Durante siglos, los estudios médicos fueron hechos exclusivamente en hombres, pues se creía que los ciclos hormonales femeninos podían alterar los resultados y que, por ende, las mujeres eran “demasiado complejas” para incluirse en estas investigaciones.

Recién en 1970 se empezó a denunciar la falta de participación en los estudios médicos y fue un tema que se puso sobre la palestra, pero no fue hasta la década de 1990 que empezó a instaurarse la obligatoriedad en varios países de incorporar a mujeres en los estudios.

Hasta ese momento se asumía que todo lo que funcionaba en los hombres era igual para las mujeres, lo que llevó a una serie de consecuencias que aún perduran, tales como que a las mujeres les toma varios años más poder llegar a un diagnóstico, que condiciones que afectan solo a mujeres aún no se han investigado suficientemente y que aún persiste un sesgo importante en el mundo médico que tiende a minimizar los síntomas femeninos y atribuirlos a características psicológicas (“es solo ansiedad”).

Los síntomas de los infartos pueden ser significativamente diferentes en ambos sexos, y como lo que se estudió durante siglos son los síntomas de los hombres, las mujeres pueden tardar mucho más en recibir atención médica por un infarto. La endometriosis es una afección ginecológica importante y se estima que una mujer puede demorar de 7 a 10 años en recibir un diagnóstico de endometriosis, porque aún no hay suficientes estudios al respecto y porque muchos médicos tienden a minimizar los dolores de las mujeres.

Un estudio publicado en 2021 en The Lancet llamado “Sex disparities in cancer burden and care: a global assessment” analizó las diferencias entre el diagnóstico y tratamiento del cáncer en ambos sexos alrededor del mundo, y concluyó que las mujeres tienen un 20% más de probabilidades de recibir el diagnóstico oncológico en etapas avanzadas de la enfermedad, en relación con los hombres.

El 80% de las enfermedades autoinmunes les dan a mujeres, sin embargo, la mayoría demora entre 4 y 5 años aproximadamente en obtener un diagnóstico, lo que puede variar según la región y la enfermedad autoinmune en cuestión, pero en general los tiempos son significativamente más altos que lo que demora un hombre en obtener un diagnóstico de aquellas enfermedades que son más frecuentes en hombres.

Muchas enfermedades autoinmunes son muy poco conocidas por los médicos (porque se han estudiado poco), y lo más importante es que mucha sintomatología de enfermedades autoinmunes, como fatiga, dolor muscular y dolor crónico, por muchos médicos desactualizados son asumidos como consecuencias del estrés si vienen de mujeres y no ahondan más en ello. Tampoco faltan los médicos que le atribuyen todos los síntomas a temas de peso corporal y utilizan eso para no buscar las causas subyacentes.

Un estudio del 2017 mostró que las mujeres tienen un 27% menos de probabilidades de recibir resucitación cardiopulmonar (RCP) en espacios públicos, lo que tiene dos factores principales: el primero es que son muy pocos los maniquíes de práctica de RCP que tienen anatomía femenina, lo que genera incertidumbre cuando la fisonomía cambia al momento de hacer este trabajo. El otro factor es cultural y tiene que ver con el riesgo de ser acusados por conducta inapropiada al tocar el pecho de una mujer.

En el estudio “Gender bias in clinical decision-making: A study of how gender affects the diagnosis and treatment of patients in Denmark” se descubrió la aterradora cifra de que las mujeres tienen un riesgo del 50% más que los hombres de que sus síntomas sean atribuidos a causas psicológicas, como el estrés o la ansiedad.

En el 2020, un estudio publicado en Nature Communications evaluó 43.000 ensayos clínicos y encontró que las mujeres están profundamente subrepresentadas en la investigación médica, especialmente en áreas como la neurología y la cardiología, lo que conlleva a que los tratamientos y medicamentos que se administran pueden no generar los efectos deseados e incluso tener más efectos secundarios.

Un par de estudios realizados en 2008 y 2012 dieron el alarmante resultado de que las mujeres tienen menos probabilidades de recibir analgésicos en los servicios de urgencia en relación con los hombres, aún si presentan el mismo nivel de dolor, y esto, según el estudio, se debía a que había mayor probabilidad de que los médicos asignaran causas psicológicas o emocionales al dolor de las mujeres, por lo que recetaban terapias psicológicas en lugar de tratamientos para el dolor, mientras que la mayoría de los hombres recibieron directamente la medicación adecuada.

Lamentablemente, con este contexto, muchas mujeres alrededor del mundo se ven forzadas a hacer sus propias investigaciones sobre sus síntomas, después de gastar años y mucho dinero en médicos que no tienen el interés o la capacitación para buscar el verdadero diagnóstico. Y, lamentablemente, de manera frecuente cuando esas mujeres logran descubrir las causas subyacentes y el diagnóstico que por fin hace sentido, lo llevan al médico y este en lugar de ahondar en el asunto les dice que no deberían andar investigando cosas médicas en Google.

¿Cuántas mujeres deben fallecer o sufrir innecesariamente porque muchos médicos no están dispuestos a ubicarse en el siglo XXI? Somos la mitad de la población, es hora de que la comunidad médica empiece a actuar en consecuencia.