Todo comenzó por un encargo de Iván IV Vasílievich, el primer monarca en la región en adoptar el título de zar. Para hacer gala de su poderío absoluto sobre la actual Rusia, el nuevo príncipe de Moscú decidió que revestiría a su capital con las más grandes obras de arquitectura, obras capaces de quitarle el aliento a cualquiera que caminase por sus calles. Fue entonces que acudió a Postnik Yakovlev y a su hermano.
Juntos, estarían a cargo de construir los edificios más icónicos de la nueva capital imperial. Con todo el presupuesto y el apoyo del nuevo jefe de estado, las obras comenzaron en 1555. Ni el emperador ni sus súbditos se esperaban que la Catedral de San Basilio estuviera terminada menos de una década más tarde, con un diseño que no se había visto jamás en la historia del arte. Esta es su historia.
San Basilio, una catedral imperial
Después de una de sus múltiples victorias militares, Iván IV (conocido como “El Terrible” o “El Temible”) finalmente logró derrotar a los tártaros, su principal enemigo a vencer por décadas. Por ello, le encomendó a este par de arquitectos rusos la construcción y diseño exclusivo de los edificios más emblemáticos en la actual Plaza Roja, corazón de la nueva capital imperial.
Con respecto a la iglesia que se construiría ahí mismo, Postnik y Brama Yakovlev consideraron que sería pertinente dedicarla a San Basilio, un moscovita que (según la tradición cristiana ortodoxa) vivía en las calles, pero podía predecir el futuro y curar a la gente con la mirada. Los hermanos Yakovlev pensaron que cada cúpula y cada torre deberían ser independientes entre sí. Por ello, cada una tiene un nombre, estilo y colores diferentes. A fin de cuentas, son templos con altares dedicados a santos distintos.
Construidas en forma de cebolla, con el clásico estilo tártaro-mogol oriental, coronan la estructura con colores contrastantes que parecen elevarse en espiral hasta las alturas. Esta línea arquitectónica combina estilos venidos de China, Ucrania y del Imperio Mongol, lo que contribuyó a la creación de una estética única en el mundo. Algunos historiadores aseguran que “toda la evolución arquitectónica posterior de Moscú está en el fondo influenciada por esta tradición regional, que es el corazón de la identidad rusa”.
Un conjunto de templos cristianos ortodoxos
A diferencia de lo que se podría creer, la Catedral de San Basilio no es una única iglesia. Por el contrario, es, según la traza original de los hermanos Yakovlev, un conjunto de templos cristianos ortodoxos que, en conjunto, suman 10 templos diferentes. Se estima que la torre más alta alcanza los 65 metros de altura, lo que equivale a un edificio promedio de 20 pisos.
De hecho, la única Iglesia de San Basilio en ese conjunto es aquella de la torre que se construyó sobre la tumba del santo ruso. Además, es la que da entrada al conjunto religioso, por lo que comúnmente se asume erróneamente que toda la construcción está dedicada a él. En realidad, el nombre del conjunto es Catedral de la Intercesión de la Virgen Sobre el Foso, según lo nombraron los Yakovlev en 1555.
Al entrar, según dicen los moscovitas, los arquitectos no crearon una iglesia, sino un laberinto. De hecho, según el Instituto de Estudios Rusos y de Europa del Este, el interior no tiene nada que ver con el lujo y la pompa de la fachada: “[Está] compuesto por decoraciones modestas y pasillos estrechos”.
Conocer todos los templos podría ser una hazaña de todo un día, en el que los visitantes tendrían que tomar múltiples escaleras de caracol, de escalones estrechos y muy altos. Los altares se encuentran en espacios muy reducidos, por lo que habría que llegar temprano para encontrarlos sin tantas personas. A fin de cuentas, en la actualidad sigue siendo un espacio consagrado.
A diferencia de lo que podría creerse, la Catedral de San Basilio no es la sede máxima de la Iglesia Cristiana Ortodoxa. De hecho, el patriarca ni siquiera vive en Moscú: actualmente, tiene su sede en Estambul, la capital de Turquía, al haber sido el lugar de la antigua Constantinopla.
Cegados por la belleza de sus creaciones
La construcción de la catedral imperial culminó en 1561, cuando oficialmente se abrió como un espacio sagrado para los moscovitas. Según cuenta la leyenda, Iván “El Terrible” mandó cegar a los hermanos Yakovlev para evitar que construyeran algo más hermoso en sus vidas. Se dice que pasaron el resto de sus vidas sin ojos, por mandato del primer zar.
Sin embargo, los historiadores relegan este episodio a la tradición oral rusa, más ligada a la propaganda de terror asociada al primer zar de Rusia. De hecho, no se sabe con certeza quién creó realmente el diseño de la Catedral de Moscú. Podría ser que Brama y Postnik Yakovlev fueran, incluso, una misma persona con apodos diferentes, ya que “Brama” en ruso quiere decir “tartamudo”. No hay registros históricos de sus muertes ni de su paradero final.
Y lo que es más: otras iglesias y edificios posteriores se le atribuyen a “Yakovlev”, ya fuera a los hermanos o al arquitecto moscovita sin rostro. Esto descartaría el hecho de que hubieran quedado cegados (o cegado) tras la terminación de las obras de la catedral.















