La sala C del edificio Jerónimos del Museo del Prado acoge esta exposición que, comisariada por Joan Molina, profesor de la Universitat de Girona, pretende tributar un merecido homenaje y dar a conocer al gran público a Bartolomé de Cárdenas, alias el Bermejo (h. 1440-h. 1501), uno de los pintores más sugerentes y atractivos del siglo XV.

El trabajo de Bermejo se fundamenta en el uso de las potencialidades pictóricas de la entonces novedosa técnica del óleo. A partir de esta premisa supo desarrollar un personal lenguaje de signo realista, especialmente atento a los efectos ilusionistas pero también a la definición de espectaculares gamas cromáticas. Su principal referente fue la pintura flamenca, la escuela inaugurada por Jan van Eyck y Rogier van der Weyden que, en la segunda mitad del siglo XV, había conquistado toda Europa, incluida Italia. Aunque se ha especulado con que Bermejo pudo formarse en los talleres septentrionales, es más posible que su aprendizaje tuviera lugar en la cosmopolita Valencia del segundo tercio del siglo XV, una ciudad abierta tanto a los modelos flamencos como a los italianos, de los que el pintor cordobés también se hizo eco.

Junto a su destreza técnica, sorprende también su capacidad para desarrollar nuevas interpretaciones de todo tipo de temas e iconografías de carácter devocional. Su inquietud por seguir explorando nuevos terrenos, especialmente en el ámbito del paisaje y el retrato, le permitió concebir algunas de sus obras más complejas e innovadoras en el último periodo de su trayectoria profesional. Todo ello fue advertido por una grupo de selectos comitentes, desde grandes eclesiásticos y nobles hasta distinguidos mercaderes, así como por sus colegas de profesión, que a menudo imitaron sus composiciones.

Tras su muerte, su nombre y obra cayeron en el olvido. Su recuperación se produjo a finales del siglo XIX, cuando algunas de sus tablas más señaladas despertaron el interés tanto de destacados coleccionistas internacionales como de falsificadores de pintura antigua.

Esta exposición, que contará con 48 obras procedentes de las colecciones de más de 25 prestadores, se exhibirá desde el 9 de octubre de 2018 hasta el 27 de enero de 2019 en el Museo del Prado y, con pequeñas variaciones, desde el 14 de febrero hasta el 19 de mayo de 2019 en el Museu Nacional d’Art Catalunya.

Bartolomé de Cárdenas, alias el Bermejo (h. 1445-h. 1501), es uno de los pintores más fascinantes del siglo XV. Nacido en tierras cordobesas, es muy posible que su condición de judeoconverso le encaminara a una vida itinerante que, cuando menos, le llevó a residir en Valencia, Daroca, Zaragoza y, finalmente, Barcelona. Para sortear las limitaciones gremiales de la época, a menudo se asoció con maestros locales mucho menos cualificados. Pese a ello, la orgullosa utilización de su alias, el Bermejo, con el que firmó de manera particular algunas de sus obras más innovadoras, certifica que nos hallamos ante un pintor con una personalidad acusada, probablemente muy consciente y seguro de sus habilidades.

A partir del dominio de la técnica del óleo según la manera de los flamencos, Bermejo supo desarrollar un personal lenguaje de signo realista, especialmente atento a los efectos ilusionistas pero también a la definición de espectaculares gamas cromáticas. Junto a su destreza técnica, sorprende también su capacidad para desarrollar nuevas interpretaciones de todo tipo de temas e iconografías. Su inquietud por seguir explorando nuevos terrenos, especialmente en el ámbito del paisaje y el retrato, le permitió concebir algunas de sus obras más complejas e innovadoras en el último periodo de su trayectoria profesional. Todo ello fue advertido por una serie de selectos comitentes, desde grandes eclesiásticos y nobles hasta distinguidos mercaderes, así como por sus colegas de profesión, que a menudo imitaron sus composiciones.