Son algunas de las venezolanas ‘muy queridas’ que con entusiasmo, talento y mucha pasión están actualmente consintiendo paladares en Bogotá, Colombia. Ana Teresa Sanz, Mariana Briceño y Anne Mayorca se animaron a emprender en la cocina, oficio que tantas satisfacciones les ha dado en su país de origen. Dejaron en sus casas caraqueñas, sus artículos reunidos durante años de trabajo, familiares, amigos, proveedores, ayudantes y clientes buscando nuevas ilusiones y reviviendo esperanzas. Para ninguna ha sido fácil descubrir los gustos y preferencias de los nuevos comensales, pero con perseverancia, esfuerzo y voluntad han logrado alcanzar el éxito en lo que se proponen. No solamente enamoran con sus exquisitas creaciones culinarias, sino que también transmiten conocimientos sobre la cultura gastronómica de Venezuela. ¡Y eso encanta!

Hecho por Ana T

Hace once años, al llegar a vivir en Bogotá, Ana Teresa Sanz comenzó un proyecto con Alimentos Polar y el libro Cocine fácil en casa con P.A.N.. Luego retomó el servicio de catering -Hecho por Ana T- que tuvo durante muchos años en Venezuela. Adaptó un poco las preparaciones de acuerdo a los ingredientes disponibles y a los gustos locales. Aunque recuerda que, al principio, el 98 por ciento de sus clientes eran venezolanos. También dedica tiempo al Food Styling que hace para diferentes marcas y es chef ejecutiva de Antillana, una empresa productora, procesadora y exportadora de pescados y mariscos.

«Siempre es un reto mantenerse vigente y brillando. Pero creo que lo que tengo a mi favor es mi autenticidad, la calidad de mis productos y el nivel de compromiso. En cada evento entrego siempre lo mejor de mí». Como madre de niños pequeños, siente que también es un reto compartir el tiempo entre su trabajo y la crianza de los hijos. A veces tiene que rechazar eventos para poder tener tiempo importante para la familia.

Lo que más le hace falta de Venezuela son los cachitos de jamón. Extraña a su gente, a su familia y a sus amigos. Aunque la verdad es que muchos están regados por el mundo y gracias a las comunicaciones mantiene ese vacío lleno. «Creo que mucho de lo que extraño, ya no existe. Quedan esos recuerdos hermosos que me sacan una sonrisa siempre».

En Bogotá ha logrado crecer, tener su familia, su casa. A nivel laboral ha logrado expandirse más allá del público venezolano. Tener un nombre, una huella, que la reconozcan en las fiestas, haber conquistado paladares colombianos y de otras tierras es un gran logro para ella. «Me siento plena y feliz, amo lo que hago y como lo hago… a mi manera, a mis tiempos y con mi sello».

Entre sus platos colombianos favoritos dice que están las empanaditas de carne con masa amarilla, mezcladas con papa, que son deliciosas. Ama la sobre barriga a la plancha, los chicharrones, el arroz con coco y las arepitas boyacenses. Hay dos frutas que le encantan: la uchuva y el lulo en jugo. El café es maravilloso y cuenta que ha podido probar muchos chocolates deliciosos.

«Nuestras gastronomías son similares, con sabores caribeños. Me gusta mucho el uso del plátano, el coco, el cilantro… En general son sabores frescos, muy naturales y que los siento como comida casera, de esa rica y que reconforta».

Calela Catering

Llegó a Bogotá en el 2001 para hacer una pasantía en ingeniería de materiales y se quedó por amor. Se casó al año siguiente y por su gran pasión, decidió dedicarse a la cocina. Viniendo de una familia numerosa caraqueña, en la que semanalmente los cuentos se contaban alrededor de la mesa, Mariana Briceño cuenta que fue natural crecer haciendo postres para amigos y familiares. «Ya son casi 20 años de trabajo constante, lleno de retos y aprendizajes, cientos de clientes y amigos felices de realizar viajes por mi tipo y estilo de cocina».

Mariana dirige su agencia de catering, Calela, con una propuesta boutique para eventos empresariales y familiares. Sus clientes buscan asesoría completa en la planificación de sus eventos. Ella se encarga desde el diseño personalizado del menú, de la comida y las bebidas, del servicio de meseros y bartenders, el alquiler de vajillas, la cristalería y el mobiliario, hasta la decoración con sus aliados.

Su propuesta culinaria es variada. Con entusiasmo cuenta que procura llevar a los comensales por los sabores de diferentes regiones. «Parte de mi trabajo es dar a conocer los sabores de nuestra tierra en Bogotá. Intento siempre sacar a relucir mis raíces venezolanas en los bocados, en los platos fuertes y el gusto que tengo por la repostería». A Mariana le encanta hacer hallacas, por la complejidad de su preparación y por lo que representan para los venezolanos: la familia. Dice que con ellas ha acercado a los colombianos a la gastronomía de Venezuela. Muchos de sus clientes quieren saber más y entender más de los puntos comunes -no solo culinarios- que tenemos entre nuestros países.

Unos de los retos más importantes para Mariana ha sido balancear la maternidad con el trabajo. También la pandemia, por los cambios que tuvo que hacer en su forma de trabajo, la reconstrucción de propuestas y menús para que los clientes pudieran degustar en sus hogares. Muchos de ellos son platos caraqueños como el pastel de polvorosa y la chalupa de pollo. Dice con alegría que ha dado a conocer la comida venezolana entre sus clientes colombianos y les ha llevado un pedacito de Caracas a sus compatriotas.

Papao Fridge

Desde que Anne Mayorca llegó –hace poco más de un año- a Bogotá ha estado tratando de conocer las costumbres, tradiciones y preferencias de la gente. Cuenta que ha estado aprendiendo sobre los paladares locales para definir qué hacer y por dónde empezar. En junio comenzó su nuevo emprendimiento y revela que todavía se siente como ‘la nueva’. Así le dicen con cariño unas venezolanas que ha conocido y le han dado calurosa bienvenida.

Papao Fridge nació con la intención de brindar una alternativa de cocina práctica y de tradición para todos los días. «Es una propuesta de menú con sabor a casa, con distintas opciones congeladas en porciones para una ó dos personas, que brinda la tranquilidad de comer bien, con variedad y rapidez. Que el comensal solo tenga que calentar y servir».

Anne sigue formando parte del personal docente del Chef Campus Culinary Institute, en Caracas. Dicta cursos de iniciación a la cocina profesional de manera virtual y se encarga de las operaciones académicas de la escuela en Bogotá. Ofrecerán en Colombia un programa de tres diplomados con la Escuela Superior de Hostelería de Sevilla ESHS (España): Especialista en Cocina y Gastronomía, Especialista en Pastelería, Repostería y Panadería y Especialista en Servicios de Restauración y Sumillería.

El mayor reto para Anne ha sido volver a comenzar. Ha sido como cerrar un libro y comenzar a escribir otro. Lo que más falta le hace es su hijo que vive en Caracas. También extraña al equipo de trabajo. «Son como de la familia, porque compartes con ellos muchas horas, todos los días. Los proveedores que se convierten en tus amigos, los clientes que depositan su confianza en lo que somos y alientan siempre a seguir adelante».

Extraña el queso blanco en todas sus expresiones, especialmente el queso blanco duro y el de año. El ajiaco y el chicharrón son sus platos colombianos favoritos. «Pero no todo es muy diferente, los ingredientes autóctonos colombianos son muy cercanos a nuestra gastronomía. No hay mucho que no conozcamos y que también son para nosotros ingredientes básicos: plátano, yuca, maíz, coco, papa, café, papelón».

Le encantan las frutas que forman parte de la mesa diaria. El lulo, el tomate de árbol y la pitahaya son muy deliciosas. Las guanábanas son especialmente buenas, grandes, carnosas y dulces. Está feliz porque hace poco descubrió dónde conseguir el ají dulce venezolano.

De la cocina colombiana lo que más le gusta es su carácter «esencialmente criollo, de tradición, sin excesiva influencia de cocinas extranjeras. Es absolutamente sustentable. Una cocina a la que nuestra identidad culinaria no le parecerá ajena y eso me encanta».