Estoy seguro de que en el futuro cercano esta pandemia nos dará más lecciones y que siempre lo hará de manera cruel. Si seremos capaces de aprender es una pregunta por ahora abierta.

(Boaventura De Sousa Santos)

Tanto se ha comentado y se sigue escribiendo sobre la pandemia que pareciera no haber ya ángulo o espacio para abordarla. Hay, sin embargo, artículos o ensayos de mayor envergadura que bien vale considerar. Uno de ellos es La cruel pedagogía del virus (CLACSO. 2020, 86 pp.)1 de Boaventura de Sousa Santos, el reconocido sociólogo portugués autor de las «Pedagogías del sur».

En el ensayo, dividido en cinco capítulos, lo que Boaventura propone es un análisis crítico de las condiciones que hacen posible este singular fenómeno y de sus consecuencias. En esencia, lo que el autor pretende es analizar la cuarentena desde la perspectiva de los y las que más han sufrido estas formas de dominación e imaginar, también desde su perspectiva, los cambios sociales que se requerirán cuando finalice la cuarentena. Entre los muchos colectivos sociales de este tipo, selecciona los de las mujeres, los trabajadores precarizados, las personas sin hogar o que viven en la calle, los inmigrantes indocumentados o las poblaciones desplazadas internamente, los discapacitados y los ancianos. De cada uno de estos colectivos, se van haciendo las observaciones sociológicas específicas que el autor intenta explicitar.

Además, en seguida, se emprende una revisión de la «intensa pedagogía del virus» en varias «lecciones»:

  1. El tiempo político y mediático condiciona cómo la sociedad contemporánea percibe los riesgos que corre. Ese camino puede ser fatal. Las crisis graves y agudas, cuya letalidad es muy significativa y rápida, movilizan a los medios de comunicación y poderes políticos, y llevan a tomar medidas que, en el mejor de los casos, resuelven las consecuencias de la crisis, pero no afectan sus causas.

  2. Las pandemias no matan tan indiscriminadamente como se cree. Es evidente que son menos discriminatorias que otros tipos de violencia cometidos en nuestra sociedad.

  3. El capitalismo puede subsistir como uno de los modelos económicos de producción, distribución y consumo, entre otros, pero no como el único y, mucho menos, como el modelo que dicta la lógica de acción del Estado y de la sociedad.

  4. La extrema derecha y la derecha hiperneoliberal han sido (con suerte) definitivamente desacreditadas… Sugirieron que una dosis de darwinismo social sería beneficiosa: la eliminación de sectores de la población que ya no son de interés para la economía, ya sea como trabajadores o consumidores; es decir, poblaciones desechables, como si la economía pudiese prosperar sobre una pila de cadáveres o cuerpos desprovistos de cualquier ingreso. Los ejemplos más llamativos son Inglaterra, Estados Unidos, Brasil, India, Filipinas y Tailandia.

  5. El colonialismo y el patriarcado están vivos y se fortalecen en tiempos de crisis aguda. Las epidemias (el nuevo coronavirus es la manifestación más reciente de ellas) solo se convierten en problemas globales graves cuando se ven afectadas las poblaciones de los países más ricos del norte global. Así sucedió con la epidemia del sida. En 2016, la malaria mató a 405,000 personas, la enorme mayoría en África, y eso no fue noticia. Los ejemplos podrían multiplicarse.

  6. En los últimos cuarenta años, el principio del mercado ha recibido prioridad absoluta en detrimento del Estado y de la comunidad. La privatización de bienes sociales colectivos, como la salud, la educación, el agua potable, la electricidad, los servicios postales y de telecomunicaciones, y la seguridad social, fue solo la manifestación más visible de la prioridad dada a la mercantilización de la vida colectiva.

En seguida el propio Boaventura toca el tema de las alternativas. ¿Qué hacer? La pandemia y la cuarentena revelan que hay alternativas posibles, que las sociedades se adaptan a nuevas formas de vida cuando es necesario y se trata del bien común. Esta situación es propicia para pensar en alternativas a las formas de vivir, producir, consumir y convivir en los primeros años del siglo XXI… Seguramente no falten ideas sobre posibles alternativas, pero ¿pueden conducir a una acción política para lograrlas? Además, volver a la «normalidad» no será igual de fácil para todos. ¿Cuándo se reconstituirán las ganancias anteriores? ¿Estarán los empleos y salarios esperándolos y disponibles? ¿Cuándo se recuperarán los retrasos educativos y profesionales? ¿Desaparecerá el estado de excepción creado para responder a la pandemia tan rápido como la pandemia?

Por nuestra parte, poco habría que agregar a esta glosa del magnífico ensayo de reflexión desde una sociología política del sur como la que lleva a cabo el maestro portugués. La agudización de la «lucha global de clases» (Jeff Faux) está en marcha, particularmente en términos de lucha ideológica y mediática. En todo caso, a partir de estas consideraciones podríamos derivar las lecciones específicas que, para el México de la 4T, traerá consigo el terrible cornavirus-19, que es ya un detonante adicional de gran potencia para continuar y consolidar los cambios que el país requiere en una democracia que concebimos como «el mayor bien para el mayor número».

Nota

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