Según los medios más reputados en tecnología, el desarrollo más importante para este 2025 serán los Agentes de Inteligencia Artificial.

El término se refiere a "agentes" automáticos que van más allá de la funcionalidad de consulta y respuesta de los Chatbots generativos. Estos agentes podrían realizar tareas empresariales de forma independiente.

Y al parecer el problema ya no está tanto en que lo puedan hacer sin intervención humana, sino en toda la energía que van a consumir. Ese es el mayor inconveniente de la nueva era de la tecnología: que consume mucha energía y el ser humano ya estaba reportando un déficit de generación de energía comparado con el consumo de nuestras evolucionadas sociedades industriales y tecnológicas.

Así las cosas, parece que hay dos caminos principales para darle de comer a esta nueva generación de inteligencia artificial: la energía nuclear a pequeña y mediana escala y los computadores neuronales.

De la energía nuclear voy a hablar poco, porque fue una de mis primeras grandes decepciones tecnológicas de hace más de veinte años. Sin esperar que compartan esa decepción conmigo (aunque os entendería si os ocurre) voy a compartir con vosotros lo que me pasó.
Empezaba a estudiar ingeniería, eran los últimos años del S. XX y yo pensaba que la energía nuclear era algo extraordinariamente complicado y difícil de entender.

Me fascinaba la idea de que hubiera reacciones complejas en las cuales los átomos cedieran su forma nuclear y se transformaran, poco a poco de manera fantástica en energía eléctrica de forma directa, cediendo electrones, protones, neutrones, fotones, cualquier partícula subatómica que fuera (conocida o no por mí en ese momento) para darnos flujo eléctrico en nuestros domicilios.

Nada más lejos de la realidad.

La energía atómica se basa, sencilla y llanamente, en el calor que genera la reacción de fisión nuclear. Cuando se disparan partículas para separar un átomo de Uranio (o similar) en átomos más pequeños, no se aprovecha nada de esa gigantesca energía, sino solo el calor que esta reacción genera.

¡Calor! Una de las fuentes más desordenadas y básicas de energía. La energía de menor calidad y menos aprovechable. Y yo que pensaba que aprovechábamos casi todo lo que sucedía en esa reacción nuclear… De ahí mi decepción que sigue hasta hoy en día, en el S. XXI…

Llevamos ya más de ocho décadas desde que se descubrió el uso de la energía nuclear y solo aprovechamos el calor, el estúpido calor que después tenemos que convertir en electricidad, aprovechando solo un treinta por ciento de la energía que nos llega, como mucho. ¡Es un desperdicio total!

Pero no se ha descubierto ninguna forma más eficiente de aprovechar la fusión de los átomos de uranio, así que sigue siendo magnífica y fascinante para los que necesitan energía rápida, por más que produzcan residuos que duran miles de año y tienen que ser escondidos bajo montañas de hormigón para que no nos hagan daño.

Desafortunadamente las centrales nucleares actuales, sean más pequeñas y modernas, siguen usando ese primitivo sistema de conversión de energía (Nuclear, Calórica, Eléctrica) por lo que no quiero ahondar en la decepción que sufrí y referirme a ellas como las hermanas pequeñas de las que ya conocemos.

¿La novedad? Que, al ser unidades más pequeñas, casi cualquier empresa industrial podrá tener su propia central nuclear y abastecer los servidores de IA directamente desde donde está el consumo, generando residuos radioactivos por todo el mundo en miles de localizaciones todo por tener disponibles agentes de IA que trabajarán para que esas propias empresas industriales puedan funcionar correctamente y generen más residuos.

El otro frente es mucho más interesante: los ordenadores actuales están basados en una arquitectura que consume mucha energía. Es lineal, tenemos entradas desde el mundo real, que llamamos interfaces (un teclado, un ratón, sensores), luego memorias, después procesadores que consumen la mayor parte de la energía y son muy ineficientes energética y finalmente periféricos de salida (pantallas, actuadores…).

El ser humano está trabajando, actualmente, en una nueva arquitectura de ordenadores, le llaman computadoras neuronales.

Esos bichos raros son cada vez más comunes. Nuestros tecnólogos trabajan actualmente en desarrollar ordenadores que tienen una arquitectura basada en nuestro cerebro humano. La unidad básica no es un procesador que consume mucha energía, sino millones de transistores de cuatro patas llamados neuronas electrónicas que se conectan con otras neuronas a través de transistores llamados sinapsis. Así, con cinco o seis transistores de décimas de micras tendremos una neurona funcional conectada a miles de millones de otras replicando la forma de funcionar del cerebro humano, pero con una electrónica muy sencilla.

Ese sistema, tiene un consumo eléctrico mucho más inferior (como el cerebro humano) y es mucho más rápido. Es más, no necesita otro elemento adicional llamado memoria (como en los ordenadores tradicionales), dado que las propias neuronas tienen capacidad para almacenar datos, además de procesarlos y transmitirlos.

Un Agente IA podrá entonces planificar y realizar decisiones empresariales como lo hace un humano, pero sin sentimientos y a mucha mayor velocidad, siempre basado en decisiones previas que han tomado miles de humanos. El Agente analizará las opciones, las decisiones pasadas y tomará decisiones futuras.

¿Tendremos a partir de 2026 millones de Agentes IA tomando decisiones que mejorarán nuestra sociedad industrial? ¿Solucionarán los propios Agentes IA el gran consumo de energía que ellos mismos provocarán? ¿Serán capaces los Agentes IA de crear redes neuronales que sean incluso mejores que la propia arquitectura del cerebro humano?

Puede que este sea un año clave para la humanidad, o puede que sea un gran fiasco como la maravillosa energía nuclear, recordarme hablar de esto en mayo de 2026.