Aún en el siglo XXI, la economía argentina está ampliamente sostenida por la exportación agrícola y minera. A pesar de estar entre los cinco países con mayores reservas de petróleo y gas no convencionales (en su mayoría de tipo shale), la producción de hidrocarburos no llegaba a representar, para el año 2020, siquiera un 7% del PBI nacional. Esto se debe a que la principal actividad extractiva es realizada por empresas extranjeras, a pesar de ser YPF una de las mayores beneficiarias.

La Patagonia ha sido, históricamente, una región de central importancia en este aspecto: grandes cuencas y yacimientos petrolíferos en la provincia de Neuquén y Chubut, explotación a gran escala de la energía eólica y abundante actividad minera, en su mayoría de iniciativa privada, constituyen uno de los ejes productivos más importantes en estas provincias1.

Esta historia, sin embargo, no ha estado exenta de conflictos. Los abusos cometidos y las graves consecuencias ambientales que traen consigo los diversos modos extractivos como el fraking2, en el caso del petróleo o la explotación del oro con cianuro en la extracción minera3, despertaron respuestas organizadas por parte de la sociedad.

Estas iniciativas incentivadas por los propios gobiernos provinciales, como es el caso de Vaca Muerta en Neuquén o el Proyecto Navidad ensamblado en Chubut, han atraído capitales nacionales y extranjeros. Debido al escaso tratamiento de los grandes medios sobre dichos temas, estas discusiones se han limitado en su mayoría al ámbito local y se han sostenido transversalmente durante los sucesivos gobiernos.

El yacimiento petrolífero de Vaca Muerta es quizás el que más relevancia ha tenido en los últimos años en materia energética en Argentina. Descubierto en el año 1932 por un geólogo estadounidense, su existencia fue confirmada por la empresa Yacimientos Petrolíferos Federales (YPF, actualmente de carácter mixto) en el año 2011, generando gran expectativa a nivel nacional por sus potenciales riquezas. Tal es así, que Argentina pasó a ser el segundo país con mayores reservas de shale gas y el cuarto de shale oil a nivel mundial. Con 30.000 kilómetros cuadrados, esta formación tiene el mayor potencial económico de la región a nivel energético y representa casi un 20% en materia de petróleo y casi un 50% del gas consumido a nivel nacional.

Al ser un acontecimiento de relevancia nacional, el anuncio de la explotación de Vaca Muerta suscitó argumentos encontrados en la opinión pública. El punto de inflexión surgió a partir del pacto de YPF-Chevron, en el cual se le brindaban grandes concesiones al gigante estadounidense.

A diferencia de los yacimientos convencionales donde el petróleo es extraído con mayor facilidad, las reservas shale son formaciones sedimentarias cuyo tratamiento y extracción, el fraking, resulta más complejo y costoso.

El comienzo de la explotación en la región despertó el interés de numerosas empresas privadas entre ellas Pan American Energy, Tecpetroll, Exxon, Shell, entre otras, sumando casi 40 concesiones 4. A pesar de las grandes proyecciones en torno a la formación, la explotación llevada a cabo por YPF en Vaca Muerta representa apenas un 14% en el caso de gas y un 36% de petróleo, un número que todavía está muy por debajo de lo esperado5. No es un caso aislado, puesto que, a pesar del potencial y la gran cantidad de explotación minera y petrolera, ésta representa apenas un 6% del PBI nacional.

Esto se debe en gran parte a la escasez de equipamientos de extracción y producción que genera una dependencia con los inversores extranjeros. Una vez más se hace evidente la falta de una estrategia clara y la poca eficiencia ante este tipo de oportunidades.

Añelo es una localidad ubicada en las inmediaciones del complejo de Vaca Muerta. Tiene la fisonomía propia de un pueblo minero, con el aspecto precario y prefabricado de este tipo de pueblos. Si bien es prexistente a la actividad petrolera, sufrió un enorme aumento demográfico, cuadriplicándose como consecuencia de las migraciones masivas que se dieron ante la oportunidad de trabajo.

Durante la pandemia, el pueblo experimentó un estancamiento, producto de la falta de inversión, lo que generó gran descontento entre muchos de los vecinos, quienes quedaron a la deriva ante su nuevo proyecto de vida. Proliferaron los asentamientos y otro tipo de trabajos. Esto produjo un descontento generalizado por la falta de iniciativa e injerencia del gobierno de Neuquén en el pueblo. El hecho de que apenas un pequeño porcentaje de la población viva de la actividad minera es el reflejo claro de estos descontentos. No sólo eso: otra porción de los vecinos vive de la producción horticultora, lo que genera un fuerte rechazo a las consecuencias negativas del fraking como son los derrames o la utilización excesiva de agua para la extracción.

La pandemia y un nuevo panorama

Durante el año 2020, en el contexto de la pandemia del Covid-19, Vaca Muerta experimentó una brutal caída en la producción petrolera de casi un 60% respecto al año anterior en el cual ya se había ponderado la producción petrolera en detrimento de la gasífera, ya que su transporte resultaba más sencillo.

Para septiembre de 2021, el yacimiento recuperó los índices y superó los números prepandémicos con un alza de más del 12% reflejado en una producción de más de 520.000 barriles diarios. Dado este aumento exponencial, se espera que para el año 2030, la producción sea aún mayor y represente la piedra angular de las políticas energéticas del país.

Uno de los grandes desafíos con los cuáles se encuentra la dirigencia actual es la construcción de gasoductos que permitan una extracción y distribución más eficiente de los combustibles. Actualmente son 31 empresas las que tienen posición sobre el yacimiento y aunque existen disputas sobre zonas estratégicas, las enormes extensiones del emplazamiento ofrecen ventajas en ese sentido.

A nivel nacional, el 86% de las exportaciones son derivadas del sector agropecuario, aproximadamente un 7% del sector metalúrgico y apenas un 6% provenientes de la extracción petrolífera. Teniendo en cuenta la importancia internacional de Vaca Muerta, los números son bajos, aunque con altas proyecciones de cara al futuro.

Por lo tanto, a pesar de la pronunciada caída que se experimentó durante la pandemia, Vaca Muerta vuelve a ser un baluarte para el desarrollo productivo de la Argentina, a pesar de que los indicadores de la macroeconomía representen una limitación para su máximo provecho y que las luchas políticas internas trastornen su destino.

Notas

1 Ministerio de Economía Argentina (2019). Origen provincial de las exportaciones. Comercio exterior, Vol. 4, n° 5. INDEC.
2 Juan Parrilla (2018). Enfermedades, contaminación y derrumbes en Allen. Infobae.
3 Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (2005). Impacto ambiental debido al uso del cianuro en la minería a cielo abierto. Facultad de Ciencias Naturales.
4 Vaca Muerta News. Añelo, Neuquén, Patagonia, Argentina.
5 Sofía Diamante (2019). Vaca Muerta: el fuerte crecimiento esperado aún no impacta en la economía. Periódico digital La Nación.