Lunes por la mañana. Metro. Hora punta. Esquivo a la gente en las escaleras mecánicas. Alzo la mirada y veo ese horizonte donde las personas empiezan a desaparecer, ese donde acaban las escaleras y te das cuenta de que te quedan todavía otras por subir. Mientras termino de subirlas, lo único que diviso son las espaldas o, mejor dicho, el hombro izquierdo de las personas que están paradas en las escaleras.

¿Sabéis eso de mirar a la gente e imaginar la vida que tienen, a dónde corren con tanta prisa, cómo son, a qué se dedican? Pues me di cuenta de que había algo que podía responder, en mayor o menor medida, algunas de estas preguntas, porque ese accesorio que colgaba de sus hombros habla mucho más de ellos/as de lo que imaginan. Sí, me refiero a sus tote bags.

Pero antes de adentrarnos en lo que esconden estas bolsas de tela que usamos para todo, entendamos primero de dónde viene su concepto y cómo pasaron de la utilidad a marcar tendencia.

¿Por qué se llama tote bag?

Empecemos por el origen. Tote viene del verbo to tote, que significa «llevar». En el inglés coloquial antiguo, remontándonos prácticamente al siglo XVII, toting significaba llevar o transportar las pertenencias en una especie de bolso o saco. Pero desde entonces hasta ahora, cientos de años y de diseños nos han llevado hasta lo que conocemos hoy como tote bag. Y, como ocurre muchas veces, aquello que empezó siendo un verbo, pasó a la clase de sustantivo, pues este accesorio tomó tanto protagonismo que no podía ser de otra manera.

Una historia muy cool

La historia sobre el origen de este bolso tiene varias interpretaciones. Algunos creen que empezaron a usarse primero en Gran Bretaña, por los carteros que las utilizaban para repartir el correo. Sin embargo, otras fuentes sitúan la década de los 40 en Estados Unidos como la que marcó un antes y un después en la historia de las «tote».

Se considera que la tote bag precursora de las que conocemos hoy en día nació en estos años de la mano de la marca L.L. Bean. El plot twist de esta historia está en que dicha bolsa no fue pensada, en un principio, como accesorio de moda, sino que se creó originalmente para transportar hielo. Se trataba de una bolsa de lona grande y resistente, conocida como ice bag, que la gente no tardó en utilizar para mucho más, puesto que su resistencia y versatilidad la hacían útil para transportar prácticamente cualquier cosa.

Veinte años más tarde, la tote bag encontró su verdadera razón de ser y se convirtió no solo en un accesorio útil y versátil, sino icónico. L.L Bean sacó un diseño renovado de su ice bag, haciéndola mucho más ponible y dándole el toque que cambiaría esta bolsa por completo: le añadió detalles en color a la lona y así nació su boat and tote bag.

A partir de entonces, la era de las tote bags había empezado y estos bolsos con diseños, colores y materiales distintos habían venido para quedarse, entre ellos el icónico Birkin de Hermès.

Publicidad con asas

En las siguientes décadas y, hasta el día de hoy, los comercios y marcas utilizaron estas bolsitas como medio publicitario, puesto que eran fáciles de personalizar y no suponían gran coste de fabricación. Además, también era una manera de crear ese sentimiento de pertenencia en torno a una filosofía, un mensaje o una comunidad. Las tote bags eran, y siguen siendo, una declaración de intenciones en sí mismas, porque llevarlas con el mítico logo de The New Yorker o de London Review of Books, que hemos visto en innumerables ocasiones en el street style de todo el mundo, significa pertenecer, significa ir a la moda y significa apostar por lo aesthetic.

También es llevarte un souvenir; de una cafetería, una librería o un museo, o guardar un recuerdo de tu lugar favorito, un momento o una persona. Significa ser fan, sea de una marca, un diseñador, un artista o un equipo de fútbol. O simple y sencillamente ser el único producto que te puedes permitir de una marca de lujo.

Además, no olvidemos su mejor característica: la comodidad. Por eso, las tote bags son probablemente las bolsas más vistas en las universidades. Perfectas para llevar el portátil y guardar agendas, estuches o incluso tuppers. Aquí, además de las típicas de tela, me viene a la mente Le Pliage de Longchamp, que sigue siendo un básico.

Mucho más que un bolso

En definitiva, llevar una tote bag habla de lo que nos gusta, de lo que somos y, por supuesto, de lo que queremos llegar a ser. A lo mejor simplemente queremos apostar por la sostenibilidad y no nos importa tanto el logo o el dibujo de la tela, pero esto también es un mensaje que lanzamos al mundo. A través de nuestra bolsa de tela mostramos una perspectiva. Mostramos la visión de una marca, de una amiga que nos la customiza para nuestro cumpleaños o la nuestra propia, con la sencilla decisión de elegirla para ese día en el que necesitamos un amuleto que nos dé suerte.

Mientras pienso todo esto, sin darme cuenta he subido todas las escaleras. Llego al metro y veo cómo se cierran las puertas antes de poder entrar. La última imagen que tengo es la mía y la de mi bolsa de tela favorita reflejada en el vagón. ¿Hubiese llegado a tiempo si no fuera por las tote bags que analizaba por el camino? Probablemente. Nunca lo sabré.