En el marco de la pandemia han surgido diversos relatos sobre los orígenes, ramificaciones y consecuencias del Covid-19. De ellos he seleccionado tres para comentarlos en este ensayo.

1. Gran tribulación, Apocalipsis y Juicio Final

Los movimientos religiosos más extremistas vienen anunciando desde el siglo I el fin de los tiempos históricos, intramundanos, y el advenimiento de una época de paz cuando el enemigo de Dios (Lucifer) será derrotado y encadenado en las mazmorras del infierno.

Este tipo de movimientos, en Europa, EEUU, América Latina y otras regiones, se han opuesto al humanismo y al Renacimiento, a los ideales de la Revolución francesa y de la Ilustración, a las revoluciones científicas y tecnológicas, al régimen de libertades, a la diversidad y a la pluralidad, su objetivo ha sido y es regresar a las sociedades premodernas. Cada vez que acontecen hechos catastróficos de grandes proporciones estos extremismos proclaman el cumplimiento de las profecías más letales acompañadas de innumerables calamidades y sufrimientos. Así ocurrió, y me limito a los siglos XX y XXI, con la gripe española, la gripe asiática, la gripe de Hong Kong, el VIH/Sida, el Síndrome respiratorio agudo severo (SARS), la gripe aviaria, la H1N1 o gripe porcina, el ébola, y ahora con el coronavirus SARS-CoV-2. En estas narrativas siempre existe un pequeño grupo de elegidos por dios para que reinen con él por toda la eternidad (iluminados, profetas y seguidores de profetas), mientras los demás seres humanos son castigados en el torbellino de la ira divina.

Las profecías apocalípticas del tipo descrito se presentan como expresiones del amor infinito de dios, pero en la práctica muestran soberbia, venganza y egoísmo ¿De cuánto odio son capaces los lobos con piel de oveja? Imposible saberlo con certeza, pero es claro que su especialidad consiste en anunciar sufrimientos, expandir el miedo, vivir del pánico, proclamar una esperanza de la que tienen el monopolio y que reparten según sea su sectaria disposición. Ellos, y solo ellos, son los únicos que conocen la voluntad divina, tanto que sin ese conocimiento el dios que predican no existiría. Últimamente los he oído advertir que muy pronto, agazapados en las sombras de la noche y en la mortandad del Covid-19, millones de demonios llegarán a las casas y predios de los humanos para aterrorizarlos.

2. ¿Final del capitalismo?

La otra narrativa de la crisis a la que deseo referirme es la nacida en Europa durante la primavera de 1845, según la cual el capitalismo esta condenado a una desaparición atroz. La catástrofe definitiva de este sistema social fue anunciada, para solo citar algunos ejemplos, hacia finales del siglo XIX coincidiendo con la divulgación de los tomos I, II y III de El Capital de Marx, y de las Teorías sobre la plusvalía del mismo autor. Se reiteró durante la Primera Guerra Mundial, la Revolución bolchevique, la crisis económica de 1929, la Segunda Guerra Mundial, la crisis financiera de 2008-2009, y ahora con la pandemia. En los casos anteriores la profecía fracasó. Cuando sus seguidores tomaron el poder el Estado y del Gobierno fortalecieron y expandieron el capitalismo que tanto decían aborrecer, llevándolo hasta el extremo de la dictadura política y la represión militar de la población.

¿Qué ocurrirá ahora? Uno de los más recientes exponentes de la profecía es Slavoj Žižek, quien con su acostumbrada, fragmentada e incompleta mezcla de contenidos marxistas, hegelianos, freudianos y lacanianos ha proclamado el final del capitalismo y la «reinvención del comunismo», entendido este como un tipo de «organización internacional que pueda controlar y regular la economía, así como limitar la soberanía de los estados nacionales cuando sea necesario» (Sopa de Wuhan, p. 27), sobre la base de Estados y Gobiernos controlados por políticos, ideólogos, burócratas y militares. Para Žižek ese comunismo «reinventado» equivale a una dictadura semejante a la que existió en la extinta Unión Soviética pero con más burocracia. En el deforme texto incluido en la obra Sopa de Wuhan, donde abundan los disparates, Žižek hace recaer sus esperanzas mesiánicas en el virus y convierte al SARS-CoV-2 en el sujeto revolucionario de nuestro tiempo; sitial de honor que en esta narrativa del horror no lo ocupan los obreros, ni los estudiantes, ni los pueblos autóctonos y ancestrales, ni el gran líder, ni el revolucionario concebido como «una máquina de matar», sino el COVID-19 que esta protagonizando un fenomenal «ataque…contra el sistema capitalista global» (p. 23) y que hace comprender que «necesitamos una catastrofe» (p. 24) para volver.

En 175 años la profecía del final del capitalismo nunca había alcanzado el grado de absurdidad que ha logrado en el galimatías de Slavoj Žižek. Resulta que ahora la desaparición de este sistema no se asocia a la Ley de la tendencia decreciente de la cuota de ganancia, como ocurría en anteriores versiones proféticas, sino que depende de la propagación exponencial del virus y de la mortandad que origina. El Covid-19 ocupa el lugar de dios, la catástrofe sanitaria, económica y social es el resultado de su ira divina, y unos pocos seguidores, Žižek entre ellos, han sido elegidos en el altar del SARS-CoV-2 para comprender la despiadada eficacia revolucionaria del virus. ¿Es esto serio? No. Es un malabarismo mental y una bufonada que disfrazándose de academia y de ciencia resulta tan alucinante como los relatos de quienes dicen que en estos tiempos estamos presenciando la invasión extraterrestre proveniente del planeta UMMO, diseñada y ejecutada por la civilización ummita mucho antes de que aparecieran los denisovanos, neandertales y sapiens.

3. Pragmatismo

Existe otra narrativa sobre la actual crisis, bastante más realista, pero no por ello aceptable en todos sus términos. La denomino pragmática.

El virus, se afirma en ella, es un fenómeno natural, económico, político, militar y social, y en esa condición guarda estrechas relaciones con las estrategias expansivas de los imperios, las tendencias demográficas, las corrientes religiosas, la orientación de las investigaciones sociales y humanistas, la revolución tecnológica y científica, y otras fuerzas que se mueven enlazadas a la historia de la pandemia.

El planteamiento central de la narrativa pragmática lo resumo en las siguientes ideas: primera, al finalizar la pandemia en muchos países se percibirá que las instituciones han fallado; segunda, hay un antes y un después de la pandemia, de modo que el orden (o el desorden) global se esta transformando sin que por ahora sea claro cuales puedan ser sus derroteros dominantes; tercera, se deben erradicar las enfermedades infecciosas, intensificar el desarrollo científico y tecnológico, ejecutar programas de vacunación y sanear la economía para reactivarla, y cuarta, el conflicto central de estos tiempos de pandemia (y también lo será en el mundo post-pandemia) es el que enfrenta al orden liberal y al orden autoritario, pero esta contradicción política e ideológica no puede resolverse simultáneamente con la derrota de la pandemia.

Si EEUU, Rusia y China no retrasan sus aspiraciones imperiales, y al mismo tiempo pretenden derrotar a la pandemia, la posibilidad de que se desate una violencia generalizada es inminente. En este tinglado también juega la Unión Europea, pero téngase presente que este proyecto político disimula sus deseos imperiales en retóricas seudo-poéticas, confusas y ambiguas, algo muy distinto a lo que se observa en los casos de EEUU, China y Rusia.

China y Estados Unidos, hacia el año 2030, tienen objetivos mutuamente excluyentes: China pretende convertirse en la principal potencia económica, científica y tecnológica del mundo y disponer de capacidades militares semejantes o superiores a las de EEUU. EEUU, en cambio, busca impedir el éxito de China en ese cometido, al tiempo que se mantiene y se desarrolla como primera potencia mundial; y es en este contexto de enfrentamiento entre imperios que unas corrientes históricas están bregando por ampliar el espacio de las libertades, mientras otras trabajan en sentido contrario. La disyuntiva es clara: vivir en sociedades hipervigiladas y controladas por burocracias políticas, ideológicas y militares, o hacerlo en sociedades donde nadie, ni persona ni grupo ni Estado ni Gobierno, pueda lograr el control de la población.

4. Separar la paja del ojo

En el marco del relato pragmático es esencial distinguir lo principal de lo secundario, lo prioritario de lo accesorio. Concentrarse en los exabruptos, simplismos y excentricidades de un presidente de la República, un primer ministro, un dictador o un jefe de Estado, como pueden ser Donald Trump, Xi Jinping, Putin, Macron, Merkel o Boris Johnson, es olvidar lo sustantivo y alimentar las ignorancias e insultos tan comunes en las redes sociales electrónicas. En el caso de la situación actual, por ejemplo, debe tenerse presente que los emperadores Trump, Xi Jinping y Putin son solo rostros visibles de un sistema de gestión del poder situado en el sustrato de las sociedades que gobiernan.

En Estados Unidos, para citar un caso que genera muchas noticias, informaciones y desinformaciones, sean las buenas maneras de Joe Biden, los Clinton y los Bush, las excentricidades de Trump o las cualidades histriónicas y oratorias de Obama, todo es parte de un disfraz de comunicación. ¿Qué disfraza el disfraz? Lo siguiente: la existencia de una estrategia geopolítica estadounidense que no es errática, ni aislacionista, todo lo contrario, pretende construir un nuevo modo del estar imperial en combinación con la política imperial de China y Rusia, y esto ha hecho saltar por los aires el orden mundial que se estableció al derrumbarse la Unión Soviética. Los imperios son los grandes prestidigitadores de la historia, expertos en las artes de la simulación, y maestros en las técnicas de influencia de masas. El coronel Pedro Baños Bajo lo expresa con claridad cuando refiriéndose al presidente estadounidense recuerda la segunda escena de Hamlet (Shakespeare) donde Polonio dice «Esto puede ser locura, pero hay método en ella» y cita el refrán aragonés el tonto que hace tontear. Poner a tontear a los demás, haciéndoles creer que no tontean, es una técnica antigua y poderosa de la manipulación social que los imperios conocen en detalle.

5. ¿Y América Latina?

En el abigarrado escenario de narrativas sobre la crisis, conviene a Latinoamérica contar con cinco bastiones muy sólidos: el político; el económico y social; el científico y técnico del sistema de salud y de investigación en ese ámbito; los Estados de derecho; y la relación entre los regímenes de libertades y la equidad.

En el plano político son de lamentar las señales de debilidad, divisiones y desorientaciones que se observan; en lo económico y social, debido en parte a las insuficiencias políticas, aún no se cuenta con una hoja ruta que permita avanzar hacia la desaparición de los abusos y egoísmos de los intereses creados sectoriales; en el orden médico y de salud, a pesar del esfuerzo meritorio, digno y merecedor de alabanza que muestran el personal de salud y los investigadores en esa área, es lo cierto que muchas sociedades latinoamericanas están evidenciando gigantescas falencias; respecto a los Estados de derecho y al régimen de libertades son abundantes en la región la violación sistemática y la represión militar de las libertades y los derechos humanos; y en lo que se refiere al tema de la equidad en el desarrollo es sabido que la región latinoamericana es una de las más desiguales del planeta, circunstancia que se profundizará en el mundo post-pandemia.

Los vacíos estructurales referidos no pueden resolverse a partir de ideologías catastrofistas y mesiánicas que dicen hablar en nombre de los pueblos, pero en realidad lo hacen en función de intereses plutocráticos nuevos y antiguos. El paraíso que anuncian estas ideologías dictatoriales es en realidad un infierno de represión y control. ¿Qué hacer? Seguir en todos los ámbitos el ejemplo de los expertos, técnicos, científicos y humanistas: actuar sobre la base de conocimientos y no de creencias; priorizar las capacidades técnicas y no las ideologías; el espíritu libérrimo y no la manipulación; la prudencia y parsimonia, y no la prisa atolondrada e inmediatista; la información y no la desinformación y las alucinaciones conspiranoicas que infectan las redes sociales electrónicas. Si así procedemos saldremos de este momento difícil y complejo de la historia más libres, fuertes y generosos.