Lluvias torrenciales e inundaciones en Alemania, grandes incendios forestales en ambas orillas del Mediterráneo, olas de calor sin precedentes en Canadá y el noroeste de Estados Unidos, la mayor sequía vivida en Chile… Estos son unos pocos ejemplos de noticias relacionadas con el cambio climático que nos han llegado en las últimas semanas. Desgraciadamente, cada día es más patente que los impactos del cambio climático hacen estragos en las sociedades humanas y se nos confirma que las predicciones que la comunidad científica realizó hace 20 años, en ningún modo exageradas, son a día de hoy una realidad más grave aún de lo que se imaginaba.

En el sexto informe sobre las Bases Científicas del Cambio Climático del IPCC1 presentado el pasado 9 de agosto, la comunidad científica nos sigue advirtiendo que, si no conseguimos reducir de forma drástica y urgente las emisiones de gases de efecto invernadero, las previsiones futuras nos muestran un planeta en el que difícilmente será viable la vida humana. El mismo informe deja solo una única puerta abierta a la esperanza cuando dice que, si actuamos ya, de forma radical y dentro de esta década, aún podríamos estar a tiempo de evitar una catástrofe climática y humanitaria a escala planetaria y conseguir que el calentamiento global no supere los 1.5 oC.

Para evitar que el aumento de temperatura supere el umbral de los 1.5 oC, en 2030 las emisiones de dióxido de carbono deben reducirse mucho, del orden de un 45% respecto a los niveles de 2010. Es terriblemente preocupante constatar que estamos muy lejos de conseguir este objetivo, ya que los compromisos que los países han puesto sobre la mesa en el marco del Acuerdo de París conducirán, en 2030, no a una reducción, sino a un aumento de dichas emisiones. Es imprescindible mitigar mucho más las emisiones, y la cumbre climática (COP26) que se celebrará en Glasgow el próximo noviembre es quizás la última oportunidad para conseguirlo.

Lo dicho hasta aquí es cosa sabida, de la que hemos hablado extensamente en nuestros pasados artículos. Pero hay un aspecto esencial que sorprendentemente, desde el fracaso de Copenhague en 2009, no se trata en las conferencias climáticas internacionales y que está ausente del debate público. Una pregunta incómoda que es urgente plantear de una vez: para no sobrepasar los 1.5 oC, ¿cuánto debería reducir sus emisiones cada país, para que en conjunto alcanzásemos en el 2030 la reducción del 45% respecto a los niveles del 2010?

A lo largo del artículo veremos el porqué de esta ausencia y presentaremos la iniciativa Llamado por la Madre Tierra, que tiene por objetivo conseguir que en Glasgow se trate esta cuestión poniendo en el centro del debate a la justicia climática. Los autores de este artículo, Josep Xercavins y Olga Alcaraz, como promotores de la iniciativa, apelamos a todos nuestros lectores a adherirse a ella y a colaborar a difundirla en todos los ámbitos.

¿Por qué la plataforma Llamado por la Madre Tierra?

El Acuerdo de París deja en manos de los países decidir las reducciones de emisiones que están dispuestos a realizar. No existe ninguna guía ni referencia de lo que sería deseable que hicieran. Tampoco existe ningún mecanismo de revisión que les obligue a aumentar su ambición cuando se constate (como ya se ha hecho) que el agregado del conjunto de las reducciones a las que se ha comprometido cada país se encuentra a años luz del objetivo de los 1.5 oC. Esto explica los pobres resultados que, de momento, está dando la implementación del Acuerdo.

Desde la aprobación del Acuerdo de París, las sucesivas conferencias climáticas se han ocupado principalmente de ponerlo en marcha, hecho perfectamente comprensible dada la inmensa cantidad de nueva reglamentación que se ha tenido que elaborar, debatir y aprobar para empezar a implementarlo. Ahora bien, esto también ha provocado que las grandes cuestiones pendientes estén quedando relegadas del debate. Como habitualmente se dice, lo urgente (la necesidad de contar con unos reglamentos, procedimientos, registros) no deja lugar a lo importante, y cuestiones clave —como decidir cuánto debería reducir sus emisiones cada país con base en la justicia climática— ni tan siquiera han entrado en los órdenes del día.

Ante la perspectiva de que en la conferencia del clima de Glasgow (COP26) lo esencial vuelva a brillar por su ausencia, la plataforma Llamado por la Madre Tierra se ha propuesto conseguir que se incluya en el orden del día un punto para decidir cómo repartir los esfuerzos de mitigación entre todos los países, de manera que, en conjunto, se ajusten al camino de los 1.5 oC. Esfuerzos, por otra parte, que deben ser compatibles con la viabilidad de los ecosistemas y con la legítima aspiración de conseguir una vida digna para toda la humanidad. Es decir, que pongan la justicia climática y los objetivos de desarrollo sostenible en el centro de la acción climática a escala global.

Es ahora o nunca. Si los países se limitan a seguir sus políticas actuales en materia de emisiones, en 2029 la humanidad ya habrá agotado todo el presupuesto de carbono disponible. Recordemos que este presupuesto es la cantidad de emisiones de CO2 que aún se pueden lanzar a la atmósfera sin llegar a un aumento de temperatura de 1.5 oC. Según el sexto informe del IPCC, este presupuesto es de 400 gigatoneladas de CO2, una cifra muy reducida teniendo en cuenta que actualmente emitimos 42 gigatoneladas al año. No tiene ningún sentido ir postergando las reducciones de emisiones y hablar, como muchos hacen, de la neutralidad de emisiones en 2050. Si no se actúa en esta década, en 2030 ya será tarde para mantener el calentamiento global por debajo de 1.5 oC.

¿Cómo la iniciativa Llamado por la Madre Tierra puede entrar y prosperar en la próxima COP26?

Para conseguir que en la próxima Conferencia del Clima (COP26) se abra el debate sobre qué reducciones de emisiones deberían realizar los países basándose en criterios de justicia climática y objetivos de desarrollo sostenible, son necesarias dos cosas:

1) Según el reglamento de la Convención Climática, es necesario que un Estado que forme parte de ella pida explícitamente su inclusión como punto en el orden del día.

En este caso la petición ya ha sido realizada por el gobierno de Bolivia, un país cuya trayectoria en el seno de la Convención Climática ha demostrado su compromiso con la justicia climática, el desarrollo sostenible global y con el reconocimiento del papel de los pueblos indígenas en la lucha contra el cambio climático. Ya fue Bolivia, en y después de Copenhague 2009, quien lideró las posiciones más progresistas en la lucha del cambio climático y, concretamente, en la Conferencia Mundial de los Pueblos y sobre los Derechos de la Madre Tierra (Cochabamba 2010), que sirvió de base de los acuerdos de Cancún 2010.

No debería extrañarnos que una petición de este calibre venga de un país del Sur global. Son los países del Sur los que más están sufriendo los impactos del cambio climático y, por lo tanto, los que más se beneficiarán de cualquier planteamiento basado en la justicia climática y el desarrollo humano sostenible. Tampoco debería sorprendernos si levanta las suspicacias de los representantes del Norte global: a nadie le gusta que le saquen los colores demostrándole que los planes de reducción de emisiones que ha elaborado y que está publicitando como gran hito y punto de inflexión histórico no superan el análisis más básico en términos de justicia climática.

2) Es necesario que la propuesta venga acompañada de un amplio respaldo. Que nadie se engañe pensando que la petición realizada por Bolivia es suficiente.

Si queremos que la inclusión del punto del orden del día prospere y que en la próxima COP26 se pueda debatir y tomar decisiones sobre cómo repartir las reducciones de emisiones en base a la justicia climática y los objetivos de desarrollo sostenible global, es absolutamente esencial que la petición de Bolivia esté respaldada por una cantidad relevante de ciudadanas y ciudadanos de todos los rincones del mundo. La plataforma que promovemos quiere ayudar a conseguirlo.

Son muchos los que piensan que su acción individual no conseguirá frenar una problemática global como es el cambio climático y, hasta cierto punto, los autores de este artículo compartimos esta visión. De hecho, siempre hemos mantenido que el factor conductor principal de las soluciones debe venir de actuaciones estructurales. A modo de ejemplo: por mucho que pidamos a los ciudadanos que dejen el coche y utilicen más el transporte público, este cambio de hábitos no va a producirse hasta que la red de transportes funcione bien y permita a los ciudadanos «olvidarse» del vehículo privado. Realmente, frenar la emergencia climática implicará realizar grandes cambios estructurales en los modelos económicos, energéticos, de transporte, alimentarios, territoriales, de producción, etc. Y para conseguirlos harán falta políticas y gobiernos audaces que actúen al servicio del bien común.

Pero, por otra parte, los autores estamos absolutamente convencidos del poder de la gente, de la ciudadanía, de la sociedad civil organizada. Lo hemos visto en las luchas por la igualdad de género, por los derechos laborales, por el reconocimiento de las minorías, por el uso del agua, por el derecho a voto, contra el racismo… Luchas no exentas de sufrimiento humano pero que han dado fruto gracias al compromiso y el esfuerzo de la gente, de la sociedad local y global como sin duda lo están dando iniciativas esperanzadoras como Fridays for Future o Extinction Rebellion, aparecidas en el contexto actual de emergencia climática. La plataforma Llamado por la Madre Tierra surge también con esta perspectiva y pretende incidir, muy especialmente, a nivel de la próxima Convención Climática.

¡Únete y extiende el Llamado por la Madre Tierra!

La plataforma Llamado por la Madre Tierra tiene ya como primeros impulsores a más de una veintena de líderes de la sociedad civil mundial encabezados por dos nombres de prestigio: Federico Mayor Zaragoza y Roberto Savio. Recordemos que Federico Mayor fue director general de la UNESCO durante la década de los 90 y actualmente preside la Fundación para una Cultura de Paz. Roberto Savio es uno de los primeros impulsores del Foro Social Mundial y preside la iniciativa comunicativa Other News.

Llamado por la Madre Tierra quiere ser una plataforma abierta a personas conscientes de que la humanidad forma parte de los ecosistemas del planeta. Nos sustentamos en ellos y debemos preservarlos para las generaciones futuras, tal y como los hemos recibido o incluso mejor. Apela a todas aquellas personas preocupadas por el cambio climático y por el devenir de la humanidad, por el futuro de las generaciones jóvenes, de la infancia y de aquellos que aún están por nacer. Personas comprometidas con la justicia, con la paz y la solidaridad en el mundo. La plataforma Llamado por la Madre Tierra pretende aglutinar la voz de todas estas personas, visibilizar su compromiso con nuestra Madre Tierra y proyectar su fuerza para que la COP26 pueda dar y de respuesta a la ya mencionada pregunta clave: ¿cuánto debería reducir sus emisiones cada país, para que en conjunto alcanzásemos en el 2030 la reducción del 45% respecto a los niveles del 2010?

¡Si tú eres una de estas personas, no dudes a unirte y a extender la iniciativa!

Llamado por la Madre Tierra: para que la próxima Conferencia Climática dé fruto y consiga acuerdos que permitan revertir la emergencia climática actual.

Nota

1 IPCC, 2021: Summary for Policymakers. En: Climate Change 2021: The Physical Science Basis. Contribution of Working Group I to the Sixth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change. MassonDelmotte, V., P. Zhai, A. Pirani, S. L. Connors, C. Péan, S. Berger, N. Caud, Y. Chen, L. Goldfarb, M. I. Gomis, M. Huang, K. Leitzell, E. Lonnoy, J. B. R. Matthews, T. K. Maycock, T. Waterfield, O. Yelekçi, R. Yu and B. Zhou (eds.). Cambridge University Press. In Press.

(Artículo en coautoría con Josep Xercavins i Valls, profesor jubilado de la UPC y ex codirector del GGCC en la UPC)