Regresa el buen tiempo y con más fuerza que nunca las ganas de sol, del aperitivo en la terrazas, de enseñar los pies y de estrenar el bañador nuevo. Y llegan las barbacoas: el olor a lumbre, la panceta, los montaditos de lomo, la cervecita, los chapuzones... el buen ambiente y la buena compañía.

Con la primera barbacoa de la jornada estival tuve la suerte de conocer a Ana María Sabido. Una mujer interesante y divertida a la par, con la que estaba disfrutando enormemente de una grata conversación cuando supe que se trataba de alguien especial, tanto que con ella no se cumple el dicho ese de no hay profeta en su tierra, porque en la suya, Jerez de la Frontera, se la quiere tanto que desde 2011 tiene una calle con su nombre. Qué más se puede pedir.

Ana María lleva corriendo maratones desde que cumplió los cuarenta, en una imparable carrera deportiva que, aunque comenzó tarde, no ha dejado de darle triunfos. Ahora lleva varios años sin competir; ha orientado su meta a las obras sociales.

Y, lo mismo que me habla de sus maratones, emocionada, me cuenta que hace varios años fue nombrada ilustre Reina Maga de la Cabalgata de Jerez. Esta sí que debió de ser una singular carrera. Sin dudarlo un momento, se queda con el reconocimiento de su gente, este es su mayor trofeo.

Resulta que jovencita, veía a su hermano correr maratones y a ella la parecía que era algo que también le gustaría hacer, pero su vida iba entonces por otros caminos. Sin embargo, un día pensó que por qué no lo iba a intentar. Así que se calzó sus zapatillas sin estrenar (puesto que no había entrenado) y corrió el medio maratón de Jerez en 2,5 horas.

Este fue el primero de pocos, ya que un repentino malestar le obligó a cejar en su pericia: Anita estaba en camino.

No obstante, seis meses después del parto se enfrenta al que será su primer maratón, y a partir de entonces ya nada la ha podido parar. Junto a su marido, José, su entrenador personal, formaron el equipo perfecto para alcanzar grandes hitos en el deporte. Ha corrido más de una veintena de maratones, y entre sus grandes logros es dos veces ganadora de la carrera de 100 kms Villa de Madrid, primera española en correr 100 kms en pista (Jerez, 1999), primera española en correr 24 horas en pista (Jerez, 2004), primera española en realizar el maratón de autosuficiencia Des Sables (Marruecos, 1999) a través del desierto (esto es, 225 km de arena cargando con todo lo que uno va a necesitar durante la jornada), campeona del mundo de ultramaratón (Argentina, 2005). Y un largo etcétera.

En algún momento, mientras la casa se les llenaba de trofeos, comenzaron a plantearse de qué manera podrían seguir disfrutando del deporte y, a la vez, hacer que también otros se beneficiasen de sus éxitos. Con este propósito y la pequeña fama local que Ana María ya se había labrado, aprovecharon el tirón para dar forma a la primera iniciativa, que se remonta a 1999. Al ya tradicional partido contra la droga que juegan famosos contra toreros en el estadio municipal Chapín de Jerez, se une Ana María para correr 100 Km en pista y así sumar beneficios por la misma causa. En diez horas y media se convierte en la primera española que lleva a cabo semejante hazaña. Los diarios locales lo celebran con el siguiente titular: Los famosos patean la droga y la heroína da 250 vueltas al Chapín.

Cuenta José que, pese a lo cansada que estaba, la dieron un masaje y por la noche se fueron a bailar a la fiesta que había organizada. No todo va a ser sudar la camiseta.

En 2004 volvería a enfrentarse al estadio Chapín para conseguir otro récord, el de 24 horas en pista, corriendo por la misma causa.

Cuando la pista de Jerez se le quedó pequeña (algo esperable), llegó la hora de ampliar fronteras. En esta ocasión (2009) se propone recorrer la provincia de Cádiz (600 km, 44 municipios, 15 días), respaldada por la Asociación Provincial de Autismo de Cádiz para dar difusión al trastorno del espectro autista. No corre solo ella, invita a cuantos quieran a sumarse a su causa, acompañándola en semejante periplo, durante el tiempo que cada uno quiera. Toca a fin tan épica misión en su tierra, Jerez.

Cada jornada comienza a las 8 de la mañana y tiene una duración de 6-7 horas (35-38 km diarios). La recuerda como la prueba más dura que ha tenido que afrontar, fue preciso echar mano de mucha entereza y perseverancia, pero también ha sido la que más satisfacción le ha proporcionado: el modo en que el pueblo se volcó con su causa, la Guardia Civil que la escoltó todo el camino, los alcaldes de los municipios que la recibieron a su llegada a cada uno, el cariño de la gente a su paso que le daba fuerzas para seguir adelante. Llevar a cabo una proeza semejante no es solo cuestión de una indudable forma física, sino que también hace necesaria una gran fortaleza mental («un 80% del esfuerzo es cabeza», reconoce Ana María).

Un año más tarde, realiza la «vuelta al Jerez rural», un recorrido en siete días por las barriadas y pedanías de Jerez, respaldada por la Asociación Gaditana de Esclerosis Múltiple para recaudar fondos y mejorar la calidad de vida de los enfermos de esclerosis.

A sus 65 años se encuentra más en activo que nunca. Me habla de sus inquietudes e intereses: dedica parte de su tiempo a tomar clases de informática y en la universidad para adultos, y acaba de sacarse el título superior de Ebanistería. Y es que hay personas a las que todo se les da bien, hay que aceptarlo, pienso a la vez que nos muestra una amplia colección de pinturas y esculturas que ya tiene en su haber. Cuenta que este es otro sueño con el que llevaba años soñando: cuando ellos se conocieron, con 14-15 años, Ana María estaba en la escuela de arte y José en la de comercio. Luego llegaron el matrimonio, los hijos, la casa... Y ha sido ahora cuando ha querido la vida que desarrolle toda la creatividad que llevaba tanto tiempo guardando. De ahí que lo primero que tienen en mente sea una exposición en su ciudad: Del deporte al arte, una muestra del peculiar recorrido que ha seguido su vida desde el primer día que se calzó las zapatillas para salir a correr, que incluye trofeos, cuadros, esculturas, además de altas dosis de esfuerzo, sacrificio, mucho orgullo e ilusión.

Y es que no se trata solo de correr, no es solo atletismo. Es la deportividad al servicio del mayor altruismo, la implicación absoluta de dos personas maravillosas que disfrutan con la actividad física en todo tipo de causas sociales. Ambos componen un tándem admirable, una absoluta compenetración en la vida y en el deporte, que les lleva a una continua superación en la búsqueda de nuevos retos.

Qué bien que haya gente así y qué suerte conocerlos.