Uno de los rasgos característicos de las comunidades agrícolas del Período Formativo Tardío de la costa occidental de México, tales como Jalisco, Nayarit y Colima, fue la confección de figuras de cerámica que representan seres humanos y animales.

Fueron realizadas con distintas técnicas y en muy diversos tamaños, y sus estilos varían de región en región y también a lo largo del tiempo. Estuvieron destinadas a acompañar a los muertos en sus tumbas. Es difícil interpretar el sentido de estos “acompañantes” del difunto, aunque la información aportada por los europeos en sus primeros contactos con los indígenas de la región, permite hacer algunas suposiciones.

El perro podría ser un guía para el difunto en su viaje a la tierra de los muertos. Los jorobados y enanos, en cambio, parecen haber tenido una especial importancia desde el punto de vista del ritual.