Dibujos a lápiz propone una exploración de la forma a partir de la línea, abarcando tanto dimensiones espaciales como objetuales del dibujo. En esta propuesta, el artista transforma el lápiz en algo más que una simple herramienta: lo convierte en la unidad compositiva esencial, definida por la línea recta. La obra se construye a partir de una lógica modular, donde la repetición ordenada del objeto permite generar estructuras complejas y abstractas.

Estas formas, que evocan vistas isométricas y composiciones concéntricas, surgen a partir de las propias características físicas del lápiz. Los ángulos y las franjas negras y amarillas de los lápices Noris de Staedtler se transforman en guías formales y limitaciones materiales, que orientan la creación y condicionan su desarrollo visual. El artista no solo trabaja con lo gráfico del lápiz, sino también con su presencia física, destacando su color, textura y forma.

Además, la acción de tajar introduce una dimensión temporal y procesual en la obra. El artista intercala lápices gastados, al borde de la desaparición, con otros recién afilados, generando contrastes que dan cuenta del desgaste, del tiempo y del gesto manual. Este recurso enfatiza el carácter efímero del instrumento, y a la vez su potencial escultórico, invitando a repensar los límites entre el dibujo, el objeto y la escultura.