La arquitectura monumental, los murales policromados y los bajorrelieves en piedra son elementos emblemáticos del arte Maya. Sin embargo, los artesanos produjeron una infinidad de objetos de cerámica, piedra y madera igualmente extraordinarios.

Durante unos dos mil años, el arte de esta región de Mesoamérica estuvo al servicio de los templos, las ceremonias religiosas y las autoridades políticas. A través del arte, los Mayas dieron forma material a sus creencias y proporcionaron el escenario adecuado para el ejercicio del poder. Muchos de estos objetos fueron hechos para ser usados como recipientes en los que se bebía cacao o se quemaba incienso. Formaron parte también de las ofrendas que celebraban la construcción de los edificios o de las estelas conmemorativas, o integraron los ajuares mortuorios.

Las vasijas fueron decoradas con espléndidas escenas figurativas que aludían a los dioses y al ciclo del sol en sus correrías diurnas en el mundo de los vivos y su paso nocturno por el Xibalbá o mundo subterráneo habitado por los muertos. También se representaba a los nobles, en asociación a glifos conmemorativos de nacimientos, matrimonios, muertes e incluso, alianzas políticas.