Desde fecha reciente, se puede acceder al interior del Mausoleo de Augusto, el mayor sepulcro circular de la antigüedad, una de las más imponentes obras arquitectónicas de la antigua Roma.

«El Mausoleo de Augusto, monumento clave en la transición de la Roma Republicana a la Imperial, quizás sea el ejemplo más elocuente de la reutilización, reinterpretación y redescubrimiento de los antiguos vestigios en la historia de la ciudad (.../...) por todas sus fases, la actual restauración, con los estudios que han conllevado, ha proporcionado importantes elementos cognitivos» así lo presenta la superintendente Capitolina María Vittoria Marini Clarelli.

Augusto, casi treintañero, en 28 a.C., inicia la construcción en Roma, en el Campo Marzio, de la que será su tumba y la de su familia. Así, Augusto declara al pueblo romano su eterna fidelidad a la ciudad que se convertirá en la capital del primer imperio del mundo occidental.

Quizás no sea una casualidad si el proyecto del Mausoleo fuera una idea que el primer emperador de Roma cultivaba, cuya realización acompañó sus logros de reformador y de político; porque, efectivamente, marcaba la historia y conservaba la memoria para el futuro.

La misma palabra «Mausoleo» posee una etimología que se entrelaza con la del poder. Deriva de Mausolo, antiguo rey oriental, satrapo de Caria. De hecho, el Mausoleo de Mausolo en Alicarnaso —la moderna Bodrum— estaba considerada una de las 7 maravillas del mundo. Si bien, la forma circular del Mausoleo imperial se acerca más a las antiguas tumbas que a los sepulcros griegos.

El Mausoleo de Augusto es la mayor tumba circular del mundo: su diámetro mide 87 metros. Se componía de un cuerpo cilíndrico, de cuyo centro se abría hacia el sur una puerta precedida de una corta escalinata. En el interior, se encontraba la celda sepulcral que acogía las urnas con las cenizas de los parientes de Augusto. Mientras la urna del emperador con toda probabilidad se encontraba en el cilindro central, alineada con la estatua colocada en la parte más alta. Este cilindro tenía una altura de 40 metros: descollaba entre las colinas cercanas y, proyectando la estatua de Augusto situada en la cúspide, ampliaba su visibilidad desde una lejana perspectiva.

Cerca de la entrada, probablemente sobre pilares, estaban colocadas las tablas de bronce con la inscripción Res Gestae: la narración de las empresas políticas del emperador, redactada por el mismo Augusto (el texto transcrito se encuentra en la fachada del vecino Museo del Ara Pacis).

Del año 23 a.C. a 217 d.C., en el Mausoleo encontraron sendas sepulturas los allegados y descendientes de Augusto: acogía las cenizas de los emperadores de la dinastía Julio-Claudia —excepto las de Nerón— y sus familiares, excluyendo las de Julia, la única hija natural de Augusto. Así fue utilizado durante más de un siglo. Si bien, al mismo tiempo que los emperadores sucesivos empezaban a construirse sendos sepulcros, el Mausoleo fue registrando un progresivo abandono.

Tras el ocaso del Imperio Romano, en el siglo XII, la familia Colonna fortifica el Mausoleo transformándolo en su lugar de residencia. Después atraviesa un período de decadencia, asaltado y saqueado de sus mármoles destinados a otras edificaciones o monumentos de la misma Roma.

En 1241, el papa Gregorio IX ordena demolir el castillo y expulsa a los Colonna. Ya abandonado, fue otro papa, León X, en 1518, el que remodela la zona donde se erige el Mausoleo y traza la via leonina (la actual via di Ripetta) bajo la dirección de Rafael Sanzio y de Antonio da Sangallo.

En los siglos XVI-XVII, la familia Soderini dota al Mausoleo de un jardín colgante adornado de estatuas y en su interior acoge una importante colección de antigüedades romanas. Y pasando de dueño en dueño, el Mausoleo fue adquirido en 1751 por el marqués portugués Benedetto Corea da Sylva, que transforma el jardín de Soderini en un anfiteatro donde se celebran unos espectáculos con búfalas similares a las corridas españolas, además de tiovivos y fuegos artificiales. Bajo otro propietario, el marqués Saverio Vivaldi, el anfiteatro Corea seguirá activo.

Ya en 1802, el anfiteatro pasa al poder del Estado Pontificio, cuya capital es Roma y manda a construir un palco para funciones teatrales, que se alquila a diversas gestiones hasta 1873, cuando la propiedad acaba en el nuevo Reino de Italia. Cabe recordar que en 1875, en este anfiteatro adaptado para celebrar banquetes, circos y espectáculos variados, se le ofrece una recepción a Giuseppe Garibaldi, el llamado héroe de los dos mundos, por su papel en la Unificación de Italia.

Entre 1881 y 1907, el conde Giuseppe Telfner, lo alquila y levanta una estructura de hierro y vidrio que recubre el anfiteatro. Mas sus salidas de seguridad, consideradas insuficientes, obligan las autoridades a cerrarlo al público y será utilizado como archivo.

Fue en 1907 cuando el ayuntamiento de Roma compra el anfiteatro denominado Corea, que decide la construcción de un nuevo palco para transformar la estructura en sala de conciertos populares, espectáculos públicos, conferencias y usos privados. Tras un acuerdo con la Academia de Santa Cecilia, se adapta a sala de conciertos en 1908. Poco después se lo rebautiza con el nombre de Auditorium Augusteo, convirtiéndose en una de las salas de música más famosas de Europa.

Llegada la época fascista, en los años treinta, se proyecta la restauración del monumento: se da orden de demolir el Auditorium que dominaba el Mausoleo y con este las edificaciones que a lo largo de siglos se le fueron adosando. La guerra interrumpirá la obra y a partir de entonces la tumba de Augusto permanecerá nuevamente en estado de degrado.

Por fín, en 2007, se emprenden nuevas excavaciones arqueológicas del sepulcro y de la plaza circundante y, desde 2016, el Mausoleo se beneficia de unas apropiadas intervenciones. Según informa Elisabetta Carnabuci, la arqueóloga responsable del Mausoleo: «Hemos recogido nuevos datos de la arquitectura y de la ingeniería romana, que serán tratados en un congreso».

La histórica reapertura —cabe subrayar la ocasión perdida al no llegar a tiempo en 2014 para el cumplimiento del II milenio de la muerte del primer emperador de Roma— en 2021 constituye el evento principal por los 150 años de la proclamación oficial de Roma Capital en 1871.