Algunas personas que se han recuperado de COVID-19 continúan luchando durante semanas o incluso meses contra la pérdida de memoria a corto plazo, problemas de concentración y otros síntomas cognitivos.

La niebla mental posterior a la covid puede hacer que sea difícil mantener un trabajo o incluso hacer las tareas del hogar.

El término «niebla mental covid» se ha convertido en un hashtag en las redes sociales, a menudo utilizado de manera alegre para denotar los lapsos mentales que muchos de nosotros estamos experimentando debido al estrés de la pandemia.

Pero, para muchas personas que se recuperan de la fase aguda de la enfermedad y continúan experimentando síntomas durante semanas o, incluso, meses (el denominado Covid prolongado o long COVID), el término denota algo mucho más serio: describe la pérdida de memoria, problemas de concentración y otros problemas cognitivos que hacen que sea difícil hacer una vida normal. Esto incluye también agotamiento, dolores corporales y tos seca.

La ralentización cognitiva y los problemas del estado de ánimo después de que una persona se infecta con SARS-CoV-2 parecen ser mucho más frecuentes que con la mayoría de las otras infecciones virales.

¿Qué es la niebla cerebral?

La niebla mental (brain fog) no es un término técnico, sino una forma abreviada de describir una serie de síntomas que afectan al pensamiento. Cada persona presenta una combinación diferente de problemas que pueden incluir confusión, pérdida de memoria, dificultad para recordar palabras, pensamiento lento, dificultad para concentrarse y facilidad para distraerse.

Se describe una variedad de trastornos de memoria a corto plazo que causan estragos en la vida diaria: caminar hacia el comedor para obtener detergente y luego olvidar por qué, o mirar la computadora tratando de escribir, a veces sin recordar el tema, y otras veces leer un texto sin poder mantener la fijación en el mismo y con dificultad para después evocar el recuerdo de lo leído.

A menudo, estas personas se quejan de que la niebla mental afecta su trabajo, algunos luchan por mantenerse productivos y otros dejan sus trabajos porque les resulta imposible funcionar.

Al igual que con muchos datos respecto a la COVID-19, una enfermedad que surgió hace solo un año, actualmente no se conoce la prevalencia de la niebla mental como síntoma de larga duración.

Investigadores franceses consultaron a 120 pacientes un mes después de que fueran dados de alta del hospital por complicaciones de COVID-19. Alrededor del 34 % informó una pérdida continua de la memoria y el 28 % dijo que tenía problemas para concentrarse. El estudio fue publicado por el Journal of Infection en agosto de 2020.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) enumeran ahora la niebla mental como un «síntoma a largo plazo», aunque menos común que la fatiga, la falta de aire, la tos, los dolores en las articulaciones o el dolor en el pecho.

Las razones de la confusión mental aún no están claras. Se especula con que la causa más probable se relaciona con la respuesta inflamatoria exagerada creada por el sistema inmunitario del propio organismo y no con el virus en sí. Esta respuesta inmune hiperactiva es responsable de otros síntomas de la COVID-19, incluidos los problemas respiratorios que a menudo llevan a los pacientes al hospital y la denominada tormenta de citoquinas; es decir, un estado de hiperinflamación desproporcionada que, en lugar de ser útil como defensa ante la infección por SARS-CoV-2, produce una afectación generalizada y las complicaciones observadas en los casos de COVID-19 sintomáticos.

Un ejemplo de virus que puede producir este cuadro lo encontramos en el VIH/SIDA como otra afección en la que un sistema inmunológico fuera de control inflama el cerebro y provoca lapsos mentales.

Por supuesto, es posible que el virus en sí mismo de alguna manera ingrese al cerebro, tal vez viajando a través de la parte superior de la nariz o infectando células que se sabe que atraviesan la barrera hematoencefálica. Pero hasta ahora, los exámenes del líquido cefalorraquídeo (que proviene del cerebro) y las autopsias no han demostrado esto en la gran mayoría de los casos de COVID-19.

Es importante tener presente que cuando los pacientes se quejan de confusión mental, el primer paso a realizar es un examen físico completo para descartar otras causas médicas, como un ictus o trombosis, o cualquier otro daño de los que se han visto asociados al curso de COVID-19 y que pueden ser mucho más graves y comprometer la vida del paciente o generar graves secuelas irreversibles. Esto es, no atribuir cualquier síntoma cognitivo al fenómeno de la niebla mental.

La buena noticia es que el daño físico al cerebro es poco común, como lo documentan las imágenes de resonancia magnética realizadas a este colectivo de pacientes.