La más antigua cerámica comienza a confeccionarse hace unos seis mil años en las tierras bajas tropicales del norte de Sudamérica. Las investigaciones indican que surgió como una invención independiente, después de una larga experimentación, cuando las poblaciones comienzan a asentarse en pequeñas aldeas, inician las primeras prácticas agrícolas y se ven en la necesidad de innovar en las tecnologías de conservación, almacenamiento y cocción de los alimentos como el maíz, los porotos y las calabazas. Acompañaron a esta etapa de mayor complejidad de la prehistoria americana, la aparición de la arquitectura y, más tarde, las jerarquías políticas y la estratificación social.

Los mejores registros arqueológicos de este proceso de desarrollo están en la costa del Ecuador. Hacia 3300 a.C., los antiguos aldeanos de Valdivia empiezan a fabricar cuencos y ollas con formas inspiradas en frutos y decoradas con sencillos diseños geométricos. Luego dan origen a unos de los primeros artes escultóricos del continente, modelando en arcilla figurillas humanas, al parecer con fines rituales.

Dos mil años más tarde, las culturas Machalilla y Chorrera, perfeccionan esta naciente artesanía, produciéndola en mayor escala e innovando en formas y tecnologías decorativas hasta alcanzar, en un corto período, un espectacular dominio y refinamiento.