Todo el mundo llevaba meses (y años, incluso) esperando la llegada del astro francés Kylian Mbappé al Real Madrid. La maquinaria mediática de la capital estaba con toda la caspa activada, llenándose la boca sobre la llegada del mejor jugador de la próxima década al mejor club del mundo, y haciendo cábalas de lo que podían llegar a dominar al juntarse sus caminos.

Y resultó que el jugador del Paris Saint-Germain decidió no ir hacia la Concha Espina y quedarse en la Ciudad de la Luz. Y se armó la marimorena. Las actitudes más rancias y casposas de todo el escenario mediático madridista y mesetario salieron a florecer. El gran Mbappé ya no valía para el Madrid y él se perdía la que era la oportunidad de su vida.

Los periodistas pertenecientes a ese circo, que, haciendo mal su trabajo durante meses y años, afirmaban que estaba todo hecho y que, por lo tanto, habían mentido a los aficionados del club de Florentino Pérez, quedaron muy retratados, pero, obviamente, eso no los llevó a hacer autocrítica. Cuán elegante hubiera podido quedar rectificar en esa situación.

Pero no, simplemente reaccionaron como los hooligans de barra de bar que son, e insultaron al jugador, como si fuera culpa suya que hubieran vendido la moto y que ahora tuvieran que hacer frente a la desilusión que sus mentiras causaron. De hecho, sus mentiras crearon las expectativas más que el propio jugador, que siempre fue muy comedido en su lenguaje, aunque jugó la ambigüedad que le permitió rascar el mayor contrato.

Pero la Brunete mediática nunca entendió eso, para ellos era una ofensa del mayor calibre y vertieron ríos de tinta contra un chaval de 23 años que ni sabe que existen. Es la enésima historia de los ridículos de los medios de comunicación españoles, que brillan por estar entre los peores de Europa, en especial los medios deportivos, y quizá esta humillación este entre las peores.

Lo cierto es que las hostilidades desde la capital escalaron rápidamente al saberse, el pasado 21 de mayo, que el jugador francés renovaría su contrato. Nadie en los medios españoles daba crédito a las informaciones que hacia días venían de muchos de sus colegas de toda Europa; desde la propia Francia, hasta Alemania o el Reino Unido.

Además, la arrogancia de esos periodistas les impidió ver la tremenda alerta roja de que el presidente del PSG, Al Khelaifi, afirmara en la misma Madrid que el jugador renovaría, unas semanas antes del desenlace, dramático para un buen puñado de periodistas que solo se preocupan por crear polémica, atraer tráfico en redes y por alabar al Real Madrid y a todo lo que lo rodea, y no les importa el informar de manera veraz. Una auténtica lástima, aunque lo cierto es que ellos no lo lamentarán más que como fanáticos del Real Madrid, ya que, pese a su mala praxis, sus cabezas no parece que vayan a rodar. Por eso tenemos el sistema de medios de comunicación que tenemos.