Estaba hablando por teléfono en un idioma, que actualmente no uso mucho. Hablé unos 5 minutos y al colgar tuve que responder a otra persona que me hablaba en otro idioma. Esto me hizo pensar en el hecho que tenía que cambiar repertorio, pasando de una lengua a otra. Algo que hago en modo automático, pero esta vez, el cambio fue consciente y noté que este requería poner en «movimiento» otras conexiones. Pensé en cómo las habilidades lingüísticas están «representadas» en el celebro. Hablar en una lengua activa una red de neuronas relativamente separada de la red de otra lengua. La sobreposición entre una y otra no es completa. Además, tuve la sensación que era necesario un poco de tiempo, que cambiar a otra legua no fuese inmediato debido a la inhibición de otras conexiones y a la activación de las neuronas que son parte del circuito específico, que corresponden a un idioma determinado.

A veces tengo que pasar de un idioma a otro, combinando entre 3 o 4 lenguas y si no presto atención sucede que hablo en el idioma equivocado a una persona, como si el mecanismo de control, que indica que con esta persona se habla en esta lengua no funcionase o, sin excluir esta posibilidad, que la lengua precedente aún estuviese activa y el impulso de usar esa lengua fuese mayor a mi capacidad de inhibirla. Otra dimensión también relevante es la proximidad de una lengua con otra; como, por ejemplo, entre el italiano y el español, que tienen muchas palabras en común. Existe otro aspecto interesante, si uno conoce poco de dos idiomas y usa uno de ellos, es probable que este se contamine con palabras del otro, como si los dos idiomas se mezclaran, activándose recíprocamente. Es posible que, durante las primeras fases del aprendizaje, el circuito neuronal sea parcialmente compartido y/o que una palabra pensada en el idioma que más conocemos precipite una palabra asociada en cada uno de los idiomas que estamos aprendiendo sin una inhibición adecuada que evite una posible «contaminación».

He observado que existe un mecanismo de anticipación. Estamos diciendo algo y al mismo tiempo otra red neuronal prepara inconscientemente las frases que seguirán y el hecho de pronunciar una palabra activa otras conexiones en una lengua paralela y así caemos en el error. Existen también idiomas que conocemos mejor que otros y al usar uno de los menos consolidados, introducimos palabras, o tenemos el impulso de hacerlo en otro idioma más conocido, sobre todo si estos son símiles como el francés y el italiano.

Estas situaciones que experimentamos con una cierta frecuencia ilustran un aspecto a menudo ignorado: una de las capacidades más importantes del cerebro es la inhibición de conexiones no apropiadas a la situación presente y esta observación nos lleva a otra también importante, todo lo que sucede en un momento determinado a nivel de asociaciones depende en cierta medida del contexto.

Es decir, la activación anticipada de ciertas asociaciones mentales hace que lo que suceda sea en cierta medida determinado por la modalidad en que nos encontramos y cambiar rápidamente de contexto es lo que denominamos flexibilidad mental. Para ilustrar el concepto podríamos pensar en el humor, que en muchos casos consiste en insinuar otro contexto mediante el doble sentido o la sorpresa. Esta última, la sorpresa, demuestra el mismo mecanismo, pues una sorpresa es solamente tal si esta no es esperada, que en este caso sería no corresponder a las asociaciones anticipadas.

En comunicación es importante sintonizar a los oyentes con ilustraciones, imágenes y/o evocando situaciones particulares que anclen a las personas al tema. El contexto mental incide además en la percepción en el sentido que vemos lo que es probable esperar en una situación cualquiera. Una persona que pasea con un animal peludo por la calle está paseando con un perro. Este es nuestro primer impulso y sucede que nos equivocamos como en las conversaciones donde un idioma no es suficiente y este salto de contexto nos hace sentir lo que significa ser humano con todas nuestras suposiciones, errores e incapacidad de autocontrolarnos. La máquina biológica que usamos no está desprovista de tropezones y esto es imprescindible aceptarlo; el conflicto entre contexto mental y situación contingente es solo uno de ellos.