…

Es momento de reflexionar y tomar acción ante la situación que está ocurriendo con la incorporación de la tecnología al periodismo.

Por un lado, puede ser educativo y es una oportunidad de ver la Inteligencia Artificial como lo que es: una herramienta de aprendizaje que permite acercar a la población al conocimiento, a una realidad digital.

Y en otro aspecto, puede ser muy peligroso debido a que no existen leyes o directrices para detener o regular este tipo de material audiovisual, donde se transmite no solo información irreal, engañosa, ficticia, sino que también se incluye discursos de odio, calumnias, palabras explícitas e imágenes difíciles de detectar, que sería complicado determinar qué constituye a desinformación.

Un estudio publicado en 2017 por el Tow Center of Digital Journalism, sostiene que las tecnologías de Inteligencia Artificial deben integrar los valores periodísticos desde su concepción, de forma que las condiciones éticas de los medios de comunicación y de los periodistas en particular estén presentes en cada información que el consumidor esté recibiendo.

Las audiencias merecen tener acceso a una metodología transparente sobre cómo se utilizaron las herramientas de IA para realizar un análisis, identificar un patrón o informar de un hallazgo. Pero esta descripción debe traducirse en términos no técnicos y explicarse de forma concisa.