Es corriente encontrar en los medios de comunicación de América Latina que Chile es el modelo a seguir en el tratamiento a la inversión extranjera en la minería, opinión que es a la vez sostenida por toda suerte de especialistas en este sector de la economía.

Incluso algunos Gobiernos han tenido a Chile como referencia de una buena política minera, como es el caso del presidente José Mujica, de Uruguay, que el año 2012, al presentar su proyecto de Minería de Gran Porte, para abrir este sector a la inversión extranjera en el hierro, tenía a Chile como ejemplo en el buen manejo en la inversión en minería. Dicho sea de paso, la ley se aprobó, pero felizmente la inversión no se concretó.

Este «prestigio» de la inversión minera en Chile, comenzó a gestarse a partir de 1990, con el retorno a la democracia. A partir de ese año, las empresas mineras extranjeras, pasaron de producir 180.000 toneladas de cobre en 1989, a 2,8 millones de toneladas, 10 años más tarde, un crecimiento 15 veces superior, producción que en la actualidad supera los 4 millones de toneladas.

Este colosal crecimiento de la producción de cobre gracias a la inversión extranjera, desde 1990 en adelante, generó tanto en Chile como en el mundo en general y en América Latina en particular, un prestigio que aparecía muy merecido de los beneficios de la inversión extranjera en la minería chilena.

El crecimiento de la producción minera es precisamente el único aspecto de esta inversión que ha tenido un enorme despliegue publicitario en los medios de comunicación, tanto en Chile como en el extranjero, pero estos mismos medios, han aplicado la regla del silencio y la omisión respecto de los beneficios económicos y financieros para Chile con esta inversión.

¿Por qué han sido silenciados estos beneficios? Simplemente porque dichos beneficios son casi inexistentes. Cochilco, organismo del Estado, que debe fiscalizar la producción minera, en el Anuario 2016, reporta que las diez mayores mineras privadas extranjeras tributaron la ridícula suma de US$ 18,8 millones, exportando casi 4 millones de toneladas de cobre por un valor que supera US$ 20.000 millones.

Sin embargo, el mismo Cochilco informa que la tributación de Codelco (la minera estatal nacionalizada en 1971), aportó al Fisco US$ 942 millones, a pesar que produce dos veces menos que las mineras privadas extranjeras. Esto quiere decir que Codelco aportó al fisco US$ 515,5 por tonelada de cobre producida, mientras que las mineras extranjeras solo 5 dólares por tonelada, más de mil veces menos.

Estas son precisamente las razones por las que los grandes medios de comunicación, no comentan los «beneficios» económicos para el país con la inversión minera extranjera, aspecto que también silencian las consultoras especializadas en economía y minería, tanto en Chile como el extranjero.

Esta miserable tributación de las mineras extranjeras se debe al hecho de que casi todas ellas declaran haber tenido pérdidas en el ejercicio 2016, y más de la mitad de ellas también declararon pérdidas en el año 2015.

En un informe del Servicio de Impuestos Internos, presentado en el Senado el año 2003, por primera vez se reveló que, desde 1995 a 2003, la totalidad de las mineras extranjeras, salvo una, no había pagado un solo dólar de impuesto a la renta o a las ganancias en Chile, en razón de que siempre declararon pérdidas. Desde 1995 en adelante, la ley tributaria prohíbe conocer la tributación de todos los contribuyentes, por ello fue revelador que, por primera vez, en el Senado de la República se revelara este escándalo de la falta de tributación de las mineras. Sin embargo, nada de ello fue siquiera mencionado en los medios de comunicación.

Hasta ese año se habían llevado cerca de 30 millones de toneladas de cobre, que al valor actual del cobre, significa cerca de 200.000 millones de dólares, –sin contar el oro, la plata, el molibdeno, etc.–, y no pagaron un solo dólar de impuesto en Chile.

Durante ese mismo periodo de tiempo (1995-2003) la minera estatal Codelco declaró cuantiosas utilidades y entregó al Estado más de US$ 10.000 millones, produciendo, en esa época, 1,5 veces menos cobre que las mineras privadas.

La teoría económica e ideológica dominante en Chile y en el mundo asevera, como un dogma, que las empresas privadas son mucho más eficientes que las empresas estatales. ¿Cómo explicar entonces que en Chile la minera estatal declaraba cuantiosas utilidades y las mineras privadas, solo pérdidas?

Es evidente que las pérdidas de las mineras privadas extranjeras no son reales. Estas pérdidas son planificadas expresamente para evitar el pago del impuesto a las ganancias.

Pero esto no siempre fue así, puesto que en tiempos de la dictadura, las mineras estaban obligadas a pagar impuesto a las ganancias, porque la base tributable no eran las utilidades que se declararan sino las ventas. Desde que las mineras vendían la primera tonelada de cobre, tenían que pagar impuesto a las ganancias, porque este se pagaba en base a las ventas, lo que en Chile se conoce como renta presunta.

En junio de 1990, a tres meses de iniciado el primer Gobierno democrático, con la aprobación de la Ley 18.985, se modificó la tributación para las grandes mineras, de renta presunta a renta efectiva, lo que significa que el impuesto ya no se paga en función de lo que se extrae o lo que se vende, sino que en base a la ganancia o renta efectiva que declare la propia empresa minera.

Gracias a este cambio en la tributación, se aceleró la inversión extranjera en la minería, porque las grandes mineras vieron en ese cambio tributario una incitación a invertir y llevarse el cobre chileno sin pagar impuestos. Por esta razón, 10 años después de aprobado este cambio tributario, la producción de cobre de las mineras privadas extranjeras había pasado de 180.000 toneladas a 2,8 millones de toneladas.

Recién a partir del año 2006 y hasta el años 2012, con el aumento importante del precio del cobre, la mayor parte de estas mineras declararon utilidades y pagaron impuestos, pero en los últimos años, aprovechando una baja en el precio del cobre, en su mayoría han vuelto a declarar pérdidas y no pagan impuestos, por el contrario acumulan pérdidas, para descontarlas de probables futuras utilidades, lo que es permitido por la ley tributaria chilena.

Pero fuera del hecho que las mineras extranjeras no pagan impuestos, han generado además un daño directo a los ingresos que el Estado chileno obtenía del cobre.

A raíz del colosal aumento de la producción de cobre entre 1990 y el año 2000, en 2,8 millones de toneladas, este exceso de oferta de cobre chileno que inundó los mercados del mundo muy por encima de la demanda, provocó una considerable caída del precio del cobre, que pasó de 1,5 dólares la libra en 1989, a solo 0,7 dólares el año 2000.

Esta considerable caída del precio del cobre destruyó los ingresos que Chile obtenía del cobre, puesto que Codelco, la empresa estatal del cobre, que aportaba US$ 1.961 millones en 1989, lo que representaba el 25% de los ingresos fiscales, 10 años más tarde aportó solo US$ 269 millones, menos del 1% de los ingresos fiscales.

En suma, las mineras extranjeras, al no pagar impuestos en Chile, no solo no generan beneficios económicos financieros al país, por el contrario, han provocado un daño colosal a nuestro país.

No existe en la historia de Chile, nada más perjudicial a la economía, que la inversión minera extranjera en la minería. El problema es que este aspecto de la inversión minera extranjera, es desconocido tanto en Chile como en el extranjero.