El cine social es un importante instrumento de lucha y reivindicación, ya que es capaz de hacer cambiar las mentes humanas, con el objetivo de conseguir un mundo más justo e igualitario. Este tipo de cine busca la sencillez sin artificios, no sin ello dejar de lado lo estético; de tal forma que su mensaje cale lo más hondo posible entre la gente. Los cineastas usan un lenguaje del pueblo, de lo cercano y lo cotidiano para que la gente se sienta lo más identificada posible. Llama a la reflexión, al cambio político, social y cultural.

Su origen va ligado al del comienzo del cine, ya que desde los primeros realizadores y películas se intentaba plasmar la realidad. El cine social fue evolucionando, adaptándose a las necesidades y dificultades de cada país. Sin ninguna duda, es un género en constante evolución y comprometido con el mundo. Esta es la función principal del cine social, dar a conocer y mostrar todas las injusticias y desigualdades producidas por el mundo globalizado e industrializado; narradas a través de la visión de cada director y de la interpretación de cada uno de ellos.

Pero a todo esto, ¿qué se entiende por cine social? Se denomina cine social a aquel subgénero cinematográfico que engloba a cada una de las películas que usan el cine como medio de denuncia y crítica de los problemas e injusticias más presentes en la sociedad. El primer autor en acuñar el término de «cine social» como tal fue José María García Escudero, crítico de cine y director general de la Cinematografía y Teatro, en su obra Cine social de 1958.

Si bien no existe una definición establecida sobre qué es el cine social, se pueden extraer una serie de características que lo definen. Cada cineasta es capaz de aportar su propia visión de los conflictos, abordando las preocupaciones que más le inquietan. De esta manera la realidad cinematográfica se introduce profundamente en los viejos cineastas, comprometidos socialmente.

El cine social es muy amplio y todos los directores tienen una manera de acercarse a él, ya sea de una forma más personal por haber vivido alguna situación o por pertenecer al país, de una forma más crítica y mordaz e incluso en ocasiones se puede usar el humor y transmitir las ideas de una forma más sencilla. Pero en lo que casi todos coinciden es que quieren mostrar la situación social de una forma realista y cercana, ya que es la mejor forma para concienciar, el mostrar la realidad tal y como es por muy dura, pesimista o cruda que parezca.

Además, muchos de ellos para lograr este objetivo utilizan actores no profesionales o actores no conocidos para poner un rostro más veraz, sin el glamour o el nombre de una estrella de cine para que la gente se sienta más identificada y más cercana aún. Ese actor o actriz puede ser cualquiera de nosotros, cualquier persona con la que te cruzas por la calle y no a una celebridad. De esta forma es más fácil crear empatía con una historia, a priori ajena, y sentirse a la vez familiar y cercana.

Después de comentar el uso de actores no profesionales, muchos recrean las situaciones de forma improvisada para transmitir veracidad y ser incluso un documental ficcionado. El uso de estas técnicas es frecuente y ha sido usado durante toda la historia del cine social, empezando por el cine soviético de denuncia de los años 20 como La Huelga de Sergei Eisenstein o Luis Buñuel en su época española con Las Hurdes o posteriormente en su etapa mexicana con Los Olvidados.

Tiene una clara diferencia con el cine comercial, ya que normalmente no cuenta con un gran presupuesto ni financiación, siendo en su mayoría un cine independiente presentado en festivales. El cine social es mucho más contemplativo e intimista, carente de un ritmo acelerado y normalmente no cuenta con demasiados giros que intenten sorprender al público. Se centra en mostrar secuencias largas, a veces sin cortes, con una gran atención y detallismo del ambiente y la situación en la que viven sus protagonistas.

Por lo tanto, el cine social siempre ha estado presente en el séptimo arte, y cada vez es más habitual ver este tipo de películas en salas de cine o en plataformas digitales, donde la realidad y situación social es la protagonista principal; y cada vez más cineastas optan por rodar esta clase de historias en sus obras. Porque no hay mejor medio que el cine y lo audiovisual para cambiar el mundo.