En publicaciones anteriores se había hecho referencia a que la industrialización y comercialización del hidrógeno por parte de monopolios sería un fracaso ante la facilidad con que se elaboraría dicho combustible, además del riesgo de que cada país tuviera los ingredientes para elaborar bomba termonuclear sin tanto formalismo.

Ante la fabricación de un productor de hidrógeno sin electrolisis (no utiliza corriente), se puede producir justo en el mismo momento en que se va a consumir y por consiguiente no se necesitará trasportarlo y menos producirlo industrialmente, ya que se podrá tomar agua del grifo de la casa o de cualquier punto en donde esté, inclusive hasta podría llevarse galones adicionales de agua en la bodega del respectivo vehículo para en caso de que así se requiera.

Fueron las advertencias que se hicieron a través de este medio en artículos publicados con anterioridad con respecto a este tema. No se debe invertir un solo peso en montar infraestructuras para la elaboración del hidrógeno.

Teniendo en cuenta dos aspectos fundamentales, el primero es que el agua es un recuso básico y esencial para la vida y segundo que su quema nos produce vapor de agua (el 80% de la atmósfera es vapor de agua) que se constituye en el único y verdadero gas de invernadero. Se reitera nuevamente que el vapor de agua es el que evita que el suelo se enfríe tan pronto se oculta el Sol, de allí ese concepto y no como lo ha impuesto el dogma de academia.

Por consiguiente, el mayor proveedor de materia prima para elaborar el hidrógeno sería el acueducto municipal de las respectivas localidades, situación que nos lleva a plantear a desistir de todos esos proyectos de producción de hidrógeno, que además también son depredadores por lo que ello implica de usar el agua para quemarla como combustible.

Irresponsablemente montaron una farsa con el supuesto «efecto invernadero» para abocar a la humanidad a una verdadera catástrofe ambiental para después monopolizar al agua y por otro lado manejar el monopolio de la comercialización de la energía nuclear la cual también pretenden clasificar como energía «verde» ya que no produce CO2. A propósito, en publicaciones anteriores también se hizo referencia a la forma cómo han venido desinformando y toda esta farsa en torno al tema. Tampoco se logra comprender por qué los «sabios» del planeta Tierra erróneamente descargaron todo su interés en el inofensivo y beneficioso CO2 refiriéndose a la quema de combustibles biológicos y naturales (petróleo y gas natural) y al único fósil (carbón de piedra), cuando la verdadera destrucción y deterioro ambiental está en su exploración y explotación.

No está de más recordar lo altamente peligroso del uso de la energía nuclear por el alto riesgo que representan las plantas de generación eléctricas alimentadas con material radiactivo, es conveniente que sepamos que estas son explosiones atómicas controladas, por eso cuando hay fallas y accidentes se esperan las consecuencias que todos conocemos y además de ello quienes utilizan estas generadoras le están mintiendo al mundo, tratando de hacer creer que esto es lo más limpio y ecológico en materia de generación eléctrica.

Los organismos encargados de supervisar y controlar a través de sus prestigiosas entidades no le explican a la humanidad qué hacen con los residuos de las plantas eléctricas generadas con energía nuclear, hasta hace poco nos enteramos de que Japón pidió permiso a la ONU para arrojar toneladas de agua contaminada con radiación y las arrojó al océano. Se preguntará Ud. ¿Y de cuando acá han solicitado permiso para ello? ¿Qué harán los otros países como la Comunidad Europea, La Federación Rusa, China, India y otros que utilizan la energía nuclear? ¿A dónde envían sus desechos radiactivos? Nadie sabe.

¿De lo que se puede enterar el que no está inmerso en el asunto, solo se dedica a especular sobre extraños cargamentos dejados en bodegas de las zonas francas que están allí desde hace años y nadie se pronuncia y las personas enferman y nadie responde o se sabe de qué murió? Latinoamérica ha sido el destino final de todos estos avarientos que su farsa de crecimiento sostenido está destruyendo al planeta y enfermando a las poblaciones y a los ecosistemas.

Es bueno recordarlo y que la historia no lo olvide el caso sucedido en Colombia durante el gobierno de César Gaviria Trujillo (7 de agosto de 1990 – 7 de agosto de 1994) que por genuflexión y sentido antipatriota convirtió a nuestro país en receptor de basura mundial, lo más grave de ello fue que importó desechos radioactivos y fueron enterrados en una zona del Valle del Cauca (Cali) en un pueblo denominado Huanchaco y sobre la superficie de ese terreno construyeron una institución educativa para niños. El galardón de sumisión y genuflexión de este expresidente fue que lo nombraron secretario de la Organización de Estados Americanos (OEA) por un período de diez años (1994 a 2004). Además de esto se ha sabido por varias fuentes que en diversos lugares del país se encuentran enterrados desechos radiactivos, caso en una zona de la ciudad de Barranquilla (Colombia).

Teniendo en cuenta que la contaminación nuclear no se ve ni huele como tampoco es biodegradable y que sus consecuencias sí se alcanzan a percibir con el transcurso del tiempo por sus efectos biológicos (mutaciones), calóricos debido a que aumenta la temperatura en la atmósfera, en los mares que precisamente es uno de los destinos finales de los desechos de las aguas radioactivas. Además de los efectos eléctricos, físicos y químicos. Se sobreentiende que también la que sepultan bajo el suelo como el caso mencionado durante el gobierno de César Gaviria Trujillo en Colombia, lo cual no solo se constituye en un acto apátrida y depredador, sino de un bioterrorismo por la forma tan ingenua en que se ha expuesto al hábitat y a sus pobladores a un peligro real con todas las consecuencias que de ello se derivarán.

Se imaginarán que ningún ser pensante alcanza a percibir que lo que estamos viviendo son consecuencias de las bombas atómicas como Hiroshima, Nagasaki, como Fukushima, Chernóbil y la cantidad de pruebas y explosiones nucleares en diversos lugares del planeta que efectúan aquellos que decidieron no obedecer el consejo de los pioneros en la energía nuclear que nos aconsejaron «no utilizarla bajo ninguna circunstancia, solo en caso de necesidad» y que muy posiblemente se malinterpretó esta sugerencia para destinarla a otros fines y no para cuando definitivamente el Sol agote su energía y entonces sí habrá la necesidad de utilizar la energía nuclear para las generaciones del futuro lucharan contra el enfriamiento total.

Entonces que no nos contaminen más con sus mentiras y procedimientos, comiéndose los manjares en sus territorios y arrojándonos los excrementos en los nuestros. Esa es la farsa del crecimiento sostenido o la retórica de la sostenibilidad: depredación, destrucción y muerte, con el estandarte del fraude y engaño del dogma de academia como la única y absoluta «verdad del mundo científico».

Notas

Nuevo generador de hidrógeno sin electrólisis, in situ, a medida y muy económico.
El uso del hidrógeno: otro fiasco universal.
Energía del futuro para un mundo más humano y en paz.
La mercantilización del agua.